El segundo equipo más anotador de toda la Euroliga, pero el séptimo clasificado e inmerso en la terrible batalla sin cuartel por ocupar una plaza de play-offs. ¿Cómo puede ser esto? La respuesta se encuentra en las tan diferentes versiones que exhibe el BC Khimki a los dos lados de la pista. Todo lo que en ataque es un derroche de talento individual, una guerra interna por ver quién lanza -y mete- más triples, y el empleo de un ritmo vertiginoso con posesiones fugaces, en labores defensivas las lagunas son de una profundidad comparable a las del Mar Caspio. Un sistema más sencillo que el mecanismo de un chupete es capaz de tumbar por completo el muro de papel levantado por Rimas Kurtinaitis.

El paso adelante en los despachos

La secretaría técnica del Khimki afrontaba el mercado estival con el objetivo de sumar estrellas que, junto con Alexey Shved, pudieran formar una constelación. Contar con uno de los grandes nombres del baloncesto europeo es un plus más que notable, pero no había sido suficiente en las ediciones anteriores para lograr el salto de nivel y competitividad necesario. Y además, tras las pérdidas de Stefan Markovic, Jordan Mickey o Malcolm Thomas, el desembolso se presuponía mayúsculo.

Janis Timma, Stefan Jovic y Jeremy Evans aterrizaron tras hacer méritos en Olympiacos, Bayern y Darussafaka, respectivamente, y Jonas Jerebko y Timofey Mozgov cruzaron el charco desde la NBA como dos grandes inversiones de presente, si bien el pívot ruso se ha perdido prácticamente toda la temporada por lesión. De esta forma, el club moscovita presentaba su candidatura de una manera muy firme como un contender a tener en cuenta, pero una vez llegado el tramo final de la fase regular de la Euroliga, los problemas defensivos que presentan les han retirado ese privilegiado cartel.

Los números en contra de Khimki sólo son mejores que los del ALBA de Berlín y, curiosamente, que los de otro equipo en una situación similar a la de los rusos: Panathinaikos. 104 puntos le endosó el Real Madrid, 102 el Barcelona, 109 Olympiacos, 96 Zalgiris, 92 ASVEL... El hándicap es importante: si quieren ganar un partido, saben que su anotación se tiene que disparar hasta cifras de NBA porque el rival será capaz de alcanzarlas sin excesivas dificultades.

Alexey Shved junto a Stefan Jovic / Fuente: Twitter oficial del BC Khimki
Alexey Shved junto a Stefan Jovic / Fuente: Twitter oficial del BC Khimki

Alexey Shved, con escuderos sólidos pero relevos menores

Eso sí, cuando cuentas en tu plantilla con una estrella europea como Alexey Shved, la tarea es más sencilla. 21,4 puntos por partido, 6,2 asistencias y 2,7 rebotes para 19,4 de valoración por partido figuran en la tarjeta de promedios del base de Bélgorod. Es decir, el segundo máximo anotador de la competición tras Shane Larkin, y el tercer mejor asistente después de Calathes y Campazzo, juega en el Mytischi Arena. El base, junto con grandes nombres como el veterano Jonas Jerebko, Devin Booker o Stefan Jovic, conforman una plantilla edificada a base de chequera, cuya clasificación, sobre el papel, no iba a alcanzar tal grado de complejidad.

A pesar de esta unión de estrellas, también es de justicia afirmar que la segunda unidad se queda un tanto corta. Jugadores como Sergey Karasev, Chris Kramer, Sergey Monia o Vyacheslav Zaytsev no son capaces de rendir con la fiabilidad necesaria en los minutos de descanso de los titulares. Y otros hombres con mayor cartel, como son Dairis Bertans y Anthony Gill, también se encuentran un escalón por detrás, si bien los números del ala-pívot de Virginia son bastante aceptables.

Khimki contra Grecia como prueba definitiva

Khimki sigue contando con un ligero favoritismo sobre otros rivales para obtener un billete para las eliminatorias, aunque para ello, no deberá fallar en los duelos directos ante Panathinaikos -en Atenas- y Olympiacos -en Moscú-. En caso de obtener la victoria en estos dos enfrentamientos, y de no fallar en las citas más cómodas -Bayern en Moscú y ALBA de Berlín en la capital alemana-, podría incluso permitirse fallar contra Anadolu Efes o FC Barcelona. Todo dependerá de la concentración defensiva y de lo que sea capaz de brillar la constelación que se dibuja  alrededor de la figura de Alexey Shved.