La serie entre Boston y Chicago tiene connotaciones épicas. La figura de Isaiah Thomas, asolado por el dolor y bendecido por el coraje es imagen suficiente para, ocurra lo que ocurra, convertirse en icono de una post-temporada. Pero no sólo el pequeño gran Thomas es la imagen de esta primera semana de playoff.

Chicago ha llegado a Boston como no había estado nunca en esta temporada. Cohesionado y golpeando donde más duele a los orgullosos verdes. El rebote. Ya lo había hecho en los partidos de la agotadora fase regular. Ahora, cuando juegan sólo los tipos duros, ha masacrado la línea de flotación de los Celtics en dos primeros actos inapelables.

Y ahí estaba Butler, como era previsible. Y Wade, el resucitado, destellando el parqué y resolviendo cuando sólo los grandes tienen el pulso suficiente para no asustarse cuando el balón quema. El 3 de los Bulls firmó 22 puntos, 4 rebotes y dos asistencias en sus poco más de 32 minutos de juego. A la velocidad de la luz…

¿Y Rondo?. Como Vlad cuando regresa a los Cárpatos, Rajon ha pisado Boston para reverdecer viejos laureles y, de paso, abocar a los orgullosos Celtics a una remontada heroica.

El base de Chicago, cuestionado durante toda la temporada (realmente cuestionado durante los últimos años de su carrera) regresa a Massachusetts imbuido de casi todo el poder que le hizo grande en sus primeros años como profesional: excelente director de juego, anotador consistente, y, sobre todo, agresivo. Duro. Divido, dirijo y ataco. Y asisto. Y mi equipo gana. 11+9+14+5. Números de ayer.

Y el Garden encomendándose a Isaiah y los dioses. El primero del Este ha caído. Y le costará levantarse.

¿Los Celtics? Tremendos en temporada regular. Primeros sobre Lebron y compañía, necesitan algo más. Veteranía. Y músculo. Centímetros. Y una estrella que acompañe a Thomas. Paul, el anhelado, está en Indiana. De momento 0-2. A Chicago.