“Esto así no va, si quiere preparar otro maratón y atacar el récord del mundo, debe prepararse en serio”. La reprimenda de Jos Hermens a Bekele horas después de que su pupilo acabase abandonando el maratón de Berlín, parecía anunciar tiempos trascendentales para el fondo mundial. Es que Kenenisa Bekele (35), seis veces campeón mundial de cross, portador de las plusmarcas mundiales en cinco y diez mil metros y dueño de la segunda mejor marca histórica de maratón, es además el símbolo de una generación de atletas que lo han conseguido todo, con Haile Gebrselassie a la cabeza y los diezmados Geoffrey y Emmanuel Mutai, pero que parecen acercarse (excepto Haile ya retirado) a las puertas del retiro.

La capacidad inobjetable de Kenenisa, que en 2017 adujo falta de forma para ausentarse del campeonato mundial de agosto, es contrastada por una metodología de trabajo mucho más minuciosa y planificada de una nueva camada de fondistas no tan lejanos en edad pero si en cuanto a apertura generacional a más y mejores métodos de entrenamiento, en especial gracias a los avances tecnológicos y la proliferación de datos y estadísticas en el deporte, particularmente en el atletismo. 

El caso insignia de ese cambio de paradigmas es el de Kipchoge (32), que ganó por segunda vez en Berlín (2:03:32) frente a unas abominables condiciones meteorológicas y con el esfuerzo mayúsculo que le significó Monza, tan solo cuatro meses atrás. Eliud, ganador de siete de los ocho maratones que corrió, posee además la tercer mejor marca de todos los tiempos en maratón (2:03:05), es el vigente campeón olímpico de la distancia y arrastra un exitoso pasado en la pista (con una medalla de plata en Beijing), donde quedó relegado en muchas ocasiones por el mismísimo Bekele.

Las fortalezas de Kipchoge, más allá de su propia economía de carrera, los efectivos planes de entrenamiento de su coach Patrick Sang o los valores máximos de VO2, son mentales y tienen que ver con la creencia de que puede llevar adelante empresas tan complicadas como ganar un maratón en 2:04:00 con las plantillas por fuera o correr en dos horas los cuarenta y dos kilómetros, pero también con el sometimiento a recursos tecnológicos y técnicos que mejoran considerablemente sus probabilidades de éxito. No es casualidad que Nike, que no suele fallar en su selección de imagen, lo haya escogido para ser el protagonista principal de su marketinero pero competitivo Breaking2, con Tadese y Desisa como partners. El proyecto, que tuvo -discusiones al margen- a un solo protagonista, quedó a veinticinco segundos de cumplir con la proeza y demostró que el ser humano, con alguna ayuda, está apto para correr en dos horas un maratón. 

Una de las cosas que más achaca Hermens (también manager de Kipchoge) a Bekele es la falta de seriedad a la hora de preparar el maratón. En el temprano 2017 y tres meses después de haber conseguido las 2:03:03 en Berlín, Bekele volvió a dejarse seducir por los petrodólares de Dubai, considerado el tercer circuito más rápido del mundo después de Berlín y Chicago, pero con un clima que puede volverse infernal para buscar el récord del mundo, algo que a principio de año parecía un hecho para Bekele. El resultado fue un abandono después de una caída en la línea de salida. Meses más tarde, en abril, Bek llegaba a la estelar Londres con una clara misión. Los millones de espectadores alrededor del mundo, la plata de los sponsors puestas en él (Vodafone hasta le hizo una aplicación especial en su reloj que predecía su ritmo de carrera), hacían prever un nuevo récord mundial. En medio, el hermetismo tradicional de Bekele, que poco y nada habla sobre su preparación y prefiere el perfil bajo. El resultado fue emocionante, en una verdadera batalla con Daniel Wanjiru, que no llegaba como figura principal pero que terminó doblegándolo en la última parte de carrera. El récord mundial quedó lejos y el futuro cercano del etíope volvió a nublarse.

Bekele, que después de sendas lesiones había logrado volver a su mejor forma gracias a la gestión Hermens con Yannis Pitsiladis (dueño del “otro” proyecto que busca bajar las dos horas, Sub2h), enfrentaba ahora sí la incertidumbre. Después de la ya mencionada baja de agosto, con solo un mes de diferencia hasta Berlin, la ilusión y las gestas históricas de Bekele nos estimulaban a pensar que él podía con el récord de Kimetto, pero la realidad nos hacía pronosticar otro final, el que finalmente ocurrió. Todo hace pensar que 2017 está terminado para él y que si lo desea en 2018 aún le quedará un as bajo la manga. 

Entre las distintas realidades de Kipchoge y Bekele está Wilson Kipsang, que tiene la misma edad de Bekele pero un presente (más allá del abandono en Berlín por problemas estomacales) cercano al de Kipchoge. Sus robusteces son la regularidad, su talento innato y la seriedad con que enfrenta cada uno de sus objetivos, preparándolos con una disciplina inquebrantable. Pero además, su madurez no ha sido impedimento para aplicar nuevos métodos de entrenamiento ayudado por el proyecto de Pitsiladis. En 2017, antes de Berlín sólo había corrido un maratón, Tokio en febrero, con la mejor marca del año hasta ese momento (2:03:59). Bajó de 2:04 en cuatro oportunidades, ostentó el récord del mundo en la distancia y posee el cuarto mejor tiempo histórico compartiéndolo con Emmanuel Mutai, 2:03:13 el día en que Bekele realizó estuvo a seis segundos del récord de Kimetto. Por antecedentes, es de los “viejos” corredores a los que no hay que dar por vencidos en un futuro mano a mano con Kipchoge, como los únicos que en el corto plazo pueden quebrar las 2:02:57 de Kimetto. 

Más allá de ellos, hay una tímida pero consolidada nueva generación que más allá de provenir de Addis Abeba o Eldoret, son hijos de la tecnología en edades donde Occidente los espera con los brazos abiertos para comenzar su andar. Los campamentos de entrenamiento mantienen su fisonomía austera, pero detrás de ellos, a miles de kilómetros, en Alemania o Estados Unidos hay científicos en su mayoría contratados por Nike y Adidas examinándolos, cotejando sus pruebas y soñando con proyectos como Breaking2, que rompen todos los esquemas ya conocidos. Guye Adola, que el domingo sorprendió al mundo del atletismo cuando en el kilómetro treinta y cinco de Berlín se animó a despegarse de Kipchoge, es uno de ellos. En su primer maratón consiguió la mejor marca para un debutante (sin contar aquellas 2:03:06 de Moses Mosop en la no homologada Boston el día en que Geoffrey Mutai corrió en 2:03:02), y su futuro asoma fulgurante.

Si Zerzenay Tadese, que posee el récord del mundo en media maratón, se recupera de su traumática experiencia de Monza está en condiciones de acercarse al récord de Kimetto junto a Geoffrey Kamoworor, que aún no se decide a dar el salto cualitativo en la distancia pero que con sus campeonatos de cross y medio maratón ya ha demostrado que tiene con qué. Abraham Cheroben (58:40 medio maratón), aún no debutó en la distancia pero en un futuro puede meterse en la discusión. 

2018 será el año donde algunos pueden comenzar a despedirse, otros se consolidarán y uno, Eliud Kipchoge, continuará agigantando su leyenda con una sola premisa: ser el mejor de toda la historia.