No hay peor ciego que el que no quiere ver, ese es quizá el refrán que mejor se acomoda a lo que estaba sucediendo en Atlético Nacional, luego de tres partidos oficialmente disputados en Colombia, sin contar la victoria por la mínima diferencia ante el equipo ‘cardenal’.

Después de los anteriores partidos, el club que dirige Jorge Almirón había dado claras muestras de la idea de juego que quiere él quiere implementar en el equipo, priorizando por encima de todo la recuperación rápida del balón, con presión inmediata tras perderlo, además de salir jugando desde la parte defensiva aprovechando los espacios que deja el rival.

Pero había una situación pendiente y urgente que requería la fase de juego, la pausa, sí, la pausa para escoger la mejor idea en el momento de atacar o defender, la pausa para mantener el control del partido, la pausa para tener mejor sociedades en la cancha, la pausa para no revolucionar el partido con velocidad, la pausa para todo.

Y eso fue lo que se vio ante Independiente Santa Fe. Macnelly Torres le dio al equipo otra cara, pues no sólo se adueñó del balón y los tiempos del partido, sino también fue colectivo con sus compañeros, especialmente con Gonzalo Castellani, jugador con el que hizo buenas sociedades.

Fue entonces en el minuto 10 del primer tiempo cuando el rival quiso salir jugando desde el fondo y el mismo jugador barranquillero interrumpió el pase, centró de primera para que el goleador Dayro Moreno marcara de cabeza el gol de la victoria parcial del equipo ‘verdolaga’.

Asimismo, en el minuto 10 de la segunda parte, Macnelly creó otra jugada de peligro. En el área rival, él le pasó el balón a Dayro, quien se lo devolvió de primera para superar la última línea defensiva del rival, el balón lo controló Torres e intentó definir con una maniobra rápida, pero el remate se fue cerca del palo izquierdo del arquero Miguel Solís.

Así le fue a Macnelly Torres, quien se vio distante del nivel que se le conoce, pero por la falta de continuidad, pues el jugador no había tenido actividad con el equipo en las últimas dos semanas -en la final de la Superliga y en la primera fecha de la Liga Águila-. 

El nivel seguramente lo recuperará con el paso de los partidos, pues el volante de 33 años de edad es de esos jugadores que no necesitan de adaptación a un esquema táctico, solo requiere sumar minutos. 

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