No se trata de hacer leña del árbol caído ni nada parecido, se trata de exponer los principales argumentos del por qué Nacional fracasó en este semestre, la bronca de los hinchas contra el equipo y de que la gestión del cuerpo técnico debe ser revisado muy minuciosamente durante este receso sin descartar la posibilidad que el entrenador sea despedido.

Cuando Juan Manuel Lillo llegó a Atlético Nacional, sus primeras palabras fueron, "Las palabras dicen pero no hacen, pero los hechos dicen y hacen", asegurando no prometer nada hasta empezar a hacer las cosas. Posteriormente empezó a darle mucha relevancia a la posesión de pelota como lo más primordial del 'Rey de Copas' pero siempre evadiendo las preguntas sobre la inefectividad en las opciones de gol al comienzo del campeonato y en las últimas fechas a omitir los cuestionamientos de los partidos en los que Nacional no pateaba al arco en los 90 minutos o solamente en el último tramo del juego.

En esa misma rueda de prensa de presentación en Nacional, Lillo valoró el trabajo dejado por Juan Carlos Osorio ya que ellos se habían conocido cuando el español tomó las riendas de Millonarios y compartieron conceptos durante el Mundial 2014, sin mencionar en ningún momento el nombre de Reinaldo Rueda, casi como despreciándolo o ignorándolo, como si el paso del técnico vallecaucano en el verde hubiera pasado desapercibido, haciendo caer muy mal a la afición de entrada y sumando a la polémica salida de Elkin Blanco quién se habían ganado su titularidad merecidamente después de menos a más pero que nunca fue del agrado de Lillo incluso desde Millonarios.

Todo lo anterior demuestra que el mal ambiente contra el nuevo cuerpo técnico no fue organizado ni de cerca por la prensa deportiva, ni tampoco por la hinchada como lo quieren hacer ver los del club y algunos defensores de Lillo, sino que fue provocado por una acumulación de detalles malos desde adentro del club que terminaron formando una bola de nieve gigante llena de energía negativa.

El entrenador español pareció haber tenido afán de borrar todo lo que hizo Rueda, tratando de cambiar el ADN del fútbol nacionalista de la noche a la mañana y no haciéndolo de forma progresiva mientras el equipo continuara jugando con el sello que había dejado el cuerpo técnico anterior, algo que sin duda influyó al final para que el plantel terminara de confundirse completamente con los papeles en la cancha y del que no fueron más de 5 partidos buenos en el semestre con un fútbol demasiado lejos de ser atractivo.

La cereza o más bien el vinagre final para terminarle de darle el toque ácido en la comida fueron las últimas dos ruedas de prensa que organizó el equipo verde entre el jueves pasado en Guarne y el sábado después de la eliminación de Liga contra el Deportes Tolima.

La exposición de los 3 referentes como Franco Armani, Alexis Henríquez y Macnelly Torres en Guarne culpando a la prensa del mal ambiente para justificar el deficiente rendimiento del equipo en lugar de calmar las aguas solamente hizo volverlas más violentas, sin nada de autocrítica por parte de la plantilla que diera la impresión de ser excesivamente mimada por el cuerpo técnico y desafiando a la opinión pública con una frase hecha por Henríquez que decía "Si no entienden a Lillo, es problema de ustedes".

Tras perder en los penales, no solamente Lillo compareció ante los periodistas sino toda la plantilla y junta directiva, para terminar de darles una cachetada a todo el mundo anunciando el respaldo al cuerpo técnico que nunca se vio reflejada en la cancha y casi ignorando por completo el enojo general de la hinchada que pidió la salida de Lillo.

Andrés Botero Phillipsbourne no hizo sino perjudicar mucho más de lo que ya estaba a Juan Manuel Lillo, manifestándole su respaldo cuando en este momento el presidente del club tiene menos credibilidad que el mismo entrenador, mientras que René Higuita vendió una muy mala imagen de su parte para defender una gestión paupérrima y borrando un tuit suyo diciendo que si la hinchada no acompaña en masa al equipo en finales era porque tenían la razón.

Señores de Atlético Nacional, sepan que la hinchada no es estúpida ni se deja meter los dedos a la boca, vinimos de un proceso exitoso de 5 años liderados por Osorio y Rueda que tristemente lo acabaron en 6 meses con un entrenador que lleva 32 años dirigiendo sin ganar ni un título, con abonos exageradamente caros que espantaron a los aficionados del estadio, con la incertidumbre de que el goleador del equipo no tiene asegurada su continuidad para el próximo año y en el que todavía extrañamos al anterior cuerpo técnico y presidente que salieron del club en condiciones extrañas que jamás se explicaron. Después de todo lo anterior, ¿Siguen preguntándose por qué hay mal ambiente y por qué los hinchas no están contentos con el equipo?

Muchísimas cosas habrán que replantear para el próximo año y por parte del autor de esta nota, cambiar de director técnico no sería tan descabellado sabiendo que en 6 meses no demostró absolutamente nada de lo que predicó y que un nuevo timonel no asegura ganar la próxima Copa Libertadores pero sí al menos imprimir un nuevo estilo futbolístico para trabajar y mejorar. No sé si la Organización Ardila Lulle es consciente del grueso error de cambiar a un presidente ganador como Juan Carlos De La Cuesta por un político que fue salpicado por unos juegos nacionales mal organizados y en el que cada entrevista demostraba sus pocos conocimientos futbolísticos. Jugadores como Gorka Elustondo, Juan Pablo Nieto, Esequiel Palomeque, Jhon Edison Mosquera, Edwin Velasco, Luis Carlos Ruiz y Arley Rodríguez, no deben continuar más en Nacional por sus pésimos rendimientos en el que cada oportunidad brindada en la cancha fueron desaprovechadas mostrando imágenes bastante pobres.

En conclusión, se necesitará más que un discurso bonito de un director técnico para que la hinchada deje de fastidiarse porque mientras no exista autocrítica dentro del club, ni refuerzos de categoría para el próximo año, no esperen un ambiente lleno de flores y dulzura para el 2018.