Durante la sesión matinal del domingo, una pantalla iluminaba la pista cubierta de Birmingham. Las imágenes mostraban a un joven que corría por una pista de ceniza casi desfallecido. Servían para anunciar el fallecimiento de Sir Roger Bannister. El primer atleta que pudo correr la milla en menos de cuatro minutos. Una gesta difícil de entender en una época en la que más de 1300 atletas han conseguido superar la mítica barrera. Una historia apasionante que derribaba una frontera que se creía inexpugnable.

El día seis de mayo de 1954 amaneció en pleno temporal de viento y lluvia. Un joven nurólogo de 25 años terminaba su guardia como interino en el hospital St. Mary´s de Londres. Era alto, casi medía 1,90 metros de estatura, pero a la vez flaco y desgarbado, de rostro afilado y pelo rubio. En su pasado como atleta universitario había ganado una medalla de bronce en los 800 metros del Campeonato de Europa de Bruselas y llegó cuarto en los 1500 metros de los Juegos Olímpicos de Helsinki. Caminaba hacia la estación de Paddinton para subir a un tren que le llevaría a Oxford. En su mente intentar superar una barrera que según la opinión popular no se podía superar. En sus manos unas zapatillas de clavos encargadas por el mismo con un peso extraordinariamente bajo.

Más de 3000 personas esperaban en la pista de Iffley Road. Iban a presenciar el encuentro entre la Amateur Athletic Association y el Oxford Track Club. La BBC cubriría el mitin en el que los de la triple A prometían algo muy especial.

Brasher, Bannister y Chattaway|GETTI-Imagen de archivo
Brasher, Bannister y Chattaway|GETTI-Imagen de archivo

Dos amigos esperaban a Bannister, se trataba de Chris Brasher y Chris Chattaway. Dos atletas de élite que ayudarían al joven médico en su empresa. A las 18:00 con una ventana de buen tiempo los tres amigos salieron a correr. Brasher hizo de liebre en las primeras 8 vueltas al óvalo. Marcaba así un tiempo de un minuto y 58 segundos en la primera media milla. A partir de ahí y hasta el tercer cuarto de milla Chattaway cogía el mando. Habían pasado en tres minutos y siete décimas, retrasados según el plan de carrera. En ese momento, Roger Bannister, poseedor de un brutal cambio de ritmo dejó atrás a su amigo. Quedaban 400 metros en los que Bannister necesitaba bajar de la improbable marca de 59 segundos. Llegaba a meta desencajado, hasta tal punto que tuvieron que ayudarlo a sostenerse en pie. El narrador de la prueba, Norris McWhirter, se tomó su tiempo. Al fin anunció que el tiempo conseguido era de tres minutos, cincuenta y nueve segundos y siete décimas. La algarabía del público no le dejó terminar. Roger había roto el muro invisible de los cuatro minutos. También consiguió batir el récord del Mundo que mantenía el sueco Gunder Hägg (4 minutos, 1 segundo y cuatro décimas) desde 1945.

El 21 de junio de ese mismo año, el australiano John Landy conseguía en Turku, Finlandia, batir el récord de Bannister. Con una marca de tres minutos y cincuenta y ocho segundos batía la marca del inglés. La batalla que se planteaba en los Juegos del Imperio Británico prometía ser feroz. En Vancouver y ante 30.000 espectadores, el duelo fue brutal. El inglés consiguió rebasar a su antagonista australiano en la última curva a falta de 150 metros. El resultado, 3:58.8 Bannister que derrotaba a Landy que tardó 3:59.6. De esa forma añadía el primer puesto a su palmarés.

Roger Bannister y John Landy | The telegraph-imagen de archivo
Roger Bannister y John Landy | The telegraph-imagen de archivo

Pocos meses depués se proclamaba campeón de Europa de 1500 metros en la ciudad de Berna. Ese mismo año, se retiró del atletismo para centrarse en su carrera de neurólogo. No dejaría de correr hasta 20 años después cuando un accidente de tráfico dejó maltrecha su rodilla.

Su última aparición pública fue en 2012. En la pista que vio nacer su leyenda, ahora conocida como Roger Bannister Track, hizo una vuelta de honor con la antorcha olímpica. Poco antes fue diagnosticado del mal de Parkinson. El sábado por la noche, rodeado por su familia, fallecía Sir Roger Bannister a la edad de 88 años. En sus propias palabras, “Usando simplemente sus dos pies, una persona puede superar tremendas dificultades para alcanzar una cumbre desde la que puede proclamar: Nadie ha hecho esto antes”

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