El mundial llegaba a la tierra prometida del baloncesto,el país donde se juega la mejor liga del mundo, y de donde han salido de los mejores jugadores de la historia. Estados Unidos acogía la edición de 2002 de la Copa del Mundo de Baloncesto, aunque especialmente fue en Indianapolis donde se desarrolló el torneo, que iba a tener dos sedes: El Conseco Fieldhouse, de 18.345 espectadores, actual pabellón de los Indiana Pacers, y el monumental RCA Dome, de 60.272.

El torneo se tomó como uno de los primeros mundiales serios del baloncesto. Una competición que estaba eclipsada por los JJOO al fin iba a tener un nivel en cuanto a jugadores de alta calidad. En el país organizador se respiraba miedo. Llevaban un buen equipo, formado por jugadores NBA, pero la sombra del actual campeón, la tremenda Yugoslavia de los 90, que vivía su última competición como un país unido, a partir de ahí nada iba a ser igual…

La organización del torneo, con dos fases de grupos, estaba formada por 16 conjuntos. Las favoritas, las mencionadas EEUU y Yugoslavia, la potente generación Argentina de Scola y Ginobili en sus primeros pasos y como exponente sorpresa, la nueva España con el sorprendente Pau Gasol, que venía de ser el Rookie del año en la NBA, y venía acompañado por una generación que a lo largo de los años se acabaría considerando como inolvidable.

Es cierta la pasión que se vive por el baloncesto en Estados Unidos, pero pese a tener dos enormes infraestructuras, los pabellones y estadios no se llegaron a llenar. Quizás el baloncesto FIBA no era lo suficiente para un público americano, que tenía en Paul Pierce y Rashed Wallace puestas sus esperanzas, unas esperanzas que iban a desintegrar los últimos destellos de calidad balcánica en conjunto.

La primera fase dejó por el camino a sorprendentes selecciones que había llegado por sorpresa a este Mundobasket. Es el caso de Argelia o Líbano, que fueron los grandes elementos exóticos del torneo, pero que al igual que Venezuela y Canadá, las otras dos eliminadas, no consiguieron vencer ningún partido en esta fase, y se fueron con las manos vacías a casa.

Por la parte positiva, destacaron tanto las victorias como el juego de dos selecciones Brasil y España. La Selección Española, incluso consiguieron vencer a una de las grandes favoritas, Yugoslavia, privándole así del primer lugar del grupo. Brasil no tuvo un grupo tan complicado, y sus victorias ajustadas ante Turquía y Puerto Rico, les pusieron la etiqueta de equipo complicado. Estados Unidos y Argentina arrollaron sin piedad en sus grupos, no hubo lugar a la duda, parecía que llegaban sobradamente como las más fuertes del torneo.

Ver el sorprendente juego de China, que se clasificó con solo una victoria, que llegó de la mano del estelar Yao Ming, y el segundo puesto de Nueva Zelanda en el grupo, un equipo que sin demasiado talento, tiraba hacía delante, fue también algo digno de ver.

Segunda fase

En la segunda fase la cosa comenzó a ponerse seria. Fue Puerto Rico quien dejo boquiabiertos a todos con un juego valiente, de la mano de un debutante como Carlos Arroyo, responsable de desquiciar a las defensas del torneo. Pleno de victorias para ellos, seguidos por una España a la que derrotaron, pero que con el paso de los partidos mejoraba más y más. Brasil se hundió en esta segunda fase, le salvó quizás el gran rendimiento de la primera, sumó dos derrotas en tres partidos y le pusieron contra las cuerdas. Finalmente paso como cuarta; Yugoslavia, que cedió otra victoria, seguía sin hacer ruido, tercera en el grupo. Turquía y Angola, eliminadas.

En el Grupo F se hizo evidente que había de momento una selección por encima del resto, que no era otra que la potente Argentina, que se encargó de ser la primera en derrotar a los anfitriones, que quedaron segundos de grupo simplemente con esa derrota. Los argentinos se plantaban como favoritos en la fase final del torneo. Un peldaño por debajo de los dos monstruos se encontraba la Alemania de Nowitzki, que pese a salir derrotada ante ambos, aún dejaba lugar a la sorpresa, a colarse en semifinales, y que guiada por el de Dallas, aún no habían dicho su última palabra. Nueva Zelanda pasó de nuevo apartando a Rusia y a China de la fase final. Los all blacks, guiados por Cameron, un 4 que parecía más un jugador de rugby, llegaron a la fase final con 3 victorias y 3 derrotas. Equipo durísimo de vencer.

Cuartos de final

La llegada de los cuartos dejó grandes partidos, pero sin duda hay que destacar uno memorable, el de Yugoslavia contra EE.UU. Los anfitriones se las prometían muy felices a falta de 3 minutos, cuando superaban por una ventaja cercana a los 10 puntos a los actuales campeones. Un brutal Gurovic cambió el partido por completo apoyado en Bodiroga y Divac, y mandó a casa a los americanos tras una brutal remontada que dejó helado el Conseco Fieldhouse.

Otra gran exhibición de trabajo, de defensa y de aprovechar el mínimo detalle de Nueva Zelanda en cuartos, que se enfrentaba a una de las sensaciones del torneo, Puerto Rico. Guiados por un monumental Cameron, y su característica dureza, los all blacks se metieron por primera vez en la historia de los mundiales en unas semifinales de el Mundobasket.

En un duelo clásico del fútbol, Argentina superó a Brasil, y continuó invicta en el torneo, dejando las mejores sensaciones entre las favoritas. La máquina guiada por Ginobili, Scola, Pepe Sanchez... mostraba el mejor juego del torneo, la juventud y las ganas necesarias y una garra que asustaba.

Dirk Nowitzki es, o era el verdugo moderno de la España baloncestística. Lo empezó a demostrar en estos cuartos de final. En un partido brutal del alemán (uno más), España perdió sus opciones en los últimos minutos de cumplir el sueño de llegar a semis. Quizás la excesiva juventud de algunos fue decisiva a la hora de decantar la balanza, y por supuesto, el partidazo de Dirk, al que nadie pudo parar.

Semifinales

La llegada de las semifinales presuponía una final bastante clara, y se cumplieron los pronósticos. En la primera de ellas, Yugoslavia, que venía extra motivada por la victoria ante la anfitriona, controló el partido ante la peleona Nueva Zelanda, que encontró su límite ante los yugoslavos. Les plantearon el partido muy duro, pero de dureza también sabían los balcánicos, sin olvidarse de una calidad superior a la de sus rivales. El trío Bodiroga, Jaric y Koturovic lideraron la llegada de su selección a la final, la cuarta consecutiva si no contamos el Mundial del año 1994.

Alemania se lo puso más complicado a Argentina, pero aún así, nada de nada. Se llegó al último cuarto con ventaja alemana con un, de nuevo memorable, Dirk Nowitzki, que acabó el partido con 24 puntos 11 rebotes. Pero el bloque argentino fue superior, y premió el trabajó en equipo. Sconochini, con 18 puntos, fue el mejor de los sudamericanos, pese que fue apoyado por un incombustible Oberto, que se fue a los 16 y barrió en la pintura. Lo dicho, sufrieron, pero sumaron una nueva victoria que les llevaba a otra final... ¿favoritos? Esto ya era más discutible.

Final

Después de que Alemania sentenciara la tercera plaza, se abría una final muy igualada, ya incluso desde la previa. Los argentinos venían jugando el mejor baloncesto durante todo el torneo, pero Yugoslavia parecía tener la sangre de los vencedores, y una experiencia que sería vital.

El partido fue igualado en todo momento, pero Argentina llegó al final con una ligera ventaja sobre sus rivales balcánicos. De nuevo, los yugoslavos se tuvieron que poner el mono de trabajo, y hacer una remontada épica, con Bodiroga en modo Jordan, y con un Stojackovic letal durante todo el partido. Se llegó a los momentos finales con un marcador apurado. Divac falló dos tiros libres vitales en medio de un caos de perdidas, de correr de un lado al otro de la pista, y de una falta no pitada en el último segundo a favor de Argentina, que podría haber cambiado el destino de la final. La polémica estaba servida.

Los argentinos, enfurecidos, se salieron minimamente del partido, y se vieron superados en la prórroga de una manera abrumadora. De nada sirvieron los 28 puntos de Fabricio Oberto, que se convirtió en el rey de la pintura, ni el perfecto trabajo defensivo de Scola. Será recordada como uno de los finales más polémicos de las finales del Mundobasket, pero ya nada se puede cambiar. En Argentina aún duele esta final, este resultado, esa falta... en Yugosalvia ya solo quedan recuerdos de aquella memorable selección que se desintegró tras aquel campeonato, dejando un legado que quedará para siempre en nuestras mentes.