Es algo realmente especial. Es un animal competitivo. Es uno de los mejores bases de la Liga y de la historia de la NBA. Es Russell Westbrook. La estrella de los Oklahoma City Thunder consiguió el año pasado algo que casi nadie esperaba que hiciera: promediar un triple-doble tras 82 partidos de competición. Efectivamente, lo hizo. Asombró a propios y extraños con el único objetivo de demostrar su valía tras la marcha del que era su amigo, Kevin Durant.

Westbrook se convirtió en el segundo jugador en la historia en llegar a los dobles dígitos en tres categorías estadísticas desde la creación de la NBA. Solo el mito de Oscar Robertson lo había conseguido antes. Ni siquiera en la era en la que las estadísticas estaban más “infladas” jugadores como Bill Russell o Jerry West pudieron hacerlo. Tras esta gran hazaña, el de los Thunder fue galardonado con el MVP de la Temporada.

Sin embargo, no se quedó ahí. Durante el verano, Paul George y Carmelo Anthony llegaron a Oklahoma para ganar un anillo. La temporada no comenzó de la manera deseada. Faltaba tiro exterior y defensa. Las tres estrellas no eran capaces de compenetrarse de una manera idónea. Eso duró unos meses, hasta que el espíritu competitivo que habita en Westbrook le indicó que era momento de cambiar.

‘Russ’ volvió a su ser de la campaña anterior. Empezó a hacer triples-dobles con más asiduidad. Llegó a los cien en Regular Season en toda su carrera. En la victoria de la pasada madrugada contra los Raptors anotó 37 puntos, cogió trece rebotes y repartió catorce asistencias. En este momento, solo está por debajo de la decena en rebotes, con 9,7. De promediar este año también un triple-doble lograría algo sin precedentes. Lo que nadie puede dudar es que no va a parar hasta conseguirlo, su naturaleza se lo impide. 

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