Hace 12 años se vió como Yugoslavia levantaba su último gran trofeo a nivel internacional. Fue en Indianapolis, en el Mundial de 2002. Como regiones unidas ya no lo iban a conseguir nunca más, se separaban definitivamente, y como regiones separadas no hemos vuelto a ver nada similar a aquello. Tanto Croacia como Serbia han tenido buenas plantillas, pero todas muy lejos tanto en carácter como en calidad. Las nuevas selecciones tras la selección yugoslava ya no son temidas como lo es por ejemplo, España. Serbia es por el momento la que ha estado más cerca de volver a una final del Mundobasket, pero fue eliminada por Turquía en una épica semifinal. En el Eurobasket 2009 llegaron a la final, pero estuvieron bien lejos de acercarse a España. Les faltó esa capacidad de llevar el partido a otro terreno cuando la calidad no es suficiente, esa garra que asustaba al rival, ese toque yugoslavo que suponía para el rival salir en desventaja antes de empezar un partido.

Desde luego que Serbia no está haciendo un Mundial brillante, solo ha sumado dos victorias de cinco posibles en la fase de grupos, sin ser capaz de ganar a ninguno de los otros favoritos. Contra Brasil y Francia estuvieron cerca, contra España poco pudieron hacer. Pese a esto, llegan los octavos de final, y le pegan un repaso a la Grecia de Katsikaris, un equipo ordenado, joven y disciplinado, que además no había cedido ninguna de las cinco victorias en sus cinco partidos.

Por el momento solo ha sido una victoria, pero parece que el gen yugoslavo de Djordjevic ha funcionado. El equipo sale a la pista a morder, con defensa a muerte, y buscando constantemente los contraataques. “Sasa” ha conseguido hacer sentir importantes a los jugadores de la rotación, incluso le sale bien incluir en el quinteto a jugadores como Kalinic, que le responden a esa confianza con mates brutales y dejándose todo en la pista. Ha conseguido que Teodosic se relaje, juegue más para el equipo, y se juegue menos tiros (pese a que sigue haciendo tiros incomprensibles), algo que es responsabilidad del definitivamente lanzado al estrellato Bogdan Bogdanovic, cuya importancia en el equipo es brutal. Por último, ha reactivado el juego interior de la selección con el sorprendente Miroslav Raduljica, que sin un contrato para la temporada que viene, se está convirtiendo en el dueño y señor de la pintura, es un pívot diferente, y Djordjevic le está sabiendo explotar.

“Sasa” es prácticamente un novato, y desde luego no ha tenido un comienzo fácil. Primero su discusión con Micov, que le costó la expulsión al jugador, y luego otro enfrentamiento entre Katic y Teodosic, que ha tenido que tranquilizar, y todo esto, sumado a su expulsión ante España, por su rifi- rafe con Orenga. Pero estos contratiempos le han hecho mas fuerte, le han hecho sacar su carácter ganador que ya demostró como jugador, ese carácter atrevido y provocador, que le hace conocer las facetas del juego como pocos. Djordjevic siempre tiene trampas preparadas, y Brasil tendrá que superarlas, algunos le acusarán de marrullero, pero es que el carácter yugoslavo esta hecho para jugadores y entrenadores duros, y “Sasa” tiene ese gen.