La temporada ’78, como se apuntaba en el volumen anterior, dejó a los Boston Celtics en cuadro. Por lo tanto, la aparición de Red Auerbach como el mesías particular de la franquicia de Nueva Inglaterra volvió a resultar fundamental para el futuro de los orgullosos verdes. De nuevo el draft. Aquel fue el primero en que el número uno era extranjero, el bahameño Mychal Thompson, campeón posteriormente con los Lakers, era seleccionado en primera posición por Portland Trail-Blazers.

Así las cosas, Auerbach tuvo que esperar al pick 6 para hacer su elección. Los Kansas City Kings, Indiana Pacers, New York Knicks y Golden State Warriors -todos ellos en las posiciones de privilegio vía otros equipos- dejaron pasar a un jugador de la pequeña Universidad de Indiana State, que estaba promediando treinta y un puntos, doce rebotes y cinco asistencias. Sin embargo, la magnitud de su universidad corrió a favor del jugador, ya que parecía predestinado que debía acabar en Boston. Aquel nueve de junio de 1978 quedará marcado para siempre como el primer día de Larry Bird como celtic. Aun así, su debut se demoraría un año más, ya que decidió regresar a Indiana State la siguiente temporada para ganar el premio Naismith al Mejor jugador universitario, llevó a su diminuta universidad a la Final de la NCAA, donde cayó con Michigan State, en la peor derrota de su carrera deportiva, ante su némesis, el único jugador del mundo que era capaz de robarle algunos focos: Earvin Magic Johnson.

Para los Celtics, tampoco resultó un drama tener que esperar un año para disfrutar a Bird, teniendo en cuenta lo que vendría después. Algo más de un año después del draft en el que resultó seleccionado Bird, Magic Johnson era elegido por Los Angeles Lakers. La espera de Bird resultó primordial para la poesía: los dos jugadores que estaba destinados a dar la vuelta a lo que se había convertido la NBA entraban en la liga a la vez.

Larry Bird se convirtió en todo un icono en la universidad. | Fotografía: AP Photo
Larry Bird se convirtió en todo un icono en la universidad. | Fotografía: AP Photo

La liga había perdido su encanto en los setenta por varios factores: el racismo imperante en los Estados Unidos se oponía a ver a jugadores negros triunfando; las audiencias bajaron con estrépito, tanto en los pabellones como ante la televisión; y, peor todavía, la cocaína se empezó a extender con fuerza entre algunos jugadores de la liga. Era todo un desastre. Por lo tanto, octubre de 1979 fue como abrir las ventanas y las puertas y dejar pasar el viento.

Sin embargo, el racismo seguía siendo predominante en el país. Se empezó a llamar a Bird The great white hope, pero también se le apuntaba por ser blanco, se le puso en duda por la indeterminación de saber si podría competir contra los jugadores negros. Incluso Cedric Maxwell, compañero y estrella de Boston, dudaba de él cuando empezaron a compartir vesturario. Sin embargo, con una sola sesión de entrenamiento, Bird convenció a Maxwell. Además, había caído en una ciudad predominantemente blanca como Boston, mientras Magic, en California y con el Forum situado en Inglewood, se situaba en un ambiente negro. Ya estaba servida la contraposición: el pueblo contra la ciudad, blancos contra negros, Celtics contra Lakers.

Y el primer enfrentamiento no se dejó esperar. A finales de diciembre, los Celtics y los Lakers se enfrentaron por primera vez con Bird y Magic en sus filas. Aquel día no fue el mejor para el alero de Indiana, de hecho el máximo anotador de los Celtics seguía siendo Maxwell en aquel momento, y los Lakers derrotaron a los Celtics por 123-105 en Los Angeles. Una derrota más para Bird. Sin embargo, aquella temporada regular ya vería de lo que iba a ser capaz el paleto de French Lick: fue el mejor celtic en anotación, rebotes, robos totales y minutos jugados, lo que le valió el Rookie del año. Aquella decisión por parte de la liga tendría una respuesta inmediata por parte del jugador que había quedado segundo en la carrera por el premio con tres votos: Magic Johnson.

Los Lakers, sin Kareem en el sexto partido de las Finales ante los Sixers, que venían de eliminar a los Celtics, se llevaron el anillo gracias a la extraordinaria actuación de Magic -42 puntos, 15 rebotes, 7 asistencias- jugando de pívot ante la ausencia de Jabbar. Así pues, hacía dos años que Bird tuvo noticias por primera vez del base de Michigan, y este ya era campeón de la NCAA, NBA y MVP de las Finales. Aquello tenía que cambiar. Y los Celtics lo dejaron todo, por enésima vez, en manos de Auerbach.

El regreso a la gloria

Durante el verano de 1980, el presidente de los Celtics se deshizo de Bob McAdoo, porque ya tenía en mente reclutar a un pívot con mal cartel. De Robert Parish se decía que no ponía pasión en el juego, básicamente era un vago. De nuevo a por el underdog, de nuevo Dave Cowens. Además, los Celtics disponían de la tercera posición en el draft, gracias a la cual conseguían formar el mejor Big three de la historia hasta el de San Antonio: Larry Bird, Kevin McHale y Robert Parish. Pero aquello todavía estaba por venir. En el momento en que se formalizaron los movimientos, no parecía ser una buena decisión: un vago y un desconocido.

Sin embargo, el cambio en la mentalidad de Parish lo precipitó todo. Bill Fitch, el entrenador de los Celtics, consiguió lo que nadie había hecho en Golden State: convirtió en una estrella a Robert Parish. Por otro lado, saliendo desde el banquillo, McHale y Maxwell daban minutos de calidad durante el tiempo destinado a la segunda unidad. Todo ello hizo que los Celtics, en el 81, lideraran la liga en ataque y en porcentaje de victorias. Entonces, llegaron los playoffs.

Boston vapuleó a Chicago, barriéndolos en semifinales de conferencia y se colaban en las finales del Este contra los Sixers, al igual que un año antes. La eliminatoria no tardó en volverse contra los Celtics. El quinto encuentro en el Garden podría haber terminado con las ilusiones de los verdes. El partido fue igualado, como el primero y el cuarto, sin embargo, los dos baluartes más grandes de la historia celtic se sobrepusieron a los Sixers: la defensa en primer lugar y la suerte en segundo. En la última posesión, y con uno arriba para Boston, Julius Erving se vio encerrado en un dos contra uno lateral, soltó el balón para Bobby Jones que, ante la defensa de Bird, mandaba el balón al aro y la eliminatoria a Philadelphia.

El sexto comenzó con un parcial brutal a favor de los Sixers, sin embargo, los Celtics se pusieron a defender y reaccionaron. El encuentro llegaba a su conclusión cuando un lanzamiento de Bird, previa finta sobre su defensor, rebotaba en el aro, suspendiendo cualquier tipo de respiración en el Spectrum, para entrar, tal y como lo había hecho el célebre tiro de Don Nelson en 1969. Aun así, el balón, de nuevo, lo tenían los Sixers para empatar. Toney penetró hacia canasta hasta toparse con Kevin McHale, que con una pequeño roce de uno de sus dedos taponaba a Toney y encargaba otro séptimo partido para Boston.

El último encuentro, como se suele decir, con las espadas en todo lo alto, se dirimió en las trincheras: típico baloncesto de los ochenta. Un reguero de golpes, agarrones y empujones dejó el partido todavía por decidir en el último minuto del partido. Entre todo el desconcierto de golpes, pérdidas de balón consecutivas, dos contra uno, apareció Larry Bird sacando el contragolpe. En la zona rival esperaba Lionel Hollins, con lo cual, Bird se cuadró a cuatro metros del aro para meter en las Finales de la NBA a Boston por primera vez desde el último anillo de Havlicek.

Allí esperaban encontrar a los Lakers, pero tras únicamente treinta y siete partidos de temporada regular de Magic a causa de las lesiones y, posteriormente, la eliminatoria ante los Rockets concluida con aquel tiro de Sampson, eran los de Texas quienes se deberían medir ante los de Massachussets.

Los primeros cuatro encuentros se repartieron entre ambas franquicias, llegando al Garden para el quinto con empate a dos. Justo antes del encuentro, Moses Malone, estrella de los Rockets, menospreció a los Celtics señalanado que podría batirlos con cuatro personas de su pueblo. El resultado final del partido todavía hoy tiene que resonar en los oídos del genial pívot de Virginia: 109-80 y a un partido de caer en las Finales. Bird se puso el mono de trabajo durante el sexto en Houston para dar por finalizada la eliminatoria y devolver a los Celtics a lo más alto. Y ya iban catorce.

Bird lideró a los Celtics a otro título frente a los Rockets. | Fotografía: Getty Images
Bird lideró a los Celtics a otro título frente a los Rockets. | Fotografía: Getty Images

La temporada siguiente, los Philadelphia 76ers se cobrarían su venganza particular ante los Celtics en las Finales del Este. Aquella derrota en el séptimo partido contra los Sixers cayó como un jarro de agua fría en Boston, porque los Lakers llegaban a las Finales con un inmaculado 8-0 en las eliminatorias por el título. Los Celtics faltaron a su cita con los Lakers tras intentar de nuevo el imposible: dar la vuelta a un 3-1 en contra. En esta ocasión no fue posible. Al igual que el año siguiente, donde los Celtics no consiguieron ni siquiera meterse en las Finales del Este, ya que en la ronda precedente fueron barridos por primera vez en su historia, ante los Milwaukee Bucks de Sidney Moncrief y Marques Johnson. Este fue el detonante de dos circunstancias importantes en la franquicia: Fitch dejó el banquillo y Mangurian vendió la franquicia a Don Gaston por quince millones de dólares.

Las últimas aportaciones de calado de Auerbach como general manager fueron reubicar a otra personalidad de la historia celtic como entrenador: el campeón en ocho ocasiones K.C. Jones; e introducir en el equipo a uno de los mejores bases defensivos de la liga: Dennis Johnson. Bajo la tutela del entrenador texano, los Celtics regresaron a las Finales tras los enfrentamientos ante Philadelphia y Milwaukee. Esta vez sí se reeditaría la final que todavía no habían perdido los Celtics. Magic llegaba con dos anillos con sus correspondientes MVP de las Finales. Contaban, así mismo, con el novato James Worthy y con el jugador de segundo año, Byron Scott, además de los ya conocidos Wilkes, Cooper y Jabbar. El equipo estaba casi terminado.

Así pues, los Lakers llegaban a las Finales confiados por la temporada, la gran conexión que habían tenido las incorporaciones con los jugadores que ya estaban en el equipo y por los playoffs, que fueron superando sin muchos problemas. Pero si por confianza era, los Celtics y Bird los superaban: MVP, la mejor temporada de su vida y metidos en las finales, dispuestos a batir a L.A.

El verde y el dorado personifican la mayor rivalidad de la historia de la NBA. | Fotografía: Getty Images
El verde y el dorado personifican la mayor rivalidad de la historia de la NBA. | Fotografía: Getty Images
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Sobre el autor
Álvaro Navalón
Fanático del baloncesto en todas sus formas y competiciones, pero sobre todo de NBA y su historia.