La propuesta de la Selección Colombia  siempre se caracterizó por el toque, en muchos casos excesivo e ineficaz, y la posesión de pelota. Un estilo que se forjó en los 90 y que dejó recuerdos imborrables como la clarificación a octavos en Italia, después de un gol de antología, pero también la desazón de USA 94 y Francia 98, con un estilo que para ese momento ya estaba gastado, y sin capacidad de adaptación.

El equipo de hoy, el que dirige José Néstor Pékerman, no se ha querido separar de la identidad del fútbol colombiano, que se la dan, inherentemente, sus jugadores de buen pie y exquisita técnica, adornada con una dosis de irreverencia. Durante la eliminatoria mundialista La Selección no mostró, como se quiere dar a entender, un paradigma de juego. Por el contrario, los hombres de Pékerman siempre supieron adaptarse a lo que la situación pedía, bajo dos preceptos: proponer e ir por la victoria. Y es que adaptarse no significa dejar que el rival te marque la pauta, sino entender que los partidos son diferentes y que la mejor estrategia es entender eso, y actuar en consecuencia.

Todos recuerdan el partido contra Chile, el 3-3 en Barranquilla. Un cotejo que estaba planificado para hacer un dominio de balón que desgastara al oponente, como se hizo siempre en la arenosa, aprovechando la localía. Pero a la media hora ya perdía 3 a 0 y el estilo había que transformarlo. Colombia pudo remontar ese partido con garra, con verticalidad, con efectividad, no había tiempo para pases. En Argentina Pékerman también fue camaleónico y defendió un empate a cero con 10 hombres, atacó cuando pudo y plantó un equipo paciente. Cuando goleó a Bolivia, Chile y Uruguay, lo hizo categóricamente, con una contundencia que ya es parte de esta selección. Y sí, hubo más tiempo para tocar.

Ahora, en el Mundial, quien se iba a imaginar que Colombia se iba a defender ante Grecia. Nadie. Pero así fue, y no porque ese hubiera sido la intensión de entrada, sino porque un gol sorpresivo e inesperado vio  al equipo con ventaja en el marcador a los cinco minutos de juego. Consecuencia: los helénicos tenían que buscar, como diera lugar, el empate y la victoria porque entrar perdiendo en un Mundial a nadie le sirve. Los de Pékerman no se asustaron con el cambio de planes, al contrario, lo resolvieron con capacidad. Tocó defenderse y lo hicieron bien, con un sacrificio excepcional  de cada uno de sus jugadores, que también se vería ante Costa de Marfil. Después, cuando tuvo la pelota, contraatacó y fue efectivo, contra Grecia, fueron tres remates a puerta y tres goles.

Costa de Marfil plantó más partido en la mitad del campo. Un juego altamente físico que dejó a los jugadores casi muertos para el segundo tiempo. Aún así, y una vez más con garra y precisión. El equipo se puso en frente en el marcador con un gol de cabeza de James Rodríguez.

El segundo gol es la muestra perfecta de cómo el mejor estilo es que se aplica en la situación que lo requiere: Tres pases y gol.  La recuperó James, sin pensar se le dio a Teo, quien esperó que Quintero estuviera perfilado y se la entregó para que el debutante le diera un pase a la red. Punto. ¿Les resulta parecido? La recupera Leonel, de primera se la da al Bendito Fajardo para que este se la entregar al Pibe, hace una finta, pared con Rincón y se la devuelve para que encare el arco y anote el empate contra Alemania, Fueron 7 pases, Colombia clasificó a octavos. Eso fue el 19 de junio de 1990, hace 24 años  y el estilo fue el mismo: Precisión, verticalidad y contundencia. Así es que La Selección ha clasificado a rondas definitivas.

La Selección Colombia de José Néstor Pékerman ya es la mejor de los mundiales: nunca se habían ganado dos encuentros, nunca se había ganado un partido por tres goles, nunca, sobre todo,  se había visto un equipo tan practico, tan solidario, tan contundente, tan variable y tan inteligente. Un equipo que como buen colombiano, se desenvuelve en cualquier ambiente. 

VAVEL Logo
Sobre el autor
Cristian Camilo Buitrago
Desde muy chico he tenido curiosidad por los medios de comunicación y el poder que en ellos recae, esto combinado con el gusto por la lectura, el deporte, la música y el cine me han llevado por caminos que jamás hubiera imaginado.