El buen trabajo tiene su premio. EJ Rowland llegó al Fernando Martín como solución de urgencia ante la caída en picado y la crisis que estaba sufriendo el club. Los jugadores sentían el fuego del descenso en la nuca, y no había optimismo en el horizonte. Pero siempre hay un héroe esperando para ponerse la capa y rescatar de la agonía a equipos sumergidos en las profundidades del sufrimiento.

El base del Fuenlabrada ha renovado una temporada más su contrato y continuará bajo las órdenes de Jota Cuspinera. En estos últimos meses, disputó un total de 15 partidos con un balance de seis victorias y nueve derrotas. En varios partidos demostró su capacidad para echarse el equipo a la espalda y ser resolutivo, como en la victoria ante el Murcia, o en esa remontada que culminó con un triple fuera de tiempo ante el Zaragoza.

Rowland finalizó la segunda mitad de la temporada con un promedio de 9,1 puntos (82% de acierto en tiros libres) 2,6 rebotes capturados, 3,4 asistencias repartidas y diez créditos de valoración. Toda esta aportación se tradujo en la salvación del Fuenlabrada con dos jornadas de antelación.

La muerte de su padre le alejó del baloncesto

Detrás de cada deportista siempre hay una historia. Algunas conmovedoras y que sirven como lección de superación, o de la importancia que adquiere la familia y los seres queridos por los cuales muchas veces es necesario renunciar a la mayor pasión. Rowland es uno de ellos y, en este caso, tras el fallecimiento de su padre, consideró que era el momento de aparcar el baloncesto para ayudar a los suyos.

"Murió mi padre y preferí quedarme en casa, ayudar a mi madre y a mi familia, dejar todo arreglado y entrenar", desveló en una entrevista a la agencia EFE. Después de la tormenta siempre sale el sol, y parece que para Rowland se pondrá en Fuenlabrada.

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