La NBA es la mejor liga del mundo no sólo porque tiene a los mejores jugadores, la mejor organización o el mejor espectáculo. También lo es porque sabe conjugar como nadie el deporte y la relación con su target potencial, esto es, todo el mundo. El caso de Kevin Grow es paradigmático, su video anotando cuatro triples (4/5) en apenas un par de minutos en un partido de high-school con los búhos de Bensalem (Pennsylvania) corrió como la pólvora por las redes sociales y los responsables de comunicación de los Sixers lo tuvieron claro: vamos a rendirle un homenaje.

Kevin está en su último año de instituto y ha jugado dos partidos en su carrera

Así, Grow, de 18 años, firmaba junto al entrenador Brett Brown un contrato temporal de dos días con los Sixers, su equipo favorito. Contrato que le garantizaba asistir a los entrenamientos y al partido ante los Cavaliers. Encuentro anodino que los Cavs terminaron ganando de 29 puntos al segundo peor equipo de la NBA, estos Sixers deprimidos que supieron hacerle un hueco en su roster a un chico con síndrome de Down.

Kevin lució el dorsal 33, el mismo que en su instituto de Bensalem, el mismo que Andrew Bynum debería haber defendido la pasada temporada, en la que los Sixers terminaron pagándole 16.8 millones de dólares por no vestirse de corto. El esfuerzo y la superación, la pasión y la diversión por el deporte -Kevin lleva cuatro años entrenando con el equipo y sólo ha disputado dos encuentros- frente al pasotismo de un niño grande. El 33 de los Sixers ha vuelto a cobrar lustre.