La inercia conduce siempre hacia adelante. No hay vuelta atrás. Una vez finaliza un partido empieza el siguiente. La victoria del Real Madrid ante el Valencia en el primer partido es historia y, como dijo Laso, sería absurdo estar eufórico. Ponsarnau reconoció que esta serie de partidos tan seguidos estaba lastrando a los suyos.

No obstante, era momento de rearmarse y de pisar el acelerado por parte de ambos. El Madrid, en busca de salvar el factor de cancha e irse a la Fonteta con bola de partido mientras que el Valencia se agarraría a la posibilidad de dar la campanada sacando fuerzas de flaqueza. Sin más dilación, que continúe la batalla.

San Emeterio y Dubljevic dilapidan de salida

La intensidad de inicio por parte de ambos equipos fue bastante equilibrada. El hombre encargado de inaugurar el marcador se repitió, Anthony Randolph. Vives respondió rápidamente con un triple. Los de Ponsarnau no podían dejar que el vendaval arrancase de salida. En los primeros compases tomaron la iniciativa gracias a la defensa en zona y al acierto exterior.

No obstante, el acierto exterior de Rudy y de Taylor mantuvo a los blancos a rebufo. El mallorquín se vistió de líder para poner al Madrid mínimamente por delante gracias a un pase a Tavares y un robo que finalizó con una canasta a placer. Dubljevic devolvió la igualada haciéndose grande en el poste bajo. Laso pidió tiempo muerto de inmediato. El juego no era brillante y el partido se convirtió en una pelea de entreguerras.

Las cosas fueron de mal en peor. San Emeterio sacó su muñeca prodigiosa desde el 6,25 para redondear un parcial de 0-11. Los Taronja se situaron ocho puntos arriba y el ataque merengue quedó anulado por completo. De esa manera, el primer cuarto finalizó con el marcador en 14-22. La historia había cambiado por completo.

El increíble Llull resucita al Madrid

En el segundo cuarto la dinámica no cambió en el arranque. Tobey le sacó un 2+1 a Ayón para abrir la brecha a más de 10 puntos. La verticalidad del Valencia y su portentosa defensa en zona secó por completo a los blancos que aparentaban pesadez en sus piernas y nubosidad en el juego. 

Sergio Llull y Trey Thompkins trataban de empujar a su equipo y rebelarse ante la adversidad y evitar que el partido se perdiese por completo. Sin embargo, los de Ponsarnau, con Dubljevic al mando, mantenían la brecha. El Valencia más inspirado que nunca. Pero si algo le caracteriza al equipo de Laso es que nunca baja los brazos. Un triple de Taylor y una canasta de Ayón tras un robo puso el 29-34 en el luminoso.

Tras el tiempo muerto, el increíble y siempre luchador Llull enchufó dos triples con los que puso al Madrid por delante. La presión en defensa de Ayón también fue vital para cortar la racha anotadora del Valencia. Dos tiros libres de Taylor y otra mandarina del de Mahón pusieron el colofón a la resurrección blanca. 42-36 al descanso, quién lo diría.

El vendaval vuelve a desatarse

De nuevo, Randolph abrió la lata con un triple para continuar la racha. La respuesta del Valencia llegó por medio de Labeyrie con un palmeo. La incógnita era saber si los de Ponsarnau se repondrían del vendaval. El Madrid estaba desatado y en el espejo empezó a reflejarse el primer partido. Randolph y Taylor seguían con su idilio anotador, Rudy dirigiendo y Campazzo se sumó también al festival. 

La electricidad en ataque y un Tavares colosal en defensa situaron un parcial de salida de 12-2. El marcador reflejaba un abultado 54-38. La racha de puntos se estancó en ambos equipos cuyo porcentaje de tiro de tres puntos disminuyó y eso provocó que la diferencia no se moviese. Los de Ponsarnau trataban de reaccionar, pero la inspiración ya no brillaba.

El partido se abroncó debido a un pique de Randolph y alguna falta polémica que encendió al Palacio. Estas acciones provocaron que el Valencia redujese ligeramente la diferencia. No obstante, esta continuaba por encima de los diez puntos por lo que ese pequeño colchón de comodidad mantenía una calma tensa. Un gancho de Ayón y una bomba sobre la bocina de Campazzo colocaron el 68-52 al término del tercer cuarto.

La final, más cerca

El Valencia salió con la consigna de recortar rápidamente desde el tiro exterior. No funcionó. Por tanto, el juego interior debía convertirse en el arma de ataque. Will Thomas y Vives serían los ejecutores iniciales. A pesar de ello, Ayón no iba a ser menos y su pericia en la pintura seguía haciendo sangre.

Sergio Llull esta vez no encontró fortuna en sus mandarinas, pero la renta era suficiente como para no preocuparse. En los últimos cinco minutos entró Reyes a la cancha bajo la ovación del público. El marcador apenas se movió. Nada impediría que el Madrid se marchase 2-0 a Valencia. La final está a un paso aunque antes habrá que superar un infierno en la Fonteta.