Es muy fácil olvidarlo todo al mirar la tabla y ver a los Cavaliers en la segunda posición del Este. Es sencillo pensar que esto es lo normal para ellos. Y, lo cierto es, que nadie iría demasiado desencaminado al pensar eso. Sin embargo, es necesario entender cómo ha llegado el equipo hasta aquí y todo lo que ha tenido que pasar para conseguir esta supuesta calma de la que disfrutan hoy en día.

Cambios forzados

Tras caer en cinco partidos contra los Warriors en una final realmente dura para Cleveland, los Cavaliers no podían esperarse lo que les venía encima. Y es que, después del año en que LeBron puso rumbo a Miami, este pasado verano, probablemente, el peor de la historia reciente de Cleveland.

En un verano lleno de traspasos locos que incluyeron a estrellas de todo tipo como Jimmy Butler, Paul George o Carmelo Anthony hubo uno que sobresalió por encima del resto. Pocas veces se ha visto un movimiento como el que los Cavaliers se vieron obligados a hacer.

Tras mostrar de manera clara sus intenciones de irse, Kyrie Irving puso en jaque a Cleveland, obligándolos a buscarle una salida lo más ágilmente posible. Fue así como ocurrió lo impensable. El traspaso entre Cleveland Cavaliers y Boston Celtics. Campeón y subcampeón de la Conferencia Este hacían negocios para intercambiar a algunos de sus mejores jugadores. Un pacto con el diablo, ni más ni menos.

Kyrie puso rumbo a Boston en lo que fue el traspaso del verano. | Fotografía: Gregory Shamus / Getty Images
Kyrie puso rumbo a Boston en lo que fue el traspaso del verano. | Fotografía: Gregory Shamus / Getty Images

De tal manera, Cleveland perdía a su segunda espada a cambio de Isaiah Thomas, Jae Crowder, Ante Zizic y la elección de Draft de Brooklyn de 2018. “Robo de los Cavaliers,” gritaban algunos demasiado pronto como para comprender la situación. Y es que Isaiah Thomas recalaba en Cleveland lesionado. Boston perdía al que había sido su mejor jugador, sí, pero lo dejaba escapar cuando su estado de forma no podía asegurarles la continuidad.

Fue así cómo Cleveland se presentó en la noche inaugural. Con Thomas lesionado hasta, como mínimo, diciembre, Zizic sin tener opción de jugar ni un minuto y Jae Crowder como única pieza útil de aquel traspaso. Situación complicada para unos Cavaliers que perdían a uno de sus héroes.

Inicio abrupto

El equipo llegaba al inicio de temporada en una situación complicada. Tanto por las bajas como por los cambios más que obvios en la confección de la propia plantilla. Tyronn Lue fue el primero en entender que el equipo necesitaba una revolución, y eso es lo que intentó hacer.

Una serie de cambios en el quinteto fueron todo lo que pudo hacer Lue para intentar ajustar una plantilla con claras carencias. Los cambios, sin embargo, no funcionaron lo más mínimo, obligando al equipo a cambiar de quinteto inicial en diversas ocasiones.

Los problemas del equipo los llevaron a comenzar la temporada de manera pésima, cayendo hasta un balance de cinco victorias y siete derrotas en sus primeros 12 partidos. Algo inaudito para la franquicia desde hacía años y, en concreto, para LeBron, que no había empezado con un balance tan negativo desde su temporada de novato.

Tyronn Lue tuvo muchos problemas para ajustar la rotación. | Fotografía: Kevin C. Cox / Getty Images
Tyronn Lue tuvo muchos problemas para ajustar la rotación. | Fotografía: Kevin C. Cox / Getty Images

El ataque había pegado un bajón obvio desde la temporada pasada, pero era algo de esperar. Cleveland había perdido a Kyrie Irving, su segunda espada y el jugador más ágil a la hora de crearse sus propios tiros en toda la liga. Teniendo en cuenta que su recambio principal, Isaiah Thomas, estaba lesionado, los problemas de los Cavs en ataque eran comprensibles. Es más, eran menores de lo que podía esperarse.

Su drama era la defensa. Y es que durante los primeros 12 partidos de la temporada, los Cavaliers fueron el equipo con el peor defensive rating de la liga, permitiendo 113,1 puntos a sus rivales por cada 100 posesiones. Inadmisible.

Las alarmas saltaban en Cleveland. El subcampeón estaba sufriendo como nadie, mientras los Celtics disfrutaban su posición en lo más alto de la NBA. Y es que, pese a la tremenda lesión de Gordon Hayward, Boston estaba en medio de una gran racha que los colocaría primeros del Este.

Las teclas adecuadas

Tras esos 12 primeros partidos, estaba claro que los Cavaliers debían hacer algo. La última derrota, la que les hizo caer al 5-7, ya demostró de manera bastante clara lo que el equipo necesitaba. Con una derrota por cuatro puntos contra Houston, otro de los equipos más en forma de la liga, Cleveland tocó fondo. Sin embargo, hubo mucho que aprender de aquel partido.

Pese a que solo jugaron nueve jugadores, hubo algo que cambió. Con 27 puntos desde el banquillo, Jeff Green lideró a unos suplentes que acabaron anotando 40. Fue, sin duda alguna, la aportación de esos actores secundarios lo que les permitió mantenerse en el partido hasta el final.

A partir de ahí, Cleveland fue capaz de ajustar su equipo y aprovechar el liderato de algunos veteranos desde el banquillo. De esta manera, arreglaba dos problemas de una. En primer lugar, el banquillo estaba liderado por jugadores capaces de aguantar las embestidas del rival y conocedores de lo que hace falta para ganar en la liga. Mientras tanto, se evitaba que muchas de las estrellas coincidiesen a la vez en pista, aprovechado mejor sus minutos ofensivos y evitando los agujeros negros en defensa.

Wade y Rose tuvieron algunos problemas de adaptación en Cleveland. | Fotografía: David Liam Kyle / NBAE via Getty Images
Wade y Rose tuvieron algunos problemas de adaptación en Cleveland. | Fotografía: David Liam Kyle / NBAE via Getty Images

Jugar con viejas glorias es algo de lo más complicado que puede intentarse en la NBA. Muchos equipos lo han intentado y hay una razón por la cual la mayoría han fracasado. No les gusta defender. Es así. Muchos de ellos llevan años demostrando su valía en la liga y creen que ha llegado la hora de que eso lo hagan otros.

Los cambios de Cleveland tuvieron resultados inmediatos. Unos resultados que, a día de hoy, ya conoce todo el mundo. Una racha de 13 victorias seguidas que terminó con una derrota en Indianápolis de la cual los Cavs se recuperaron al vencer a los Sixers.

¿Pero en qué se sustenta este repentino cambio? Defensa y trabajo. Algo que ha podido suceder gracias a los cambios en la rotación. Los Cavaliers pasaron de ser el peor equipo en defensa, a ser el séptimo mejor, al mejorar su defensive rating en poco más de diez puntos.  A su vez, el offensive rating mejoró tres puntos que, pese a no ser un gran salto, dan aún más margen al equipo.

Más allá de esos cambios, hubo algo que se notó sobremanera. Y es que parece que en su decimoquinta temporada en la liga, LeBron no podía sorprender ya a nadie, pero sigue haciéndolo. A parte de liderar al equipo con más de 27 puntos, nueve rebotes y ocho asistencias por partido desde que los Cavs reaccionaron, lo que es una locura son sus porcentajes. Más de un 55% de acierto en tiros de campo y de un 44% en triples vuelven a demostrar que James no tiene intención alguna de frenar.

Kyle Korver está siendo una de las claves en la temporada de los Cavs. | Fotografía: Elsa / Getty Images
Kyle Korver está siendo una de las claves en la temporada de los Cavs. | Fotografía: Elsa / Getty Images

Pero no todo es sobre LeBron. Su cambio de actitud lideró a sus compañeros, es cierto, pero ellos supieron seguirle la estela. Durante la racha de 13 victorias, los jugadores con un mejor resultado en pista fueron, nada más y nada menos, que Kyle Korver y Dwyane Wade, con un +152 y +121 respectivamente. Seguidos de cerca por LeBron, que cerró el podio con un +109.

Una verdadera locura es lo que fue la evolución de los Cavaliers. Los ajustes funcionaban, y no solo por el mejor nivel general, sino por cómo encajaban las piezas. El banquillo de Cleveland ha pasado de anotar 28,3 puntos por partido la temporada pasada (antepenúltimos en esta estadística), a anotar 40,5 esta campaña, colocándose como el cuarto mejor banquillo de la liga.

Esto acaba de empezar

Parece que, después de un tiempo de dudas e incertidumbre, los Cavaliers han conseguido dar con la tecla y asentarse, de nuevo, como uno de los mejores equipos de la liga. Cabe destacar, sin embargo, que todo esto ha sucedido con Derrick Rose y Tristan Thompson fuera por lesión, algo bastante importante. Y es que, pese a ser jugadores muy importantes, puede que estuviesen entorpeciendo el desarrollo del equipo. Lue quería encajar a demasiadas piezas de peso sin centrarse en qué necesitaba el equipo para jugar bien en cada momento.

Habrá que ver, ahora, cómo vuelven estos dos pesos pesados al equipo y cómo se ajusta todo. Pero no solo ellos. Thomas está cada día más cerca de volver, lo cual es una gran noticia para el equipo que hay que saber gestionar con inteligencia.

Isaiah Thomas está deseando volver a la acción. | Fotografía: Via @isaiahthomas
Isaiah Thomas está deseando volver a la acción. | Fotografía: Via @isaiahthomas

Tras sentirse muy cómodo en este inicio de campaña, Kevin Love deberá volver, en principio, a su papel de tercera espada. Isaiah tomará el control del partido durante ciertos momentos, quitando el balón de las manos de LeBron y generando juego por sí solo. Encontrará tiros para él mismo mejor que nadie. ¿Pero y los demás? Mientras Kyrie estaba acostumbrado a compartir los focos y el balón, Thomas era el hombre en Boston. Un ajuste complicado.

Tyronn Lue deberá gestionar con mucha delicadeza la vuelta de todas estas piezas a la rotación y vigilar mucho con todas las decisiones que tome. Con un tercio de la temporada ya transcurrido, Cleveland vuelve a estar donde debe y, pese a haber tiempo más que suficiente, deben tener un cuidado extremo con la adaptación. Al fin y al cabo, solo les vale el anillo.