El prestigio de la prestigiosa atleta Genzebe Dibaba, la pequeña de la saga de fondistas etíopes, labrado a base de récords mundiales durante los últimos tres años y ninguno más espectacular que el que consiguió en julio de 2015 en los 1.500 metros para acabar con 22 años de espera (3.50.07), se resquebrajó definitivamente el pasado 21 de junio, cuando su entrenador Jama Aden fue detenido en Sabadell cargado de sustancias dopantes en el hotel en el que se concentraba su equipo de atletas, entre ellas la etíope.

Por eso, aunque ni culpable ni inocente, nadie se lamentó demasiado por la derrota de la plusmarquista Dibaba en la final de los 1.500 metros, ni de su hundimiento en la última vuelta de una carrera lenta que venció la keniana Faith Kipyegon (4.08.82) y en la que la etíope (4.10.27) casi acaba perdiendo la plata en la recta final ante la pujanza de la estadounidense Jennifer Simpson (4.10.53). La pequeña Genzebe aceleró ligeramente una prueba que pilotó a un ritmo trotón la británica Laura Weightman (1,16 los primeros 400m) ante el silencio del resto. Cuando a falta de una vuelta (3.24.90) Dibaba parecía capaz de masacrar a las demás, nadie supuso que 200 metros después su cuerpo no podría seguir el ritmo de Kipyegón, que no se despegó de ella hasta su ataque, ni que casi es engullida por el grupo en el que viajaba la medalla de bronce.

Sí repitió, en cambio, su victoria de Pekín en los Juegos el canadiense Derek Drouin, que, otra vez sorprendente, se mostró como un gran competidor en la final de salto de altura. No falló ni una sola vez y en su regularidad se elevó por encima de los 2,38 metros, una altura con la que no pudieron ni el catarí Mutaz Essa Barshim (2,36m) ni el ucraniano Bohdan Bondarenko (2,33m), que no abandona su costumbre de saltarse intentos. Se quedaron así sin oro olímpico los dos saltadores más destacados del ciclo olímpico, los que hicieron soñar a los aficionados del atletismo con batir el récord mundial de Javier Sotomayor (2,46m) en cada competición en la que se enfrentaban entre ellos y al listón en 2014.

En las finales matinales que ofrecen los Juegos nadie se arruinó con sus apuestas. La croata Sandra Perkovic venció en disco (69,21m) por delante de la francesa Melina Robert-Michon (66,73m) y de la cubana Denia Caballero (65,34m). En triple salto repitió victoria olímpica el estadounidense Christian Taylor (17,86m) ante su compatriota Will Claye (17,76m) y el chino Bin Dong (17,58m).

Silbidos a Lavillenie

En un estadio semivacío volvió a sufrirse el espíritu poco olímpico de la afición brasileña. Durante la entrega de medallas del salto con pértiga, el público silbó al subcampeón Renaud Lavillenie después de que éste criticara los abucheos que sufrió en la final de la noche anterior. El plusmarquista mundial comenzó a llorar y después debió ser consolado por el campeón brasileño Braz Da Silva y por el presidente de la Federación Internacional de Atletismo, Sebastian Coe.