A poco menos de un mes del fin de la temporada regular, es totalmente lícito decir que estos Lakers son una de las peores plantillas de la historia de la franquicia angelina. No obstante, los californianos cuentan con jóvenes activos de la talla de Julius Randle, D'Angelo Russell o Jordan Clarkson, así que parece que el futuro pinta prometedor para los californianos. 

A pesar de ello, el head coach de los de oro y púrpura no ha dedicado todo su desempeño en desarrollar estos talentos, sino que más bien su postura ha sido darles banquillazo en los últimos cuartos de los partidos, considerando que no son lo suficientemente válidos para desarrollar un juego capaz de ganar partidos. Es difícil entender este pensamiento, pues los Lakers apenas llevan apenas 15 victorias en los 72 partidos que han jugado esta campaña, siendo el segundo peor equipo del campeonato, sólo por detrás de los Philadelphia 76ers.

Julius Randle y D'Angelo Russell, mimbres del futuro de la franquicia angelina. Foto: nba.com/lakers
Julius Randle y D'Angelo Russell, mimbres del futuro de la franquicia angelina. Foto: nba.com/lakers

Las palabras concretas de Scott han sido que este grupo de jugadores va a jugar la gran parte de los minutos de cada último cuarto "sin importar las circunstancias". Parece una decisión correcta, pues así van a conseguir experiencia para ser mejores jugadores en los años venideros. El problema es que esta propuesta llega cuando tan solo quedan diez partidos por disputarse, y tendría que haber sido la tónica general del equipo a lo largo de la temporada. Si no puedes ganar ahora, lo más lógico es mirar por el futuro de la franquicia.

Por otra parte, no todo ha sido culpa de Byron Scott. Teniendo en cuenta que va a ser el último año de Kobe Bryant como profesional, el deseo de los aficionados de Los Angeles era ver todo lo que se pudiera de The Black Mamba. No solo en el Staples Center querían gozar al máximo de los pocos partidos que le restan a Bryant, sino que en cada una de las canchas que ha pisado esta temporada (incluyendo el TD Garden de Boston) le han ovacionado, rindiéndole el tributo que una leyenda de su talla merece.