El Real Madrid volvió a perder en Moscú (102 – 94). Esta vez su verdugo fue el Khimki, quien liderado por Alexei Shved superó los cien puntos en anotación. Jordan Mickey fue el único madridista que tuvo un buen día de cara al aro. Ahora, los blancos recibirán en la Liga Endesa al Baskonia.

El partido comenzó con dos patrones de juego claros. Mientras el Madrid basaba su juego en las acciones ofensivas de Trey Thompkins, muy acertado en el triple y el juego al poste -donde castigaba a Jerebko-. El Khimki tenía claro que debía obligar a Tavares a moverse, por lo que Shved y Booker formaron una exitosa asociación de pick and roll.

Con el paso de los minutos, los jguadores blancos se empezaron a encontrar con una gran oposición por parte de sus rivales. El balón no se movía con la rapidez suficiente para provocar ventajas y los tiros fáciles brillaban por su ausencia. Los rusos sí veían el aro con mucha facilidad, y de diversas formas, por lo que consiguieron una ventaja de seis puntos. Laso se vio obligado a parar el partido.

La respuesta de sus jugadores fue instantánea. El balón rotó bien dos veces seguidas, siendo el resultado el mismo: dos triples liberados. Thompkins y Taylor pudieron tirar con comodidad. Cuando el Madrid parecía acercarse, apareció el genio de Shved que con varios fogonazos mantuvo el colchón de su equipo. El ruso tuvo a su lado a Timma, que también demostró acierto desde el perímetro -incluido un lanzamiento lejano cuando concluyó el primer cuarto-.

Shved se mantuvo al timón del partido

Durante el segundo cuarto, el marcador se apretó. El Madrid trataba de tomar la iniciativa en el luminoso, pero el Khimki lo evitaba con el bloqueo y continuación. Shved era capaz de leer la defensa blanca. A partir de tomar el pick, decidía si tirar el triple cuando su par se hundía o dar la asistencia. Cuando ese pase no acababa en canasta, la rotación de balón conseguía encontrar a otros efectivos liberados que penetraban o lanzaban desde el perímetro.

Estas sensaciones se confirmaron todavía más en los últimos minutos. Los blancos cometieron algunos errores en ataque, alguna pérdida que permitieron a los locales distanciarse. De tal manera, con su líder Shved al timón y en un día inspirado, el Khimki se fue a los vestuarios con once puntos de ventaja (55-44).

Un desastroso tercer cuarto

La segunda parte comenzó con el mismo dominador del encuentro. Shved siguió brillando en ataque. En vez de ser un hontanar de puntos, como suele ocurrir, esta vez el exjugador de los New York Knicks leía perfectamente la defensa blanca. Eso le permitía tomar la decisión correcta posesión tras posesión, siempre con la inestimable ayuda de Devin Booker.

Cuando esta sociedad no funcionaba, aparecían los aleros. Gill y Timma solían operar con facilidad y espacios. En el caso del americano, eso provocaba penetraciones con más asiduidad, mientras que el ex del Baskonia se aprovechaba de su buena mano.

Jordan Mickey sí hizo acto de presencia

Por parte del Madrid, Jordan Mickey se erigió como el hombre clave del tercer cuarto. El de Dallas, que se enfrentaba a su antiguo equipo, era el único que anotaba con facilidad, ya fuera desde la pintura o más lejos del aro. Pero él solo no pudo remontar el partido.

Los de Pablo Laso se acabaron por derrumbar en el tercer cuarto. Durante los primeros minutos de ese periodo decisivo, el parcial fue de 13-0 para los rusos. Khimki anotaba con una facilidad pasmosa, incluidos algunos contrataques que no daban ni siquiera la oportunidad de reagruparse a la defensa blanca.

Pese a haberse acercado a ocho puntos a finales del tercero, la ventaja del Khimki llegó a superar los veinte tantos. Solo un triple desde la esquina de Taylor consiguió romper el parcial casi superado el minuto 35 de juego. Pese a que el Madrid frenó la sangría, los locales se llevaron la victoria de forma clara e inapelable (102-94).