El Río Natura Monbus Obradoiro salió ileso de un partido trampa. Llegaban los vallisoletanos a Santiago a una derrota de certificar el descenso, con la imagen de ser un equipo débil, roto, a priori incapaz de hacer saltar la banca en Sar. Había advertido en la previa Moncho Fernández de la dificultad que encerraba el encuentro, y no erró el entrenador local. Los pucelanos nunca bajaron los brazos, y rozaron la proeza para deseperación de una afición que vivió el final del partido al borde del colapso.

Pletórico Obradoiro

El Obradoiro, dolido por la mala racha, especialmente tras el tropiezo en Barcelona, mordió de inicio, no hizo concesiones, y no perdonó en ataque. El equipo local, guiado esta vez desde el comienzo por Billy Xanthopoulos, reservado el renqueante Rafa Luz para momentos posteriores, estableció el ritmo y puso la directa, en busca de la undécima victoria del curso, que se resistía desde el asalto al CID, a comienzos de marzo. Pavel Pumprla, malherido durante la semana tras una colisión con Delas, y con las heridas del percance rodeando su ojo, cargó con el equipo, y enfiló una y otra vez el aro de un desbordado Valladolid. No dio tregua el Obradoiro, y anotaron con cadencia perfecta los locales, distribuidos los puntos en Berzins, Delas y Ben Dewar, que pronto colocaron un sonrojante 16-2 mediado el primer cuarto. Siguieron apretando los santiagueses, imparables para el equipo de Ricard Casas durante los primeros diez minutos de partido, y acabaron imponiendo un estratosférico 27-11.

Se había desquitado el Río Natura del mal arranque en Barcelona (21-6), que a la postre había acabado siendo una losa muy pesada, para un equipo que nunca se rindió, y luchó hasta el último suspiro. Esta vez se vistieron de héroes los jugadores del desahuciado Valladolid. En lugar de arrojar la toalla y firmar un nuevo ridículo, el equipo morado se envalentonó y se lanzó a por el Obradoiro. Cerraron filas los de Casas en defensa, y encontraron huecos en ataque, ante el desconcierto de los jugadores santiagueses. Los atacantes vallisoletanos lucharon bien el rebote, y ganaron las espaldas a la defensa gallega con varios "puerta atrás", para cabreo, mayúsculo, de Moncho Fernández y Rafa Luz. El paulista, ya por aquel entonces en pista, ejerció de entrenador y capitán corrigiendo los desajustes de sus compañeros, que permitieron al Valladolid acercarse hasta los 7 puntos. Los esporádicos triples de Corbacho, Peterson y Xanthopoulos, fueron contestados por la constancia pucelana, y Sar empezó a inquietarse tras el triple de Iván Martínez, que mandaba el partido al descanso con un ajustado 45-38.

Un Valladolid irreductible

No en vano, el tiempo de descanso dejó entre la hinchada una sensación de desconcierto, en una tarde que parecía que sería fiesta. La Resurrección obradoirista parecía cantada tras el primer parcial, pero el Valladolid, tierra de fama y tradición en Semana Santa, no quiso ser el plato fuerte. El cordero pascual, a punto estuvo de atragantársele al Obradoiro, aún con mucho trabajo por delante, en los veinte minutos restantes.

A la salida de vestuarios, poco o nada cambió el panorama. Siguió contagiando el Valladolid al Obradoiro su desconcierto y apatía, con un baloncesto anárquico, más fruto del azar y de la lucha por la captura ofensiva cada canasta vallisoletana, que por obedecer a un plan. Sí que estuvo certero, sin embargo, Drenovac, que posteó a su par, y anotó 11 puntos, para seguir acercando al Valladolid. No obstante, los gallegos aún mandaban en el marcador, sostenidos por el incombustible Richi Guillén, que volvió a cuadrar una actuación muy notable en Sar, con 11 puntos, 3 rebotes, y 16 de valoración. El pívot malacitano fue una pesadilla en la pintura para los visitantes, y cargó de faltas a sus defensores, incapaces de ser superiores al último fichaje del Río Natura Monbus. Recortaron distancias los pucelanos, que volvieron a anotar otros 20 puntos, para establecer un apretado 61-58.

Como en los dos últimos partidos en Sar, el tramo final volvió a ser una lotería. Rafa Luz buscó allanar el camino, con acciones de enorme mérito, tratando de espolear a una afición que se había apagado, y que volvería a jugar un papel fundamental en los últimos compases. Cada acción de tres puntos local la respondía el equipo castellano con un castigo similar, liderados por Andjusic, máximo anotador del encuentro, con 18 puntos, y letal desde el 6,75. Y tras mucho remar, el Valladolid acabó cogiendo al Obradoiro. Primero, igualando el choque, y posteriormente, poniéndose un punto arriba cuando restaban 30 segundos.

Revive Obradoiro, desciende Valladolid

De estar 16 puntos abajo, ir perdiendo durante 39 minutos, a ponerse por delante cuando el partido tocaba a su fin. La afición, incrédula, se llevó las manos a la cabeza, recordando una película que ya habían visto antes esta temporada. El Obradoiro había tenido el partido ganado, y pudo sentenciarlo, pero un triple, que pudo ser definitivo de Corbacho, se salió de dentro. Fue entonces cuando volvió Pavel Pumprla a la pista. Dudó Rafa de si jugarse todas las opciones del Obradoiro a una posesión, y delegó en Pumprla. El checo no se anduvo con contemplaciones, y encaró, por última vez, el aro visitante. Se encontró el alero con una autopista, ningún defensor salió a su paso, y dejó la bola en la canasta, con una bandeja suave, sutil y precisa, para que el esférico acabase besando la red. Estalló Sar, y pidió tiempo muerto Ricard Casas.

Doce segundos en baloncesto son un mundo, y Cabezas lo había demostrado cuatro semanas atrás con sólo ocho. Rugió la afición, queriendo ser el sexto jugador, y defendió como uno más la última posesión. Se lió Valladolid, y la pelota le quedó franca a Lamont Mack, autor de 12 puntos, y dos triples, que encañonó al Obradoiro desde más allá de la línea de tres. Voló lenta la bola hacia el aro local. Silbó y surcó el cielo santiagués, amenazante, cortando el aliento de los más de 4.000 aficionados que se dieron cita en el santuario obradoirista, pero terminó encontrando el hierro, saliendo catapultada, mientras la canasta se iluminaba, señalando el final del envite. Liberó tensiones el público, respiraron los jugadores, y miró al cielo Corbacho, consciente de la importancia de una victoria, que por momentos parecía escaparse de entre las manos.

Corta, de manera agónica, la mala racha el Obradoiro, y deja practicammente certificada la permanencia en la Liga Endesa. Con 11 triunfos, los cuatro de margen, y average, sobre Manresa, cuando sólo restan seis jornadas, invitan al optimismo de cara a este tramo final, después de un año muy complicado,y con duros reveses. Ahora aguardan a los gallegos dos citas fuera, la primera de ellas, en un pabellón como es el Carpena, en el que el Obradoiro ha ganado en sus dos últimas visitas, al siempre complicado Unicaja de Málaga.

Por su parte, el CB Valladolid confirma su descenso a LEB, pero con la sensación del trabajo bien hecho, y del deber cumplido. Los pucelanos han mejorado enormente durante los dos últimos meses de competición, y la derota en Sar, que bien pudo haber sido victoria, se decidó, únicamente, en la última jugada del encuentro.