Brasil por fin celebró un gran triunfo. Thiago Braz Da Silva, de 22 años, derrotó en casa a Renaud Lavillenie en la mejor final olímpica de pértiga de la historia. El francés era favorito para repetir título como Rudisha. Siempre que se pone delante de un listón lo es, pero en demasiadas ocasiones falla a las expectativas. Cayó en los tres últimos Mundiales al aire libre y en el Europeo de Ámsterdam, sin que se resintiera el aura del hombre que batió el récord de Bubka en el invierno de 2014.

En Río pudo decir que esta vez, más que perder solo, fue derrotado. Braz Da Silva llevó al francés al territorio donde los auténticos campeones demuestran su valía. Le obligó a volar hasta 6,08m, una marca a la que nunca ha llegado al aire libre, para ganar. En la hora de la verdad no le ayudó un público de espíritu futbolero que jaleaba los fallos de los rivales de Da Silva y silbó al francés.

Lavillenie les recriminó su actitud, resopló, y entre la tensión falló definitivamente. Después, derrotado, explotó: “No hubo juego limpio. Eso es para el fútbol, no para el atletismo. No he hecho nada al público brasileño. No hemos visto nada igual desde que en 1936 el público estaba contra Jesse Owens y hemos tenido que lidiar con ello”, explicó por sus rivales.

Pese a todo, su derrota parecía inimaginable minutos antes, cuando entró a la final sobrecargado de adrenalina. Sin miedo a repetir el error de soberbia que le costó la final de Ámsterdam, no apareció hasta 5.75m. Esta vez no tuvo que ajustar. Voló a la primera también en 5.85, 5,93 y 5,98 metros y celebró cada salto como un récord mundial.

Su euforia se apagó en los 6,03 metros. Dos veces rozó el listón con su abdomen mientras bajaba y dos veces cayó tras él, casi sin querer, con suspense y pena por derrotar al campeón. Su cara empezó a quebrarse ante la inesperada hazaña de un Da Silva en vena, un joven que nunca había estado en una gran final mundial ni saltado más de 5,93 metros este invierno.

Detrás de su éxito está Vitaly Petrov, el hombre que llevó a la gloria a Sergei Bubka y Yelena Isinbayeva, pero en pista solo estaba su determinación. Igualó su marca personal a la segunda y Lavillenie le forzó a saltar directamente hasta el récord olímpico (6,03m). Al primer intento, con una pértiga dura, no llegó hasta el listón. Al segundo, entró en la historia del deporte brasileño tras un duelo memorable al que si no se sumó el estadounidense Sam Kendricks (5,85m) fue porque terminó derribando el listón con el brazo, los pies y el pecho cuando caída de alturas mayores.

VAVEL Logo
Sobre el autor
Ismael Pérez
25 años. Periodista. He cubierto los JJOO de Londres y Sochi para Somosolimpicos.com y los grandes campeonatos de atletismo desde 2011, en Praga y Ámsterdam como enviado especial. @Ismael_Prz