La FIBA, la Federación Internacional de Asociaciones de Baloncesto, se creó allá por 1932. El primer presidente fue el suizo Leon Bouffard, y los países fundadores fueron Argentina, Checoslovaquia, Grecia, Italia, Letonia, Portugal, Rumanía y Suiza. Para los Juegos Olímpicos de 1936 en Berlín, el baloncesto fue reconocido como deporte olímpico, y se tenía que buscar un sistema de clasificación. Así nació el campeonato de Europa, que ya desde el principio sirvió para clasificar a los equipos para los Juegos (el Mundial no se disputaría hasta 1950).

Pero nada tiene que ver con lo de ahora. El primer campeonato, disputado en Ginebra, y aLos países bálticos dominaron la competición al inicio, siendo independientes y tras unirse a la URSSlgunos equipos, como España, estuvieron a punto de no ir. Los primeros campeonatos guardan historias de gran curiosidad humana. Ya desde el principio los países bálticos dominaron la competición, siendo Letonia el primer campeón. Este equipo, que le ganó la final a España por 24-18 el 5 de mayo de 1935 (con el mejor jugador del torneo para el español de origen panameño Rafael Martín), está considerado el primer “Dream Team” de la historia. Hay poca información sobre ellos pero tenemos un par de curiosidades reseñables. Janis Lidmanis era uno de los jugadores importantes de Letonia en baloncesto, y en fútbol. Era centrocampista en el equipo nacional de fútbol, pero llamó la atención por su potencia de saque de banda, así que decidieron incluirle en el equipo de baloncesto.

En aquella época la altura era bastante menor a la actual. El gran gigante de entonces era un jugador de California llamado Frank John Lubin, que medía 2 metros. Había jugado en la prestigiosa universidad de UCLA, y antes que existieran las franquicias, Lubin jugó en el equipo de la Fox (entonces sólo productora de cine), que también era la selección de Estados Unidos. Tras los Juegos de 1936 fue invitado a su país de origen, Lituania. Quedó tan encantado que se convirtió en jugador-entrenador de la selección lituana y logró ganar el Eurobasket de 1939. Sin embargo la Segunda Guerra Mundial trajo consigo la disolución de los países bálticos y la aparición de la gran fuerza dominante los siguientes 20 años: la Unión Soviética.

En los últimos tiempos se ha estrenado la película "Dream Team", que cuenta la historia del equipo letón de 1935:

Los primeros tiempos modernos

La URSS ganó todas las competiciones entre 1951 y 1971, excepto la de 1955 que se disputó en Hungría. Sin duda el unir a los jugadores bálticos bajo un mismo equipo ayudó, ya que el deporte de la canasta era de relevancia importante en esos lugares. Curiosamente uno de los primeros campeonatos tras la guerra se disputó en Egipto, que entonces era un país influyente en el mundo del baloncesto. Había participado ya antes de la guerra como invitado en algún Eurobasket. El Líbano y Siria también jugaron la competición.

Los 60 traerán los primeros mitos. Y el primero estaba en el banquillo. El coronel Gomelsky tuvo una longeva carrera como entrenador. En total, más de 40 años en activo, 30 de ellos a cargo de la Unión Soviética. Ganó 14 ligas soviéticas y la Euroliga de 1971 con el CSKA de Moscú. Curiosamente Gomelsky no dirigió a la URSS en el éxito más conocido de ese equipo, el oro de los Juegos Olímpicos de 1972 por problemas de pasaporte, pero su legado en el baloncesto ruso es innegable, con dos campeonatos del mundo y el oro en Seúl 1988 con Sabonis y compañía. Yugoslavia comienza a asomar la cabeza con tres leyendas de especial importancia: Ivo Daneu, el primer gran jugador yugoslavo, nacido en Maribor, entonces Eslovenia y dominante de la prestigiosa liga yugoslava con el Olimpija de Ljubljana. Radivoj Korac, cuya leyenda quedó frenada de golpe a los 31 años por un accidente de tráfico tras liderar en actuaciones individuales la liga en siete ocasiones. Y en el banquillo, Aleksandar Nikolic. El duelo Nikolic-Gomelsky se repitió a lo largo de los años. Nikolic, cuya figura es indispensable para entender la explosión del baloncesto yugoslavo en los 70 y 80, es apodado “El Profesor”, porque ejercía como tal en la universidad, y entre sus alumnos más destacados estarían Zeljko Obradovic, Dusan Ivkovic o Bozidar Maljkovic. Consiguió el Mundial de 1978, e hizo debutar en la selección a Kresimir Cosic (el hombre que terminaría con el dominio de la URSS) y Boris Stankovic, posterior presidente de la FIBA.

La tiranía de la URSS venía representada por Gennadi Volkov, mítico jugador del CSKA que cuenta con un palmarés envidiable: 6 campeonatos de Europa de selecciones, un campeonato del mundo, cuatro medallas olímpicas (incluido el oro en 1972), 10 ligas soviéticas y 3 Copas de Europa con el CSKA. Él dio paso a la generación de los hermanos Belov. Sergei fue el primer europeo en entrar en el “Naismith Memorial Hall of Fame” y tres veces máximo anotador de la Copa de Europa. Alexander falleció a los 26 años tras ser elegido en el Draft de la NBA por los New Orleans Jazz. Ambos siguieron el dominio de la URSS hasta 1973, cuando la aparición de la primera generación dorada yugoslava les apartó del dominio del Eurobasket.

El kosarka golpea por primera vez

Kosarka” es como llaman al baloncesto los yugoslavos. Y en los años 70 y 80 serían los dominadores de Europa con permiso de la Unión Soviética. El gran éxito del baloncesto yugoslavo fue ser un pionero, combinar la apertura exterior con el modelo deportivo de los países del Este. Por explicar esta mezcla, en los países del Este un jugador no podía salir del país hasta los 29 años, o haber conseguido un número elevado de internacionalidades, lo que aumentaba el nivel competitivo de la liga. La férrea disciplina combinada con la obligación de estudiar hasta un determinado nivel no sólo creó extraordinarios jugadores de baloncesto. Muchos jugadores de aquella época fueron excelentes gestores en los despachos y la mayoría (Danilovic en el Partizán, o Radja en el Split) son presidentes de clubes. La gran diferencia con la URSS fue la apertura de los yugoslavos. Sabían que necesitaban algo más, así que Nikolic pasaba temporadas en Estados Unidos estudiando los sistemas de entrenamiento de las universidades, la liga se paraba para que el equipo nacional fuera a jugar una gira a Estados Unidos, y por ejemplo, Kresimir Cosic, el gran pívot de los 70, dejó el baloncesto europeo tres años para ir a la universidad de Brigham Young. Aunque a nivel de club no consiguiera grandes éxitos, su legado es de los más importantes de la historia. Un oro olímpico, dos mundiales y tres europeos con Yugoslavia, como entrenador consiguió el bronce en el Eurobasket de 1987, aquel en que empezaron a aparecer Radja, Divac y compañía.

Los duelos entre soviéticos y yugoslavos fueron la tónica dominante entre los 70 y los 80. Excepto en 1983, uno de los dos siempre llegó a la final. Ese año le tocó al sur de Europa salir en los papeles como finalistas. La Italia de Meneghin, Riva y el polémico entrenador Gamba contra la España de Díaz-Miguel, Fernando Martín, Epi y Corbalán. Los italianos, un equipo muy duro, que se vio representado en la época por el equipo de Milan, se hicieron con el torneo, en que debutó a gran escala Drazen Petrovic. Precisamente en el encuentro de la primera fase entre Italia y Yugoslavia (91-76 para los italianos), hubo una batalla campal legendaria con el puñetazo de Grbovic a Meneghin y el lamentable episodio de la tijera.

Gallis y el fin de la URSS y Yugoslavia

La URSS contó con una estupenda generación en los 80. Todavía con Lituania en la Unión, Gomelsky y compañía supieron aprovechar la devoción por este deporte en los países bálticos, y consiguieron enlazar dignamente la generación del oro de 1972 con la de 1988 con tres campeonatos europeos (1979, 1981 y 1985). En las primeras, el gigante Tkachenko, el longevo Jovaisa (carrera de 26 años como profesional) y Belostenny llevaron al equipo al éxito ante la Israel de Berkowitz y la Yugoslavia “pre Petrovic”. En 1985 ya se incorporaron al equipo las perlas del Zalgiris de Kaunas, el equipo que había aparecido para plantar cara al CSKA y que había llegado a la final de la copa Saporta de 1985 ante el Barcelona (y llegaría a la final de la Copa de Europa de 1986 ante la Cibona de Petrovic). El impacto de Sabonis fue inmediato. Era un pívot del siglo XXI en pLa URSS y Yugoslavia dominaron durante 30 años el baloncesto europeolenos años 80. Sólo Kresimir Cosic había sido tan adelantado en su tiempo como lo fue el gigante lituano, quien pronto destacó por su capacidad de pase, su increíble facilidad para generar juego y su coordinación a pesar de su gran altura. Acompañado de Kurtinaitis y Chomicius lideró a la URSS al oro de 1985, y cuyo quinteto ideal fue conformado por cuatro de los mitos europeos más importantes de la historia y futuros jugadores NBA: Fernando Martín, Sabonis, Petrovic, el alemán Detlef Schrempf y su acompañante el base soviético Valters. Debe mencionarse la figura de Schrempf, el predecesor de Dirk Nowitzki en todos los sentidos. Se marchó a Estados Unidos para jugar el último año de Instituto, y fue tres veces All-Star, llegando a la final de la liga con los Seattle SuperSonics. No estaría en el europeo que ganó Alemania sorprendentemente en 1993.

Nikos Gallis puso fin al dominio del Este. Fue en el Eurobasket de 1987. La URSS sin Sabonis (lesionado) ni Kurtinaitis, pero con Volkov y Marciulionis. Yugoslavia con un consolidado Petrovic, hizo debutar a gran escala a su mejor generación de la historia (y una de las mejores del baloncesto europeo), la formada por Kukoc, Divac, Radja, Paspalj, Djordjevic y Vrankovic, nacidos en 1967-68. Grecia, cuyo impacto en el baloncesto fue menor hasta ese año, vio como esa competición lanzaría a la élite al país heleno, con una generación liderada por Gallis y Fasoulas, pero que tuvo su continuación en el dominio europeo de Panathinaikos y Olympiacos en los 90, las siempre peligrosas canchas de Salónica, dominio que se ha extendido hasta la actualidad. Gallis es otro de los jugadores que a mediados de los 70 decidió emigrar a Estados Unidos para mejorar su calidad baloncestística, jugó cuatro años en Seton Hall y cuando regresó en 1979 al Aris, fue una figura presente en Europa siempre a título individual los siguientes 13 años.

1989 y 1991 supusieron la consagración de la generación de Divac y compañía, formando un equipo dominante con Petrovic de máximo estandarte. Yugoslavia arrasó en los dos campeonatos, justo antes que la guerra y la separación de Yugoslavia diluyeran el equipo, que no volviería a ganar hasta 1995. Entre medio, la Alemania de Pesic (entrenador que había dirigido en su etapa juvenil a los Kukoc y compañía) dio la sorpresa y se hizo con el europeo en que jugaron de locales, aprovechando la disolución de la URSS y Yugoslavia. Éstos últimos volvieron a triunfar en 1993, 1995 y 2001. Ya sin los croatas, que protagonizaron la famosa escapada del podio en 1995 al sonar el himno yugoslavo como protesta por la guerra, Yugoslavia se las arregló para mantener una generación más el nivel, que llegó a su máximo en el mundial 2002, con los últimos jugadores criados bajo el anterior sistema. Djordjevic era el veterano, mientras que las figuras emergentes de Dejan Bodiroga y Peja Stojakovic (“los últimos yugoslavos”) ponían los últimos destellos a una selección que durante más de 20 años había estado siempre presente en la élite.

Los júniors de oro

París, 1999. Italia y España juegan la final del europeo. Fucka, Basile, Marconato y compañía se imponen a una España en transición con nombres como Alfonso Reyes, Roberto Dueñas, Herreros o Nacho Rodríguez. Y es en transición porque esa generación fue la que lanzó a los que vendrían después, los dominadores del baloncesto europeo los siguientes años. Ese mismo verano un grupo de jugadores españoles conquistaba el Mundial juvenil ante Estados Unidos (torneo en que otra futura estrella, Andrei Kirilenko, fue MVP). Poco a poco y con paciencia, ese equipo de jugadores nacidos en 1980 iría entrando en el equipo, y desde 2003 a la actualidad sólo bajó una vez del podio (Serbia y Montenegro 2005 donde fue cuarta). El Eurobasket 2001, en que España queda tercera, es la presentación en sociedad de Pau Gasol, Juan Carlos Navarro y Felipe Reyes, además de Raúl López. Con apenas 21 años estos jugadores ya son los terceros de Europa. En 2003 se añaden al grupo José Manuel Calderón y Jorge Garbajosa, pero la Lituania de Jasikevicius priva el oro. En 2007 en Madrid España está a punto de ganar por primera vez el Eurobasket, pero casualidades de la vida, es un estadounidense naturalizado ruso, J.R. Holden, el que lo impide. 20 años atrás, esa situación era imposible.

Será en 2009 y 2011 cuando la generación española, que había ganado el Mundial 2006 y se había colgado la plata en los Juegos de Pekín del 2008 se saque la espina. En este europeo de Polonia debuta en esta competición Ricky Rubio y España, tras perder dos partidos en las primeras liguillas ante Serbia y Turquía, arrasa en la fase final sin bajar de los 18 puntos de diferencia. En el último Eurobasket, Lituania 2011, España solo pierde el último partido de la primera liguilla, de nuevo contra Turquía, pero no cayó otra vez y ganó el torneo con mucha solvencia, superando cómodamente a Eslovenia en cuartos, a Macedonia (revelación del torneo) en semifinales y a Francia en la final.