Un protagonista inesperado que se robó todas las miradas

Con altas expectativas, así se pintaba la previa del partido Colombia-Venezuela de la tarde-noche del 17 de julio. En el marco de la Copa América de Brasil, el Olímpico Pedro Ludovico de Goiânia albergaría un partido que, de acuerdo a su historia prometía una alta intensidad.

Colombia y Venezuela, naciones cercanas geográficamente, se volvían a ver las caras en el torneo más viejo del continente. Los cafeteros, con la intención de prolongar su racha victoriosa en la competencia y así ponerse en punta a la clasificación, asaltaba el campo a la par que los de la vinotinto esperaban evitar otra derrota que probablemente los condenaría a sucumbir en el fondo de la tabla por segunda fecha consecutiva.

Dos realidades distintas, prolongadas además en la disposición de cada una de las plantillas de acuerdo a lo que sus directores técnicos pudieran tener a la mano. Mientras unos contaban con sus mejores ases en la baraja, los otros, golpeados fuertemente por el virus, componían un equipo remendado a punta de orgullo y amor por la camiseta.

Sin embargo, aún con todo lo que un compromiso de este calibre suele implicar, ocurriría algo que no se esperaba en los planes del compromiso. De acuerdo a lo que se pudiera pronosticar en el medio de tantos obstáculos que se atraviesan en la copa, se auguraba que el equipo venezolano saltara al terreno de juego repitiendo el mismo once que dispuso en el primer compromiso contra Brasil; no obstante, una sorpresa, bastante grata, por cierto, terminaría dándole la razón al técnico Peseiro y la alegría eufórica a un país que quizás, no esperaba tanto.

Wuilker Faríñez, el talentoso y joven portero que llevaba tres partidos siendo suplente en la selección, volvía a la titular del conjunto patriota con un claro objetivo: hacer lo posible por no perder. Y el número uno, entre pompa, por cierto, cumpliría a cabalidad con esta premisa.

El inicio del partido, que arrancó con un ritmo intenso por parte de Colombia, tuvo desde los cuatro minutos a Faríñez respondiendo y marcando su territorio dentro del área de los 5.50 metros. Los agobiantes subidones de los colombianos lograban romper las líneas defensivas de Venezuela, sin embargo, ahí estaba Wuilker, firme bajo los tres palos y con una confianza que a leguas denotaba mucho más que experiencia.

Así, entre ataques incesantes de los colombianos, Faríñez lideraba la resistencia baja del campamento vinotinto. Con voz de mando que emulaba la imagen en un capitán, el chico de 23 años, tan mermado en cuanto a minutos en su última temporada, sacaba justo en este partido todas sus emociones en pro de defender el arco patriota.

Fueron 15 minutos de agobiantes ataques cafeteros en los que Faríñez y su zaga soportaron perfectamente los disparos del rival. Con su territorio asegurado, las oportunidades para Venezuela comenzaron a aparecer y Wuilker tuvo tiempo para descansar detrás del robusto bloque que el técnico Peseiro había dispuesto.

Al minuto 24, cuando los colombianos volvieron a inquietar los linderos rivales, el portero caraqueño volvió a ahogar el grito de gol para los de amarillo. Esta vez dejó a Cardona con el gol en la boca, y tras una jugada de gran concentración, se recostaría sobre el césped para salvaguardar la pelota y poder darle un parte de tranquilidad a sus compañeros.

Poco tiempo después, otro de los grandes peligros colombianos vería en Fariñez un verdugo difícil de batir. Duván Zapata, la figura del Atalanta y goleador de la selección colombiana, retaría sobre la media hora del compromiso al guardameta venezolano que, tras dos jugadas en un lapso de tres minutos, saldría nuevamente victorioso, y ya a sabiendas de la importancia de sus acciones, prolongaba la mala racha del delantero cafetero con la camiseta de su selección.

El primer tiempo terminaba a ceros, y la gran figura del encuentro estaba más que definida. Wuilker Faríñez, que antes de que el juez central pitara el final de los primeros 45 minutos, lograba detener otro balón con peligro de gol y agigantaba su presentación de debut en la reciente edición de Copa América. Esta vez era Muriel, el fiel escudero de Zapata, el que sufría el poderío y la suficiencia del guardameta venezolano.

Una segunda mitad para agigantar el show de atajadas

El segundo tiempo no cambiaría mucho en cuanto a la actuación de Faríñez que desde temprano volvía a dejar en claro que si él estaba presente, el arco venezolano no sería vencida esta noche. Y así fue, porque al minuto 53 ocurrió la jugada más destacada del compromiso, y claro, el joven guardavallas volvía a decir presente.

Tras otro lapso en el que Colombia embestía el muro de seguridad de  Venezuela a través de un ritmo superlativo, Cuadrado, jugando ahora mucho más adelantado, enviaba un centro al área que Uribe controló con el pecho, y en una jugada mágica, ejecutaba una chilena perfecta con dirección al arco que todos los colombianos ya empezaban a gritar como gol. Pero Faríñez se hizo más grande que nunca y se estiraría para desviar la pelota y de manera magistral arruinar una jugada que prometía, desde ahora, ser el mejor gol de la Copa.

En este momento, la figura de Wuilker Faríñez Aray se hacía inmensa en el Olímpico de Goiânia y firmaría lo que iba a ser el inicio de una noche de terror en la que Mateus Uribe tendría pesadillas con el venezolano.

El equipo colombiano seguía llevando las riendas del compromiso y abatía constantemente el jardín de la vinotinto. Con el pasar de los minutos eran más los hombres que se acercaban a las barbas de un Faríñez que estaba intratable y que, tras la insistencia de los colombianos, volvería a ahogar la celebración de Uribe en un par de ocasiones más.

Al minuto 89, tras un tiro de esquina bombeado al área, Mateus sacaba un cabezazo magistral que únicamente podría ser detenido por alguien que tuviera “el don”. Y ese era Wuilker Faríñez, el arquero de 23 años, que tras volver a disputar un partido con su selección volvía a ser figura, cerraba el partido con un manotazo en la línea del arco al mejor estilo de portero de handball tras una pirueta de Borja, firmando una actuación que se ganaría todos los titulares de la prensa internacional.   

Al final, el show de la “araña vinotinto” dejó para las estadísticas, y para la historia ocho atajadas claves a lo largo de 90 minutos que convierten a Wuilker Faríñez, con apenas un encuentro disputado, en el jugador con mejor valoración en un partido a lo largo de esta edición de Copa América. Pero sobre todo, Faríñez se ganó los elogios de todo un continente tras un monologo de salvadas que sometió a Colombia a resignarse con un desabrido empate estructurado sobre los guantes del portero venezolano.

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