Apenas tenía cinco años de edad, iba a cumplir seis, pero mi gusto por el fútbol se despertaba y empezaba a vivirlo con mucha pasión junto a mi papá. Él sufría mucho viendo a su amado América de Cali, me contaba las nóminas que tuvo en la década del 80, pero aunque tuviera gusto por otro club, siempre me habló de un caballero en la cancha, de alguien que lo dejó todo y fue asesinado sin razón y justificación, sí, ese mismo que hoy cumple 21 años de muerto, pero que siempre será inmortal, Andrés Escobar.

Por lo que veo en los vídeos que he encontrado en internet, Andrés Escobar era de esos jugadores que lo dejaba todo en la cancha, corría hasta el último minuto, en el momento de defender, quitaba el esférico sin tener contacto con el rival, es decir, no iba con mala intención de agredir a su rival y lo entregaba limpio.

En ese entonces, La selección Colombia era dirigida por Francisco Maturana y Hernán Darío Gómez, contaban con una generación que tenía mucho talento, se destacaban jugadores como Fredy Rincón, 'el Pibe' Valderrama, Faustino Asprilla, 'el Tren' Valencia, entre otros. Mi papá me cuenta que esa nómina llegaba con amplio favoritismo al Mundial de Estados Unidos 1994, por lo que se había visto en las eliminatorias y el inolvidable 5-0 a la albiceleste en el estadio Monumental.

Aquel 22 de junio

El péndulo marcaba el minuto 33 del compromiso que se disputaba en el estadio Rose Bowl de los Ángeles, California. Andrés Escobar con su pierna derecha trató de despejar un centro que hizo un jugador americano, pero no tuvo suerte y el esférico terminó desviándose hacía el pórtico defendido por Oscar Córdoba, anotando así el primer gol de los norteamericanos.

Esa jugada que nadie esperó, ni el mismo Escobar, él la calificó en su columna del 24 de junio como “uno de los momentos más tristes de mi vida. Casi no pude dormir por todas esas circunstancias que nos rodean y aún más por lo que pasó en el partido contra Estados Unidos”.

Sin duda ese Mundial fue un baldado de agua fría para todos los colombianos, la mayoría ilusionados con el nivel que tenía la selección, el favoritismo de hacer un buen papel en el mundial, pero las cosas son salieron de la forma en la que pensaron todos, eso causó que la desilusión fuera más dura y la tristeza más agonizante.

“Le ocurrió a Andrés Escobar Saldarriaga, a quien le descargaron un revólver calibre 38 simplemente porque se demoró en correr su Honda azul para darle paso a una Toyota nueva en el parqueadero de un estadero en la vía Las Palmas. Uno de los ocupantes se bajó y le disparó a quemarropa al futbolista prócer del Atlético Nacional y de la Selección Colombia, quien recién había sido eliminada del Campeonato Mundial de Fútbol de Estados Unidos”, expresa Víctor Rosas en 'El día que murió el fútbol'.

Cuenta Rosas, en esa misma obra “ahora, veinte años después, ese gesto no ha cambiado mucho. A las cuatro de la mañana de ese sábado 2 de julio el timbre del teléfono en el cuarto del hotel Marriot de Fullerton sonó más duro que nunca. Quedé sentado en la cama ipso facto, dispuesto a pelear con el autor de semejante indelicadeza” Germán Blanco P., periodista compañero en El Tiempo…