Hernán Cortes, la igualitaria ‘im-perfección’ del retrato
El pintor Hernán Cortés en su estudio / Foto: www.hernancortesmoreno.com

Nacido en Cádiz en 1953 en el seno de una familia con una dilatada tradición profesional vinculada a la medicina, como no podía ser de otra manera a Hernán Cortés Moreno se le presuponía un futuro vital continuista en el mundo y la vocación medicinal, pero en cambio durante su infancia recibió una influencia absolutamente crucial para que el joven Hernán acabara eligiendo el arte en lugar del ejercicio médico. Su madre fue la figura referencial que le inculcó el amor por la pintura, la que le regaló su primera paleta y le abrió las puertas a un mundo que comenzó a conocer en el taller donde Manuel López Gil se volcaba en el arte de la pasión e inspiración pictórica junto a sus hijos. Aun así Hernán intentó seguir con la tradición familiar cursando estudios de medicina, que finalmente abandonó para entregarse por completo al arte. Precisamente el retrato de su madre, además de varios autorretratos y paisajes luminosos de la Bahía gaditana fueron los que dieron color y vida a sus primeros sueños como pintor.

A una formación académica desarrollada en la Escuela Superior de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla, bajo el auspicio y la tremenda influencia de Antonio Agudo. Fundamental sin duda en su personalidad pictórica muy especialmente en el hecho del conocimiento de la anatomía interna y externa del ser humano. Del naturalismo de su obra, de la cohesión de la figura humana con la expresión que se proyecta. Posteriormente, como todo artista, todo pintor que se precie, fue experimentando influencias, e incorporando conocimientos a su propia concepción de la pintura. En París se sintió atrapado por Tapies y Nicolás de Staël y con su traslado a Madrid a la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando, comenzó a ver la pintura desde una perspectiva de contrapunto con la tradicional escuela sevillana, lo rotundo de las líneas y la expresividad de los contornos.

Dejó por un tiempo los estudios de arte para seguir trabajando como pintor en un taller junto a su compañero y amigo Pedro Escalona. En 1980 obtuvo la licenciatura en Bellas Artes en la Escuela Superior de San Fernando de Madrid, terminando así a nivel educacional una profesión para la que además de muy preparado, había nacido. Su viaje a Italia y la contemplación en vivo de los frescos y murales de Giotto, Piero della Francesca, Mantegna… quedaron grabados para siempre en su memoria. Por ello en 1994 abandonó el óleo por el acrílico, para hacer aflorar de forma definitiva y en todo su esplendor esa transparencia mágica que siempre buscó en su concepción del arte.

Retrato, ladrón de almas

El retrato es un arte imitativo, es una representación lo más fiel posible de la individualidad, si las viejas tribus cuando conocieron el arte de la fotografía la consideraron como una forma de robar el alma del fotografiado, en una gran medida el pintor ha de robar igualmente un poco el ser del retratado, con objeto de representarlo de la forma más exacta tanto a nivel humano como artístico. Y si no es el alma lo que se atrapa ha de ser la mirada, el espíritu y la conciencia, este es el secreto del gran retratista al que se le otorga la libertad de pintar lo que realmente ve. Desgraciadamente en el arte y la historia del retrato durante demasiado tiempo se convirtió en un medio de diferenciación de clases, de ostentación, un vehículo artístico para ensalzar el estatus social, las casa reales, la aristocracia y las altas dignidades eclesiásticas.

Hernán Cortés es por tanto uno de los más grandes retratistas de nuestro tiempo, en el marco creativo del realismo clásico contemporáneo, habiendo inmortalizado/mortalizado a numerosos personajes de las monarquías, la cultura, de la economía, y la política. Entre el estudio plástico y psicológico del modelo, el pintor gaditano ha dado un paso más al humanizar, en lugar de entronizar al personaje. Dicen los expertos que existen pocos retratos como los mendigos que pintó Velázquez por la sencilla razón de que el genial artista plasmó lo que vio, lo que proyectaban, no lo que le insinuaban que debían proyectar. En esto Cortés es un excelso pintor fuera de etiquetas estamentales, rompedor y absolutamente reflexivo para con un arte mayor tremendamente problemático.

Igualdad, mortalidad, individualidad

Paradójicamente en el carácter institucional de muchos de sus encargos, de sus obras, se comprueba ese profundo trabajo de estudio, esa personalidad que le diferencia del resto. Pese al elevado estatus social de muchos de sus modelos, aborda con el tratamiento del rostro, las miradas, la orientación de la anatomía de sus torsos, los fondos abstractos y las siluetas difuminadas, una realidad valiosamente imperfecta: la del ser humano. En sus trabajos muchos de ellos retratos encargados por el Congreso de los Diputados y el Senado español, Cortés se desmarca de la alegoría barroca o renacentista de exaltación del personaje. No se producen abismos infranqueables, superando ampliamente la ejemplaridad de lo oficial con un tratamiento extraordinario de la igualdad de base en la condición humana de todo modelo, ya sea mendigo o rey.

La ejemplaridad se dignifica en sus obras de personajes ilustres con un tratamiento artístico y expresivo de igualdad y mortalidad. No existe diferencia entre el retratado y el espectador, los perfiles abren un diálogo a tres entre el modelo, cuyo realismo es tal que parece que en cualquier momento se van a girar para dirigirse tanto al pintor como a aquel que lo contempla. Un diálogo con un punto común, de igualdad democrática; es en esto, además de su perfecta imperfección de la mirada, del rostro, la arruga, la expresión, en lo que

Hernán Cortés marca la diferencia, paradójicamente convirtiendo a todos en lo que son: seres humanos. Personajes cruciales de la última década española -entre ellos los padres de la Constitución- tratados como tal. Creaciones pictóricas del mundo contemporáneo, de la actualidad, con las que ha conseguido renovar el género del retrato incorporando influencias de la abstracción, el arte pop, el cómic, el cine y la estructura ortogonal espacial de su tierra natal.

Académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de Cádiz y de la Hispanoamericana, además miembro del Real Patronato del Museo del Prado. En cierta medida recorriendo el estudio de su obra artística, su trayectoria vital, no dejó en realidad de proseguir con la tradicional trayectoria profesional de su familia, pues el pintor gaditano es un profundo conocedor de la anatomía humana, estudioso del espíritu, la psicología y doctor acrílico de personas que al contemplar sus retratos sienten el estímulo de endorfinas que les ayudan a sanar cuerpo y alma. Pues en esencia Cortés nos muestra en la perfección imperfecta del dibujo, el retrato, la igualitaria imperfección del ser. El compendio de su obra, cuya buena parte de ella -130- se podrán contemplar hasta el próximo 10 de octubre en el Espacio Fundación Telefónica en Madrid con el nombre "Cortés. Retrato y estructura".

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