Sobre las ocho de la noche rodó el balón en el gramado del estadio Atanasio Girardot de Medellín para lo que sería, hasta ahora, el partido con mayor juego ofensivo del Nacional de Guimarães. Sí, porque aunque el resultado diga otra cosa, el trámite, desde el primer minuto demuestra que en el verde de la montaña, de a poco se va encontrando la idea y el estilo de juego que le gusta a la gente y que tantos resultados positivos ha traído consigo.

Desde temprano se comenzaba a notar que la disposición de juego del equipo era ir hacia adelante y apropiarse de la posesión del balón para poder llegar al área y acoplar un grueso de jugadores en los últimos metros de la cancha, llegando a sumar hasta siete hombres en cercanías del área rival y generando opciones medidas por un alto ritmo y dominio de la pelota que comenzaban a hacer figura al arquero Pablo Mina.

A los tres minutos llegaba una jugada de gran peligro; Jarlan Barrera estrellaba el balón en el travesaño tras una larga posesión del equipo que terminaría en una acción que resultó  fidedigna y acorde a lo que Nacional mostraría durante todo el compromiso.

El juego de posesión por parte de los mediocampistas, respaldado por el orden de una línea de tres aplicada en defensa, y complementado por la verticalidad y buen posicionamiento de la dupla Duque-Alves harían del primer tiempo una demostración de futbol supra ofensivo que, de no ser por los tremendos fallos en definición, hubieran sido 45 minutos de diez puntos en el manual de un equipo con engranaje perfecto.

Porque las intenciones estuvieron claras, y las acciones se desarrollaron, pero la falla hizo hincapié en la definición y falta de contundencia para redondear las cerca de diez aproximaciones al arco de Chicó, generadas a partir de un monologo ofensivo por parte de Nacional.

El Loco Alves falló de manera increíble, Vladimir, Jarlan y Andrade tuvieron chances, Baldomero se estrelló con la pelota y tampoco pudo marcar, el arquero rival seguía siendo figura, y así, entre jugadas imposibles y difíciles de digerir, los verdes cerraron un primer tiempo que, apoyándonos en metáforas, pudo haber dejado en jaque a los ajedrezados.

Sin embargo, a pesar de la nula pragmática a la hora de definir, las sensaciones que el equipo dejaba referente al juego y el funcionamiento, daban para pensar que la segunda parte sería el momento de revancha para obtener un triunfo que en 45 minutos debería estar más que conseguido.

Para la segunda mitad, el equipo entró jugando a un ritmo un poco más sostenido, implementando un manejo del balón más pausado que le permitía apoderarse de la posesión y dominar el juego táctico a su favor, haciendo uso del manejo de la pelota como mejor defensa, pero sin caer en un juego cansino y poco vistoso, sino que por lo contrario, aportando mayor alternativa en zona medular y referenciando de manera inteligente los hombres más adelantados en zona ofensiva.

Así, por momentos, Nacional se permitía jugar con una defensa de dos centrales y un pivote defensivo, pues las transiciones y repliegues a la hora de perder el balón se realizaban de manera rápida y eficaz, demostrando el apoyo delos hombres por los costados, y dejando en evidencia el buen acoplamiento de la pareja de centrales conformada por el juvenil Yerson Mosquera y el argentino Emanuel Olivera que cada vez se consolida de forma más firme.

El balón seguía del lado verde, y los boyacenses, aprestados al repliegue en zona baja, y haciendo uso de una defensa cercana al portero, le permitían a Nacional tener control de una gran porción del terreno, haciendo que la pelota gravitara constantemente entre zonas medular y de ataque, y aprovechando tanto los movimientos de los delanteros como la buena lectura de juego por parte de los volantes para seguir acercando al equipo a lo que era un gol cantado en cualquier momento de la segunda mitad.

Y así, después de un cambio para que ingresara Alex Castro y varias opciones, incluido un cabezazo de Baldomero que fue al palo, aparecieron el talento y desequilibrio de Jarlan Junior Barrera, quien venía siendo el más destacado del verde, para colgar el balón en el ángulo después de un doble enganche en el área y así, por fin, vencer al guardameta Mina que a esa hora, parecía casi que imbatible.

Primero, después de un cambio de frente, controla el balón y lo duerme para ubicarlo cerca de su pie más hábil, acto siguiente, engancha hacia afuera, y de manera instantánea vuelve a realizar un movimiento ágil, esta vez hacia adentro para así anotar con un zurdazo potente y bien ubicado. Gol que daba muestra del partidazo que estaba jugando el samario, y que ilusiona a la hinchada, haciendo pensar que este será el semestre de Jarlan en el verde.

Nacional ganaba confianza, pues el gol que le hacía falta para redondear el triunfo ya estaba en su bolsa, la posesión seguía siendo suya y el rival, por más que intentara, a empellones acaso y lograba pisar linderos del área contraria. No obstante, a pesar de las insulsas aproximaciones de los de Tunja, hubo un momento en el que, por más diferencia estadística entre ambos, el partido pudo haberle cobrado a Nacional los fallos que con tanto lujo realizó en el primer tiempo.

Tras una posesión larga por parte de Chicó, un centro raso cae al área defendida por Quintana que, tirado en el suelo tratando de atrapar la bola, se queda en el camino y observa con sorpresa, y hasta con resignación como Olivera, con un cierre por abajo, cortaba la trayectoria del balón y lo impulsaba con dirección lineal al arco; no obstante, tras un acto de suerte, la pelota pasaba apenas unos centímetros del lado del palo y se iba directo al tiro de esquina. Nacional se salvaba de un empate que podría haber sido lapidario para con las aspiraciones del rey de copas, y que terminaría por manchar el correcto partido del argentino y toda la zaga defensiva en general.

Así las cosas, con Nacional siempre dueño del balón y las opciones de gol, el resultado de 1-0 se quedaba corto y abría las posibilidades a que se repitieran jugadas como aquella, donde por poco se rompe la tranquilidad y diversión en el juego del verde y se daba un premio casi que inmerecido para los de Boyacá.

Por lo tanto, entre cambios en ataque, Guimarães movía su once y daba paso a Yerson Candelo y Sebastián Gómez a los 77 y 87 minutos respectivamente, buscando tener mayor orden en función del balón, y brindar, además, un segundo apoyo en marca aprovechando las características de doble función de estos dos jugadores.

Y lo que ya parecía ser un simple marcador de 1-0, con un 70% de posesión del balón y un dominio casi que absoluto del juego, se redondearía con el gol de Andrés Felipe Andrade tras una asistencia desde propio campo por parte de Danovis Banguero. Conexión entre dos de los mejores jugadores del partido para que el número diez del equipo verde sentenciara al portero en un mano a mano certero que dictó la victoria verde y lo colgó en la segunda posición provisional de la Liga.

Así, se cerró una noche de juego ofensivo en el Atanasio, con Jarlan Barrera inspirado y cada vez demostrando un nivel superior, con un Rifle Andrade haciendo alarde de su talento; un bloque defensivo seguro con una mezcla de juventud y experiencia, un doble pivote de corte defensivo mejor aplicado que en partidos anteriores, y una dupla de delanteros que se entienden a la perfección, y que, dejando de lado los errores en definición, táctica y posicionalmente hicieron recordar al hincha de Nacional viejos tiempos.

Con una disposición táctica completamente ofensiva desde el inicio, tal como lo dictaba la posición del rival y la localía en la ciudad de Medellín, con una mentalidad de salir a ganar desde el minuto cero, y con un juego sencillo guiado por los pies de los dos jugadores más talentosos del plantel. De la mano de Jarlan y el Rifle, los magos de Nacional, el equipo dejó muy buenas sensaciones que hacen pensar en un futuro cercano en el que se pueda volver a soñar con la tan anhelada estrella 17.

Por ahora, Nacional descansará la próxima fecha, para luego medirse a un envalentonado Once Caldas en Manizales, un equipo que le puede brindar dos alternativas de juego, pues le ofrece ventajas en defensa que pueden ser aprovechadas por el grueso ofensivo de Nacional, pero a su vez, es un equipo que también puede complicar a la defensa verde.

Por estas razones, el blanco blanco de Manizales aparece como un reto grande en la competencia, con el cual se podrá evaluar a un nivel diferente lo que pueda hacer el equipo, a la espera de una mejoría en temas de definición, y de la consolidación de la zaga defensiva del equipo para así poder conformar un plantel competitivo y con directrices tácticas claras de cara al estreno en Copa Libertadores, que se convierte en una exigencia ante la deuda pendiente del equipo de realizar un papel sobresaliente en plano internacional.