El Real Madrid ha ganado tres años después la Copa del Rey, después de vencer con mucha superioridad al Unicaja de Málaga en la final (68-95). Campazzo volvió a ser el amo y señor del partido, terminando los cuarenta minutos con un doble-doble de anotación y asistencias. Brizuela hizo todo lo posible por parte de los locales, pero no pudo superar el cansancio de sus compañeros.

Ambos equipos llegaban al partido decisivo después de dos semifinales ‘sencillas’. La intensidad de Unicaja, empujado también por su afición, fue demasiado para Andorra que no encontró su ritmo en ningún momento. Por su parte, los blancos avasallaron al Valencia gracias a un ataque fluido y una defensa que bloqueó a todos los anotadores taronjas.

Una ventaja temprana

Carroll fue el primer jugador en dejar su firma en el electrónico. El escolta americano anotó un triple liberado desde cabecera tras un buen pase en escorzo de Campazzo. Pese al 0-5 de parcial blanco inicial, el partido estuvo muy igualado gracias a una defensa intensa de Unicaja e intensidad en ataque para penetrar y sacar faltas. De hecho, Tavares, al contrario de lo que le pasó contra el Valencia, tuvo que irse al banquillo con una falta en menos de cinco minutos.

Sin embargo, el Madrid fue imponiendo su calidad y su defensa. Pese a no tener a su pívot titular en la pista, colapsaban su mitad de campo y provocaban los errores de los andaluces. Randolph sí estuvo acertado tanto desde media distancia como en el triple. Carroll también anotó en varias ocasiones y el marcador tras diez minutos reflejaba un 13-26.

Unicaja intentó reaccionar, pero no lo consiguió

Una vez comenzó el segundo, el Madrid trató de aumentar más la diferencia. Campazzo no se había sentado todavía y permitía a sus compañeros lanzar en posiciones cómodas. Los blancos se pusieron 19 puntos arriba, con muchos triples anotados y una sensación sólida de dominio. Sin embargo, Brizuela salió al rescate de su equipo. El ex de Estudiantes anotó en varias penetraciones y culminó un parcial de 9-0 con un triple, el primero de Unicaja en el partido tras ocho fallos.

Cuando el encuentro se estaba volviendo loco, Pablo Laso buscó la solución y la encontró con la vuelta de Campazzo al parqué. Con el sudamericano en pista, los madridistas volvieron a encontrar el norte. Incluso Llull dejó de forzar las penetraciones y tomó decisiones más acertadas. El resultado fue que el incendio provocado por Brizuela se apagó y los merengues se fueron con un 28-43 al descanso.

El Madrid no se relajó en la segunda parte y aplastó al Unicaja

El Madrid sabía que no podía relajarse en el tercer cuarto y mantuvieron el pie en el acelerador. Ante un Unicaja también mermado físicamente, por ejemplo Toupane no pudo volver al encuentro, los blancos siguieron bailando al son que marcaba su base titular. Además, su compatriota Deck también generaba desde el poste repetidor con Waczynski.

El Unicaja ya estaba fundido. Pese a que anotaba con más fluidez que en la primera mitad, no era capaz de rotar en defensa con rapidez. La consecuencia fue una colección de tiros sencillos, desde todas las posiciones, que raramente no entraban por parte del Madrid.

Como pasó en el partido contra el Valencia, el último cuarto fue de trámite. El Madrid todavía tenía en la memoria la remontada la temporada pasada del Barça en el WiZink Center, por lo que no se relajaron en ningún momento. Mediado el último periodo, Campazzo dejó su sitio a Laprovittola recibiendo una sonora ovación. El marcador final fue de 68-95.

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