
Liderado por un grupo de entusiastas jóvenes de 17 y 18 años pertenecientes a una acomodada clase media y con inevitable inquietud deportiva, hoy hace 86 años nacía el Joventut, la ‘marca’ que junto a Anís del Mono más y mejor ha paseado el nombre de Badalona por España, Europa y el mundo.
Nacido el 30 de marzo de 1930 como Penya Spirit of Badalona, en honor a al piloto estadounidense Charles Lindbergh, quien tres años antes había conmocionado el mundo con un vuelo sin escalas entre Nueva York y París a bordo del Spirit of St. Louis, el Joventut ha vestido siempre su característica camiseta verde y negra. La elección del color fue casual al ser la única tela que sus fundadores encontraron disponible en La Samaritana, una céntrica tienda de Barcelona a la habían acudido para confeccionar las primeras camisetas para jugar sus partidos.

Con una filosofía basada en los jóvenes de la cantera, con la que ha alcanzado sus máximas cotas deportivas, el Joventut fue el gran dominador del basket catalán durante décadas y uno de los grandes del basket español cuando echó a andar la Liga Nacional en la temporada 1956-57. De la mano de Marcel·lí Maneja, un base adelantado a su tiempo, y junto a otros jugadores como Gubern, Bassó y Oller nació en los 1950 la leyenda del huracán verdinegro. Fue en esa década cuando llegaron los primeros grandes éxitos de la Penya, con mención especial a las cuatro Copas de España ganadas contra el Real Madrid, el gran dominador de este deporte en España hasta mediados de los 1990.
A partir de la década de los 1960 el Joventut pasó a contar con un pabellón cubierto, La Plana, que contribuyó a hacer crecer aún más al club badalonés. Con Eduard Kucharski como entrenador y un equipo en el que Nino Buscató, Enric Margall y Alfonso Martínez eran poco menos que insustitubles, la Penya ganó su primer título de Liga en la temporada 1966-67, rompiendo la hegemonía del Real Madrid, que hasta entonces había ganado 10 de las 11 primeras ediciones.

Siempre fiel a la cantera, la Penya fue durante años reacia a la contratación de jugadores extranjeros. Cuando en la temporada 1973-74 se abrieron unas fronteras que el Real Madrid y el FC Barcelona ya habían vulnerado años atrás por la vía de las nacionalizaciones, el Joventut fue el único club que renunció a contar con un jugador extranjero, casi exclusivamente estadounidenses en aquellos años. Frank Costello, que había jugado dos temporadas en el Círcol Catòlic, rompió la norma en el curso 1975-76 para jugar únicamente la Copa Korac. No fue hasta el año siguiente cuando debutaría en la Liga.
Más allá de haber sido el protagonista de un hecho histórico en el Joventut, Costello, que estaba casado con una badalonesa, no hizo historia en el club verdinegro. Sí lo han hecho otros extranjeros gracias a los cuales la Penya ha conseguido colocarse a la altura de los más grandes e incluso por encima de ellos.
El yugoslavo Moka Slavnic lideró el equipo que en la temporada 1977-78 ganó su segundo título liguero a las órdenes de Antoni Serra. El genial base formó el quinteto campeón junto a Fernández, Josep Maria Margall, Santillana y Filbà.

Y fueron otros dos extranjeros, Joe Galvin, un gigantón de 2,13 metros, y el eléctrico Al Skinner, quienes en 1981 llevaron al Joventut a la consecución de su primer título europeo, la Copa Korac ganada frente al Carrera de Venecia (105-104) tras una prórroga forzada con una inverosímil canasta del pívot estadounidense. Gonzalo Sagi-Vela, Santillana, Germán González y un jovencísimo Villacampa (en la temporada de su debut con el primer equipo) formaban parte de aquella plantilla campeona.
El éxito conseguido en el Palau Blaugrana fue el preludio de la época dorada del club. Después de muchos años acariciando títulos, la década de los 1990 se inauguró con el título de la Copa Korac frente al Scavolini de Pésaro en la que era la primera temporada de Pedro Martínez como entrenador en la élite. Al título europeo, con Montero, Villacampa y los estadounidenses Lampley y Reggie Johnson, le siguieron dos Ligas ACB y la Euroliga de 1994.

Formando un equipo con jugadores de la cantera como Villacampa, los hermanos Jofresa o Juanan Morales entre otros más los fichajes de Ferran Martínez, Mike Smith, Corny Thompson y Harold Pressley, el Joventut llegó a ser el equipo de moda del basket europeo tomando el relevo de la Jugoplastika de Split, tricampeón de Europa, de los Kukoc, Radja y compañía.

Los proyectos ganadores de Lolo Sainz y Zeljko Obradovic no tuvieron continuidad a causa de la crisis económica en la que se instaló el club a partir de 1994, justo después de ganar la Euroliga y que le obligó a desprenderse de sus mejores jugadores y a desprenderse de su único patrimonio: el pabellón de Àusias March.

Éxitos puntuales como la Copa del Rey de 1997 permitieron al club verdinegro reverdecer viejos laureles en unas temporadas de transición hasta el regreso a Badalona de Aíto. En 2003, veinte años después de su primera llegada, el madrileño plantó las semillas con las que su equipo acabaría ganando una Copa del Rey y dos títulos continentales, la Copa ULEB y la FIBA Eurocup. Todo ello con dos canteranos al frente del proyecto, Rudy Fernández y Ricky Rubio, que acabarían en la NBA y que pondrían de relieve una vez más el gran papel que los equipos inferiores han tenido en la historia y los éxitos del club.

