Estados Unidos se ha proclamado campeón del Mundial de baloncesto femenino tras vencer este domingo a España (64-77). La victoria fue contundente y evidenció la superioridad existente, pero se toparon con un digno rival que dio la cara siempre y no puso las cosas nada fáciles para poder estar orgulloso de la plata que se cuelga.

Los problemas se manifestaron de inicio para las españolas. No consiguieron tapar a Moore, que recibió balones continuamente en el exterior para demostrar su tremenda efectividad. Antes de los cinco minutos ya había una distancia de 10 puntos que sólo Palau y Lyttle conseguían salvar, aunque los errores eran continuos y elegían muy malas opciones de lanzamiento, obligadas por la organizada defensa.

Las entradas de Anna Cruz y Silvia Domínguez a pista fueron importantísimas para mejorar a nivel ofensivo y encontrar mejores penetraciones, aunque la sangría que generaba Charles por físico seguía marcando la diferencia al final del primer cuarto (17-28). Las estadounidenses se encontraron muchas más complicaciones en el segundo parcial, cuando tuvieron problemas en la circulación y dejaron de tener tanta libertad.

Los cambios mejoraban a Estados Unidos

Torrens igualaba las cosas, pero las suplentes volvían a equilibrar

Sancho fue creciendo, pero se encontró con la entrada a pista de una Whalen imparable. Aunque las de Lucas Mondelo encontraron el acierto que les había faltado en el inicio, la ventaja no paraba de aumentar. Los cambios de Auriemma reactivaban a un equipo que veía en su intensidad defensiva el arma principal para frenar a un equipo con serios problemas a la hora de jugar por dentro. Al descanso la diferencia

El regreso de los vestuarios no fue nada bueno para España, que volvió a perder la lucha de la intensidad y se vio superada en cada ataque rival. El movimiento de balón rápido hacía mucho daño y servía para que se llegara la diferencia de 24. Sin embargo, una reacción a falta de cinco minutos, especialmente con una inspirada Torrens, que hizo sus primeros ocho puntos, fue suficiente para volver a acercarse e ilusionar con una posible remontada.

El tope de España no era suficiente

Unos buenos minutos en defensa permitieron apagar a Moore, pero los cambios de Augustus y Dupree volvieron a hacer que Estados Unidos mantuviera una importante ventaja (48-67) de cara a los últimos diez minutos. El cansancio pasaba factura a las europeas, que perdían la pelea interior y volvieron a fallar algunos tiros fáciles. Sin embargo, no faltaba actitud en ningún momento y gracias a ello seguían compitiendo.

Lyttle tiraba del equipo y Leo Rodríguez volvió a equilibrar un poco el marcador con un triple. Llegaron a ponerse a trece, pero era demasiado tardo. Habían dado el máximo pero no era suficiente. Habían demostrado lucha, calidad y entrega, pero enfrente había demasiado potencial. España dio la cara y fue un más que digno rival para una selección de Estados Unidos que está a otro nivel y vuelve a ser campeona del mundo con contundencia (64-77). La plata es un premio más que justo para un equipo merecedor de todo.