El baloncesto europeo regala, en ocasiones, partidos que hacen justicia a este deporte y a cómo se práctica en el viejo continente. En Europa, el espectáculo del baloncesto es una auténtica maravilla por partidos como el que se ha vivido en el WiZink Center en esta 22ª jornada de la Euroliga, en la que el Real Madrid y el Olympiacos, dos de los mejores equipos de la historia de Europa, han disputado un duelo que ha tenido todos los componentes para catalogarlo como espectacular.

Había mucho en juego, y es que el Madrid buscaba igualar el récord del equipo griego, mientras que los visitantes, al vencer, abrían una brecha considerable a falta de pocos partidos para terminar la liga regular. Con este contexto, ambos equipos salieron al parqué con una intensidad defensiva digna de la Final Four. Desde el principio, Pablo Laso asignó a Jeff Taylor como defensor de Spanoulis, la estrella griega, y de hecho, el escolta no anotó ni un solo punto en todo el partido, pero es que en Olympiacos, tienen muchas más formas de hacer daño. El primer cuarto fue muy igualado, con 20-21 y una lucha en los rebotes preciosa.

En el segundo cuarto, los griegos supieron jugar mejor sus cartas y movieron mucho mejor el balón y conseguían tiros más cómodos, mientras que los madridistas estaban lentos en ataque, atascados, y lanzaban demasiados tiros forzados. Se sucedió un intercambio de canastas que benefició a visitantes para colocarse siete puntos arriba. Jaycee Carroll consiguió acercar el marcador al 39-45 al descanso, pero el Olympiacos había amenazado con alcanzar los dobles dígitos de ventaja y eso es casi una sentencia de muerte ante uno de los mejores equipos defensivos.

Una segunda parte para el recuerdo

Pablo Laso debió de dar con la tecla con su discurso al descanso, ya que la salida de sus jugadores en el tercer cuarto no pudo ser mejor. Entre un triple de Thompkins, otro de Doncic, una canasta de Tavares (que colocó cuatro tapones) el Madrid consiguió empatar a 49 en apenas cinco minutos. Aun así, los helenos no se dejaron intimidar tanto y Papanikolau y Printezis se aseguraron de que no fueran superados en el marcador. De hecho, parecía que con unos tiros libres anotados por Doncic, se iba a llegar al final del tercer cuarto con empate a 62, pero con apenas cuatro segundos restantes, el alero Wiltjer anotó un triplazo forzadísimo que enmudeció al WiZink Center. 62-65 y lo mejor estaba por suceder.

El Madrid volvió a salir como un ciclón, como en el anterior cuarto. Fabien Causeur anotó dos canastas y la locura se vino cuando Felipe Reyes peleó hasta la saciedad un rebote ofensivo que acabó en las manos de Trey Thompkins que anotó con elegancia y precisión un triple. En ese momento, el público estaba tan eufórico, la inercia era tan positiva y el parcial era de 7-0 (71-67 en el marcador), que parecía imposible que ese partido se pudiera perder, pero enfrente, estaba el Olympiacos, que nunca se rinde.

Reyes cometió un error

Los griegos recuperaron recortaron distancias y fue ahora cuando sucedió algo realmente inesperado. Spanoulis realizó una falta antideportiva a Felipe Reyes, pero el capitán madridista falló ambos tiros libres, y de la impotencia, propinó una patada al balón, a lo que los árbitros señalaron falta técnica para Felipe. Por lo tanto, lo que parecía una desgracia para Olympiacos, se acabó convirtiendo en una bendición. A partir de aquí, el partido se igualó y el Madrid dio alas a un equipo que necesita poco para castigar.

Con el partido empatado a 77, Luka Doncic recibió varias faltas pero no estuvo certero en los tiros libres. Aunque acabará con 10/15 en tiros libres, esos cinco puntos se echaron de menos más adelante. A falta de 33 segundos, Doncic metió un tiro libre y empató a 79, a lo que Janis Strelnieks contestó anotando también un tiro libre de dos al recibir falta. Quedaban 15 segundos y ganaba Olympiacos 79-80.

Desastrosa última posesión

Con esta última posesión, el Madrid no supo anotar. Luka Doncic se resbaló al penetrar, paso el balón a Causeur y este a Campazzo, que fue arrollado y parecía que había recibido falta, pero dicha falta fue ya con el tiempo cumplido. Al Madrid le hizo falta apenas medio segundo para que esa falta hubiera mandado a Campazzo a la línea de libres.

Victoria visitante con un final agónico que deja un sabor muy amargo en el Real Madrid, que ha visto como ha perdido el partido en el tiro libre y en los ataques forzados.