Lo que iba a ser una fiesta en la capital del fútbol en Suramérica este 2016, Medellín. Todo pasó a ser una tragedia sin precedentes en la historia deportiva. Torino en 1949, Manchester United en 1958, The Strongest en 1969, un poco más reciente en nuestro continente el Alianza Lima en 1987 y desde la Selección genial de Zaire en 1993, la aviación y el fútbol no se mezclaban con la tragedia.

Y era fiesta por las campañas tanto de Nacional como Chapecoense, para los 'verdolagas' era el "sueño suramericano", el preámbulo a la cita ansiada en tierras japonesas para encarar el Mundial de Clubes. En la esquina del humilde 'verdao' era la cereza en el postre que fueron haciendo desde hace varios años cuando eran un equipo que rayaba en el amateurismo. 

Precisamente, ayer realizaba un artículo sobre el conjunto brasileño, sus fortalezas, mejores jugadores y expectativas del conjunto de Santa Catarina previo a una Gran Final que nunca va a llegar. Por cosas del destino o cuestiones que ahora son difíciles de pensar. 

Hoy todo lo que se hable o se diga entorno a la pelota pasa en un segundo plano, la copa no es el tema central, sobre quien va a jugar en uno u otro equipo dejó de ser noticia. Por su parte, la solidaridad, los valores como seres humanos, el deber de ayudar, el colegaje entre futbolistas, periodistas y ciudadanos que compartimos este mismo continente son los principales elementos de esta historia con triste final.

Quizás las heridas nunca va a sanar, por mi parte lo que surgió como una preocupación en la noche que terminó siendo una pesadilla en la madrugada, ha sido lo más complicado que me ha tocado vivir como periodista. Transmitir la información de muertos, desaparecidos, la zozobra porque ocurría cerca a mi terruño, el saber que siempre que pasaré por La Unión, tendré la melancolía que para la eternidad, un campo santo lleno de ilusiones, sueños y ganas de vivir posen entre el terreno boscoso y la topografía agrestre del Oriente Antioqueño. 

El lema de la camiseta de Chapecoense en 2016 fue "somos más que once", una casualidad transformada en la solidaridad de dos pueblos hermanos que siempre quieren estar alegre, que a pesar de las dificultades aprendieron a seguir adelante. Como leí en redes: "llegaron con un sueño y se transformaron en leyenda". El día en el que La Unión y Chapecó se fundieron para ser tierra de campeones.