La selección de los exteriores de la Conferencia Este para el All-Star Game no dejó lugar a las sorpresas: Kyrie Irving será titular en su quinta aparición en el juego de las estrellas. El base, llegado este año a los Boston Celtics, arrasó en las votaciones siendo elegido tanto por los medios como por jugadores y aficionados (con más de un millón de votos por encima del segundo, DeMar DeRozan) como el número uno en su posición. El ‘ex’ de Cleveland volverá a reunirse con LeBron James que, como capitán del equipo con su propio nombre, lo eligió para su quinteto.

Las voces que ponen en duda la legitimidad de la elección del ‘11’ Celtic son inaudibles o inexistentes, y es que, si Irving ya era un fijo en el ‘top’ de mejores jugadores, ahora que se ha hecho con las riendas de la franquicia de Boston es una estrella incuestionable. El nacido en Melbourne ha mejorado en defensa, está manteniendo unas cifras ofensivas muy similares a las de otras campañas (pese a disputar menos minutos) y, sobre todo, se ha convertido en un líder. Ha habido tres aspectos clave de la temporada de Irving que le han valido para ser seleccionado por encima de todos los demás.

Aprobando asignaturas pendientes: la defensa

Aunque los partidos del All-Star últimamente no sean famosos por las defensas, el progreso que Irving ha experimentado en este apartado ha acabado con los comentarios que aseguraban que era incapaz de ser un jugador determinante en este aspecto. Sus estadísticas básicas no lo reflejan (excepto un ligero aumento en sus rebotes defensivos por partido, esta temporada captura 3.1 rechaces por encuentro), sin embargo, su rating defensivo es de 104.8 frente al 112.7 del pasado año, esto significa que cada 100 posesiones Irving concede ocho puntos menos que el año pasado.

Es cierto que los buenos resultados defensivos del jugador no son únicamente mérito del mismo, la realidad es que la defensa de los Boston Celtics es resultado de una magnifica planificación técnica y una excelente actitud de los jugadores de la plantilla, sin embargo, esto no resta méritos a un Kyrie Irving que, pese a ser una estrella ofensiva, ha asumido que debe desgastarse en el otro lado de la pista y se ha compenetrado a la perfección con el nuevo sistema defensivo.

Generosidad ofensiva y mejor toma de decisiones

Otra de las claves de su campaña son sus siempre extraordinarios números ofensivos: 24.7 puntos y cinco asistencias por partido con un 55.6 % en tiros de campo y un 39.6 % en tiros de tres, es decir, Irving anota más que el año pasado y obtiene mejores porcentajes. Esta mejora se debe a su increíble adaptación al sistema de Brad Stevens, donde reduce sus jugadas en uno contra uno (aunque continúa aportando esa magia cuando se atasca el juego) y mueve más el balón a sus compañeros esperando encontrar un tiro desmarcado. Es cierto que reparte aproximadamente media asistencia menos por partido, pero aunque a simple vista eso parezca significar una disminución en su cantidad de pases ocurre todo lo contrario, esta disminución se debe simplemente a que este sistema es más participativo y por ello las asistencias se reparten de forma más equitativa.

En definitiva, Kyrie es ahora más generoso y anota más con menos lanzamientos y en menos tiempo (más de dos minutos menos en cancha por encuentro), motivos que avalan su continuidad entre los titulares del encuentro.

La madurez: líder y ejemplo para los jóvenes

El cambio de mentalidad de Irving es el factor más importante de todos los mencionados, y es que sin la madurez que ha demostrado desde su llegada a Boston no podría haberse efectuado ninguna de sus otras mejoras. Irving ya demostraba liderazgo en Ohio asumiendo tiros importantes (en la memoria de todos esta el séptimo partido contra los Warriors), pero nunca fue un guía para sus compañeros, siempre fue el segundo tras LeBron o, antes de eso, un chaval con poca experiencia como para cargar un equipo a sus espaldas. La situación ha cambiado por completo, Kyrie es sinónimo de Boston Celtics, es quien da la cara en los momentos complicados, quien se encarga de decidir qué y cómo se debe solucionar una situación imprevista (dentro de la cancha, fuera es Brad Stevens quien está al mando), es el espejo en el que se miran los jugadores jóvenes como y el que aconseja a estos que han de hacer. En definitiva, Uncle Drew se ha hecho mayor y se ha convertido en algo más que un jugador capaz de levantar al público de su asiento, ahora es una referencia en el campo, algo más que una simple ‘estrella’.

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