El base francés, después de siete temporadas en los Spurs decidió salir de la franquicia. Al no verse acompañado por Tim Duncan y Manu Ginobilli como ya acostumbraba y buscar un nuevo desafío o nueva disciplina era algo que comenzó a rondar por su cabeza. Lo que hizo que llegara la oferta del conjunto de Michael Jordan. Vivir en una nueva cultura y querer respirar otro baloncesto es algo que desde el último anillo había pensado Parker. Esto al lado de esta proposición del mejor jugador de la historia, hoy dueño de un equipo, hizo que Parker no pensara un segundo en firmar por Chartlotte. El cuatro veces campeón de la NBA sabía que San Antonio ya iba a ser su casa para toda la vida. Por lo que no ha quedado como un simple adiós, probablemente sea un hasta luego. Su figura se mantendrá ligada a su ahora ex-equipo y no solamente en la historia, sino ocupando algún puesto en la directiva o cuerpo técnico.

Por parte de Gregg Popovich, no existió oposición para la salida de uno de sus ojitos derechos. No iba a cortar las alas de un ya veterano que llevaba toda su carrera a sus servicios. En mi opinión, creo que por respeto, Parker decidió irse a la Conferencia Este para evitar un posible enfrentamiento en PlayOffs contra su familia. No me sorprendería que fuera algo que incluso hubiera hablado con Gregg bastante antes de haber tomado la decisión de formar parte de los Hornets. Un equipo con el que está aspirando a luchar por jugar la post-temporada por décima octava vez en su carrera.

En la victoria de ayer de Charlotte sobre San Antonio, ocurrió algo que tuvo más trascendencia que el propio partido. El reencuentro de Tony Parker con Gregg Popovich y el abrazo que ello conllevaba. Un momento que quedará recordado como uno de los más conmovedores de la historia del baloncesto. Ha sido un abrazo entre dos futuros Hall of Fame más que merecidos. Haber luchado juntos durante 17 temporadas en los PlayOffs es algo que dejará sus nombres juntos para siempre. El triunfo en el encuentro fue para los equipados con "Air Jordan". Pero sentimentalmente, quien salió ganando fue el espectador al recordar aquellos momentos que vivieron juntos base y entrenador. Los que formaron parte de una de las mejores dinastías que jamás se hayan visto.