Colombia está en semifinales y su gente está contenta. Se medirán a Argentina, un duro coco que puede complicar el camino de la tricolor y hasta terminar el sueño copero de los colombianos. Uno de los gigantes del futbol sudamericano, con hambre de gloria y reivindicación, no solo por su nombre como país y por su historia como equipo, sino por la figura de su capitán, quien cambiaría todo lo que ha logrado con tal de obtener un título con su selección.

Messi tiene hambre de gloria, pero Colombia también. El país del café mide su ambición ante el jugador más grande del mundo en una semifinal que promete muchísimo y que seguramente va a dejar grandes recuerdos para la historia de la competición.

Este duelo puede ser la antesala a la consagración de Messi o a la vuelta al triunfo de un país con más de dos décadas de sequía; cualquiera de las dos sería grandiosa, y aunque el clamor popular apunta más para un lado que para el otro, el deseo de un país que anhela con volver a saborear el triunfo colectivo, espera tumbar cualquier intento de Messi campeón, y por qué no, dar el golpe frente a una Brasil favorita a la que todos ya ven con ojos de triunfo.

Colombia enfrenta su segunda semifinal de Copa América en cinco años a lo largo de tres ediciones del torneo, y espera hacer un buen partido contra la albiceleste que le permita llegar a su tercera final en toda su historia; la primera en 20 años, cuando el país se volcó a las calles para celebrar el primer y único título de su selección de futbol, 26 años después de que tuviera la gloria en sus manos, y se le escapara  tras un tercer partido que sentenció la victoria para su rival de turno: el combinado peruano.

La Copa América de 1975 se jugó con un formato muy distinto al que conocemos hoy en día. A partir de ese año, el torneo adoptó el nombre con que actualmente se denomina, y dejó atrás el extenso y soso apelativo de Campeonato Sudamericano de Futbol.

Tras superar dos fases previas (grupos y semifinales), peruanos y colombianos se dieron cita en el partido final del campeonato. La ilusión de los incas por conseguir su segundo título, y de los cafeteros por saborear el triunfo por primera vez, los reunió en tres estadios diferentes para decretar el campeón.

Tal y como lo dictaba el reglamento de la época,  las finales se disputaban a ida y vuelta, y en caso de empate (a puntos, no a goles) en ambos encuentros, el triunfador se decidiría en un tercer partido en cancha neutral. El compromiso de ida se disputó en el estadio El Campín de Bogotá y dejó como ganador al equipo colombiano con un marcador de 1-0. La vuelta se jugaría en el Nacional de Lima de Perú, con marcador de 2-0 favorable a los locales.

El resultado global favorecía a Perú, pero los puntos se dividían en igualdad para ambas escuadras; el resultado de la ecuación era sencillo: partido de desempate.

Se llevaría a cabo en territorio neutral, obedeciendo al reglamento, y el escenario elegido fue el Estadio Olímpico de la Universidad Central de Caracas, en Venezuela. A los 25 minutos, Hugo Sotil marcaba el 1-0 definitivo que convertía a Perú en bicampeón de América y dejaba a Colombia a las puertas de su debut como campeón de América. El objetivo del título tendría que esperar…26 años más.

Con el cambio de mileno, los aires de la selección colombiana de también futbol parecieron mutar. Tras una década de los 90 consagrada como la más exitosa de su historia, donde la tricolor conseguiría tres clasificaciones consecutivas a los mundiales, el inicio de la nueva era golpeó con bastante fuerza las puertas del combinado cafetero. Colombia era sede de la Copa América 2001, y tras sus más recientes actuaciones, el sus hinchas habían decidido creer.

En medio del caos social que se vivía por la época, pero con el futbol como aliciente ante la tristeza y la violencia, la selección colombiana de futbol conseguía efectuar su mejor participación histórica en el torneo. Colombia superó la fase de grupos, los cuartos de final y la semifinal con paso limpio, siendo el mejor equipo del torneo y dejando su valla invicta en los cinco partidos disputados hasta el momento.

La selección de Francisco Maturana lograba alivianar a través del futbol la horda de dolor y sangre que el país seguía viviendo tras más de 40 años de guerras internas.

Con Argentina como principal ausente del torneo, y con Brasil y Uruguay eliminados en cuartos de final, el último ladrillo a derrumbar por parte de los cafeteros era la selección de México. Los manitos, como selección invitada al torneo, se metían en la disputa final de la competición enfrentando al ya favorito equipo colombiano que terminaría alzando la Copa en su casa y ante toda su gente.

Un cabezazo del capitán Iván Ramiro Córdoba se expandiría por todo el territorio colombiano a través de los gritos desaforados de gol de los hinchas cafeteros que tocaron el cielo gracias a su selección de futbol.

56 años tras su debut en el torneo, y tras 26 años de la última gran ilusión, Colombia era campeón de América por primera vez el 29 de julio de 2001, dejando un recuerdo imborrable para todo un país que huía de los estadillos de guerra y que encontró en el futbol un refugio frente a la barbarie.

Hoy, 20 años más tarde, el equipo colombiano, tan digno de su futbol y sus ídolos del deporte, se encuentra en tierras brasileras a las puertas de una nueva final, esperando repetir la hazaña del 2001, ya no como favorito, pues los dos máximos candidatos aún están en juego, ni tampoco con la excelencia que demostró en sus tierras; pero sí convencidos de su poderío como equipo y confiando en que, tras dos décadas desde la última vez, una final de Copa América sería muy difícil de desaprovechar.