La llegada de DeMarcus Cousins a los Golden State Warriors fue sin dudas la gran noticia de esta agencia libre. Solo un movimiento de esta magnitud podía tapar la firma de LeBron James por Los Angeles Lakers, la renovación de Paul George en Oklahoma o el movimiento de DeAndre Jordan rumbo a los Mavericks.

Se trata sin dudas de uno de los mejores pívots de la NBA, sino el mejor, que abandona un proyecto en ciernes pero que demostró ser competitivo como el de New Orleans para sumarse al vigente bicampeón, que cuenta con dos MVP como Stephen Curry y Kevin Durant, un Mejor Defensor del Año en Draymond Green y un All Star de garantías como Klay Thompson.

Sin embargo, lo que más impactó fue que su fichaje se realizó a razón de un año y solo 5,3 millones, una verdadera ganga para los dirigidos por Steve Kerr. Es cierto que Cousins no estará disponible hasta enero por su lesión en el tendón de Aquiles, pero no le han faltado ofertas tal como habían deslizado algunos rumores tras el fichaje.

Ahora podemos saber que Cousins tuvo sobre la mesa una oferta de 40 millones en dos años por parte de los Pelicans, cuando la temporada aún no había acabado y pese a que ya estaba lesionado. Un contrato como ese lo hubiera mantenido en New Orleans mientras se recuperaba de la operación y le hubiera permitido volver con todo antes del parón del All Star para intentar alcanzar la postemporada y jugar unos playoffs por primera vez en su carrera y acompañado de Anthony Davis.

Sin embargo, Cousins eligió lo que muchos catalogaron como la salida fácil. Jugar un año sin presión en Warriors, mientras se recupera totalmente, dónde jugará los playoffs con total seguridad e incluso con muchas chances de ganar su primer título NBA. Para el interno y para Golden State es un negocio redondo. Para la competitividad de la liga, no tanto.