Cleveland Cavaliers venció por 87-93 a Golden State Warriors en Oakland en el que era el séptimo y definitivo partido de las Finales 2016 de la NBA para vencer por un global de 3-4 y ganar el primer campeonato de la historia de la franquicia.

LeBron James aseguró que había vuelto a Cleveland para ganar un título con el equipo de sus amores. No sólo ya lo tiene, sino que lo ha conseguido haciendo historia de múltiples maneras y derrotando en unas de las mejores Finales de la historia a uno de los mejores equipo del ídem.

Fuente: NBA
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El camino más bonito para el objetivo más puro

"Uno de los partidos más esperados de la historia". En inglés suelen decir "one of the most anticipated matchups", así que lo traduciremos así. El partido lo tenía todo, y todo bueno.

Aloe Blacc entonaba el himno nacional de EE.UU. para enardecer aún más el grito del público local, que hacía estallar la olla a presión en la que se convirtió el Oracle Arena.

Ezeli comenzó el partido como titular por la baja de Bogut. Kerr fue probando en esa posición a Varejao y Speights también en los primeros minutos, que se resolvían a base de parciales cortos para terminar llegando a una igualdad que no nos abandonaría en todo el partido.

Un protagonista sobresalía por encima de todos: Draymond Green. El de Saginaw no fallaba ni queriendo y batió algunos récords históricos en una primera parte para el recuerdo donde anotó 22 puntos y fue la razón principal por la que los Warriors se fueron al descanso ganando.

Tras el corte de media parte, muchas cosas cambiaron. Los Warriors no estaban nada sueltos en ataque, les salvaba su defensa. Quién lo diría de un equipo que ha cambiado el juego ofensivo para siempre. El duelo entre James y Green iba en aumento, básicamente porque ambos estaban jugando todos los minutos del partido.

Con algún inciso de hombres-clave como Tristan o Klay Thompson, jugadas esporádicas de J.R. Smith o la reaparición de Harrison Barnes, el que de verdad asestaba los golpes más letales era Kyrie Irving, el 'back-up' que LeBron necesitaba de una vez por todas.

Sin noticias de Curry, que dejaba alguno de sus triples de ensueño pero no era para nada consistente, el partido navegaba por una serie de cambios en el liderato del marcador pocas veces vistos antes. De infarto.

Se llegaba a los últimos 2:50 con empate en el marcador. Las muñecas estaban agarrotadas, los nervios a flor de piel, las piernas frenaban y los corazones aceleraban. Y ahí, ese momento, el duro, el peliagudo, el apretado, es el que hace la diferencia.

LeBron James sacó su aura de leyenda a pasear para redondear una actuación histórica. Un tiro lejano y un taponazo al cielo dieron pie a que, casualmente, fuera otro el que pusiera la guinda. Un triplazo de Irving sentenció el asalto de los Cavaliers a los Warriors y puso en manos de la ciudad de Cleveland un 'major championship' por primera vez en 52 años.

Algunas consecuencias

- Los Warriors del 73-9, los que han firmado la mejor temporada de la historia en temporada regular, se quedan sin el Anillo.

- LeBron James, galadornado con el MVP de las Finales, algo difícilmente discutible ya que lideró en puntos, rebotes, asistencias, robos y tapones.

- Stephen Curry, el primer MVP por unanimidad de la historia, falló en el momento que más se lo requería su equipo.

- Tyronn Lue no lleva ni siquiera una temporada entera como entrenador-jefe en la NBA y ya ha ganado el campeonato.