A las siete y media de la tarde del domingo llegó el campeón. El Real Madrid de baloncesto, ajeno a todo lo que está ocurriendo en el conjunto de fútbol, recibió al Unicaja de Málaga, otro clásico del baloncesto español. La tarde en el WiZink Center empezó de manera triste, se guardó un sentido minuto de silencio por el recién fallecido ex capitán Josep Lluís Cortés. Cuatro ligas y cinco Copas del Rey lucen en el palmarés de uno de los actores principales de la historia del club.

Una vez comenzó el partido se pudo ver una de las señas de identidad de la defensa blanca, la presión a toda cancha. La presión de los andaluces también era fuerte y se materializo con un robo de Jaime Fernández con posterior canasta. El primer enfrentamiento individual del partido fue entre los dos gigantes. Shermadini y Tavares estaban destinados a convivir y pegarse por multitud de balones. Ambos salieron victoriosos en sus respectivos primeros ataques. En los primeros cuatro minutos del encuentro el ambiente nacía y moría en el fondo de los Berserkers, una razón para que ocurriera eso es el acierto de Unicaja que se puso con una ventaja de siete puntos justo antes de una falta personal contra Jeff Taylor y los posteriores dos tiros libres.

El sueco y Tavares reengancharon a los blancos en el encuentro. Cuando el pívot georgiano de los malagueños fue sustituido, parecía que el primer asalto se lo llevó el center del Real Madrid. Un parcial de 12 a 2 dejó el marcador favorable a los locales por tres tantos. Con la defensa como base, el Madrid pasó de un 4-11 a un 21-15. El único aspecto negativo del juego madridista era la falta de acierto desde larga distancia. Pasado el segundo minuto del segundo cuarto, los jugadores de Pablo Laso seguían sin anotar un triple. Unicaja se puso a dos, justo con una triplete de Salin y la ausencia de su pívot titular en la pista se empezaba a notar.

‘Edy’ no estaba sobre el parqué porque Felipe Reyes y Ognjen Kuzmic saltaron a escena. Ambos recibieron grandes ovaciones, uno porque es un ídolo y leyenda del club y el otro porque volvía a jugar en casa tras romperse el cruzado contra el CSKA hace un año. Volviendo a los triples, Carroll solucionó la papeleta para los de Laso y tras una nueva ventaja de los de Casimiro, el Madrid se puso nueve arriba. Los siguientes minutos solo sirvieron para comprobar que ya le habían quitado el tapón al aro. ¿La consecuencia? Los merengues, a falta de un minuto para el descanso estaba con doce tantos de ventaja. En el intermedio el luminoso señalaba un 48-36.

En el tercer cuarto el partido se convirtió en un tira y afloja. A cada acierto y fallo de un equipo, su rival hacía lo mismo. Sin embargo, daba la sensación de que Unicaja luchaba por resistir a los mejores periodos de los madridistas. Estos apretaban cuando querían y también anotaban con relativa facilidad gracias al talento a raudales y el buen trabajo táctico. Los aficionados animaban algo más que en la primera parte, porque las sensaciones no eran idóneas. Llull hizo una falta antideportiva que tuvo que ser revisada. El resultado de la acción fue que los visitantes se pusieron a siete y posteriormente se pusieron por encima en el marcador. Después de ir quince arriba el Madrid, Unicaja entraba al último cuarto con un +2.

Gabriel Deck aprovechó dos acciones para poner a su equipo por delante. Campazzo también anotó un triple, pero la ventaja era solo de un punto. El público apretaba. Cuando el Madrid se quedó cuatro abajo a dos minutos y medio del final, Pablo Laso dejó claro un mensaje en el tiempo muerto: “Tranquilidad”. A continuación, el partido estaba empatado a falta de algo más de cien segundos. Milosavljevic y Brian Roberts personalizaron la garra andaluza. El Facu anotó un dos más uno y el Palacio se vino arriba, ya solo quedaba que Sergio Llull pusiera la puntilla. Finalmente el Real Madrid resistió a un Unicaja que luchó hasta el final. El marcador final: 89-82.