Desalentador. Así es como se podría describir el año de los Chicago Bulls en una palabra. Ha sido, o está siendo, una desilusión tremenda para cualquier aficionado de Chicago. Cuentan con una plantilla joven, con talento y con aspiraciones (a priori) de pelear por los Playoffs en una conferencia este más débil. Sin embargo, a lo largo del curso, se han ido consolidando como una de las grandes decepciones de toda la liga.

Aunque la ESPN les colocaba en sus predicciones como 11º con apenas 32 victorias, la sensación que se respiraba en la NBA era de que el equipo estaba preparado para dar un gran salto. Habían tenido algunos tramos de muy buen juego durante la temporada 2018-19, por lo que la juventud de sus estrellas y los fichajes de algunos veteranos para dotar de solidez al proyecto invitaban al optimismo.

LaVine venía de completar su mejor campaña en la NBA y estaba listo para dar el paso definitivo. Markannen, aunque lastrado por las lesiones, llevaba una progresión claramente ascendente y se esperaba que este fuera el año de su explosión definitiva. Otto Porter, a pesar de su extenso contrato, se había complementado bien con los otros dos, anotando con gran eficacia desde fuera y aportando buenos minutos.

El propio Zach LaVine dijo en el Media Day: “Si sigo jugando como se supone que debo jugar, no hay ninguna razón por la que no debería ser All-Star o All-NBA”. Además, añadía que tanto él como Markannen se habían marcado como objetivo estar presentes en el partido de las estrellas de esta temporada, que precisamente era en Chicago.

Además, en verano llegaron fichajes interesantes como Satoransky y Thaddeus Young con el claro objetivo de aportar experiencia y solidez al proyecto. También se incorporaba a la plantilla Coby White, número 7 del Draft con gran proyección de futuro en el puesto de base.

  • Golpe de realidad

Todo esto no eran más que ilusiones. Un cuento de hadas. Pura fantasía que hizo pensar a algunos aficionados que podían volver a competir en la postemporada. Pero no, nada más lejos de la realidad. Llegados a este parón por la pandemia del Coronavirus, los Chicago Bulls marchan 11º en la conferencia este con un balance de 22 victorias y 43 derrotas. Decepcionante.

Es cierto que, con 17 partidos todavía por disputarse, llevan ya las mismas victorias que consiguieron en toda la temporada pasada. Pero la sensación sigue siendo igual de mala. Un equipo sin ideas claras, horrible en ataque, con enfrentamientos constantes entre el Staff técnico y la plantilla, con jugadores rindiendo muy por debajo del nivel esperado y un equipo cuya única mejoría ha sido en el lado defensivo, donde siguen siendo el 14º equipo de la NBA. En definitiva, una decepción.

Thaddeus Young, Kris Dunn y Wendell Carter Jr. ayudan a Arcidiacono a levantarse mientras Coby White (a la derecha) observa | Foto: Bulls.com
Thaddeus Young, Kris Dunn y Wendell Carter Jr. ayudan a Arcidiacono a levantarse mientras Coby White (a la derecha) observa | Foto: Bulls.com

Como se ha mencionado antes, la única mejora real con respecto a la temporada pasada es en el lado defensivo. Y tampoco es nada del otro mundo. Son poco más de 3 puntos mejores en cuanto a Defensive Rating (109,8), pero si ahondamos un poco más en la estadística avanzada es evidente que siguen siendo un equipo nefasto en defensa.

Conceden demasiados tiros fáciles al rival. Tanto, que son el cuarto peor equipo en cuanto a porcentaje en tiros de campo del oponente (48 %). Además, son el tercer equipo que más tiros libres permite (26 por partido). También destaca su espantoso papel en el rebote defensivo, donde son el peor equipo de toda la NBA, agravando considerablemente las estadísticas del año anterior.

En cuanto al lado ofensivo, la temporada pasada fueron el segundo peor ataque, mientras que este año son el cuarto peor. Es decir, sigue habiendo mucho que mejorar. Son un equipo que, acorde con los tiempos actuales, lanza mucho de tres. Sin embargo, el acierto es bastante pobre (34 % en triples, 44 % en tiros de campo).

Tampoco se caracterizan por tener un buen movimiento de balón y esto los lleva a ser uno de los equipos que menos asiste (23,2 asistencias por partido) de toda la liga, siendo además el quinto equipo que más balones pierde por partido (15,5).

Todo esto es consecuencia de un ataque basado en individualidades donde el entrenador, Jim Boylen, y su cuerpo técnico son incapaces de proponer alguna solución al sistema. Más bien lo contrario. Su peculiar estilo le ha llevado al técnico de los Bulls a tener más de un enfrentamiento con sus propios jugadores y esta es una de las claves del bajo rendimiento del equipo esta temporada.

Decepciones individuales

Jim Boylen

Sin duda es el máximo responsable de que estos Chicago Bulls estén rindiendo tan por debajo de lo esperado. Tiene un balance de 39 victorias y 84 derrotas desde que se puso al mando del equipo a mediados de la temporada pasada. Y en todo este tiempo no ha sido capaz de congeniar con la plantilla.

Desde el principio no gustaron sus métodos. Entrenamientos demasiado duros, discrepancias con los jugadores… Tiene un carácter muy explosivo y controvertido, lo cual le lleva a tomar algunas decisiones en caliente que no sientan bien en el vestuario.  Este mismo año, sentó a Zach LaVine en un final apretado porque no le estaba gustando su defensa.

Jim Boylen durante un partido de los Chicago Bulls | Foto: Bulls.com
Jim Boylen durante un partido de los Chicago Bulls | Foto: Bulls.com

Él está convencido de que la ‘mejora’ en defensa es más que suficiente para calificar con buena nota su temporada. Pero no lo es. Ha sido incapaz de poner solución a un ataque espeso y desorganizado, y eso que contaba con más piezas y talento que el año pasado.

Un ejemplo de que su estilo no acaba de cuajar en la plantilla es el timing que tiene a la hora de pedir tiempos muertos. En más de una ocasión se le ha visto pedir un tiempo cuando el partido ya estaba resuelto y muchos jugadores ya se han pronunciado en contra de esto. “Eso es lo que hace. No soy el entrenador. Me dijo que le gusta trabajar en cosas que hacemos en los entrenamientos y cosas así. Él es el entrenador en jefe; puede pedir un tiempo muerto si lo desea”, decía LaVine

Talento en el equipo hay, pero es necesario alguien que sepa gestionarlo. Y la directiva (también muy cuestionada) no acaba de dar el paso de destituirle.

Lauri Markannen

A nivel individual, es la gran decepción de la temporada. Después de dos años prometedores con la franquicia de Illinois, se esperaba que esta fuera la temporada en la que explotara definitivamente. Incluso se hablaba de que si su progresión iba según lo esperado podría aspirar a ser el MIP.

Lejos de eso, sus números han dado un bajón impresionante y en 50 partidos promedia 14.7 puntos, 6.3 rebotes, y 1.5 asistencias, con un 42.5 % en tiros de campo y 34.4 % en triples. Muy lejos de los 19 puntos, 9 rebotes que promedió la temporada pasada.

Parte de culpa puede tenerla Boylen, quien ha pasado a utilizarle como un simple tirador que abre la pista y espera a que le llegue el balón, en lugar de involucrarlo más en el sistema. Otra de las razones son las malditas lesiones. Se ha perdido 15 partidos, la mayoría debido a una lesión pélvica. Y esto le impide claramente coger el ritmo.

Otto Porter Jr.

El que fuera número 3 del Draft en 2013 con los Washington Wizards no está teniendo ni de lejos el impacto que se preveía a principios de temporada, especialmente por sus lesiones (solo ha jugado 14 partidos).

Lauri Markannen y Otto Porter Jr. conversan durante un entrenamiento | Foto: Bulls.com
Lauri Markannen y Otto Porter Jr. conversan durante un entrenamiento | Foto: Bulls.com

Pero cuando ha estado sano, tampoco ha tenido el impacto que tuvo el año pasado. Promedia 11.9 puntos, 3.4 rebotes, y 1.8 asistencias, con un 44.3 % en tiros de campo y 38.7 % en triples. Decepcionante si tenemos en cuenta que es el jugador que más cobra de la plantilla (27,2 millones).

Thaddeous Young

Otro jugador que ha dado un paso atrás es el veterano Thaddeous Young. Llegaba para aportar solidez y experiencia al equipo y, sin embargo, Jim Boylen ha intentado cambiar por completo su estilo de juego amoldándolo a su propia idea. Esto le ha perjudicado terriblemente y ha pasado de ser un jugador clave en Indiana a ser prácticamente una pieza de rotación.

Zach LaVine y Coby White: únicas luces en la oscuridad

Ha quedado claro que la temporada de los Chicago Bulls está sumida en una profunda oscuridad. Sin embargo, todavía se pueden sacar algunas luces del abismo. Y estas tienen nombres propios: Zach LaVine y Coby White.

Coby White y Zach LaVine | Foto: Bulls.com
Coby White y Zach LaVine | Foto: Bulls.com

LaVine ha explotado definitivamente y se ha convertido en uno de los mejores jugadores de la NBA. Solo el mal récord del equipo le ha impedido ser All-Star esta temporada. Y aun así ha estado muy cerca de conseguirlo. Promedia 25,5 puntos, 4,8 rebotes, 4,2 asistencias, 1,5 robos, con un 45 % en tiros de campo y un 38 % en triples. Todo esto habiéndose perdido solo 5 partidos (gran noticia teniendo en cuenta precedentes).

Precisamente en triples es donde ha dado su gran ‘puñetazo’. Ha sabido adaptarse a los tiempos y ha dado un salto de calidad tremendo. Está tirando 8,1 triples por partido metiendo 3,1. Mejores marcas de su carrera con diferencia. Y una estadística propia de los mejores lanzadores de esta distancia. De hecho, esto le permitió participar en el concurso de triples, siendo el mejor de los eliminados con 23 puntos.

Destaca también su partido de 49 puntos (mejor marca de su temporada) frente a los Hornets. Aquel día se fue hasta los 13 triples de 17 intentos incluyendo varios en el último minuto para remontar el partido. El final es de los que no se olvidan fácilmente.

Ha demostrado que le sobra talento para liderar a los Bulls en ataque y ha asumido la responsabilidad total en la gran mayoría de los partidos. Ha hecho 6 partidos de más de 40 puntos (5º de la NBA) y hasta en 13 ocasiones ha superado los 30. Sin duda está preparado para liderar el proyecto.

Junto con LaVine, la otra gran noticia de la temporada ha sido la irrupción del Rookie Coby White. Le ha costado hacerse notar, pero al final lo ha conseguido. Tras un par de partidos buenos al principio de temporada, White ha pasado la mayor parte del año intentando encontrar su sitio. Aun así, ha promediado más de 13 puntos saliendo del banquillo, que no está nada mal.

Eso sí, una vez ha conseguido adaptarse a la liga, se ha desatado. En los últimos 9 partidos venía promediando más de 26 puntos, 4 rebotes y 4 asistencias con un 48% en tiros de campo, un 43% en triples y un 90% en tiros libres, incluyendo una racha brutal de tres partidos en los que encadenó 33, 33 y 35 puntos.

Últimamente, con LaVine lesionado, estaba jugando de titular, y ya habían decidido darle una oportunidad con este nuevo rol hasta final de temporada. Si se reanuda la NBA será interesante ver cómo se desarrolla en este nuevo rol con LaVine al lado. Lo que es obvio es que Chicago parece haber encontrado al fin un base de futuro sobre el que poder construir.

La evidente necesidad de cambiar de aires

Los Chicago Bulls tienen el claro objetivo de volver a Playoffs. Y están haciendo algunas cosas bien. Han conseguido juntar a un grupo joven y talentoso, que cuenta con un anotador único como es Zach Lavine y al cual le complementan jóvenes con mucha proyección como Coby White, Wendell Carter Jr., o incluso el propio Markannen (a pesar de su mal año). También hay algunos veteranos interesantes como Satoransky que está aportando mucha solidez al puesto de base.

En definitiva, talento tienen, pero falta alguien que sepa gestionarlo. Y ese alguien no es Jim Boylen. En temporada y media no ha demostrado ser capaz de crear un sistema organizado, ni siquiera ha conseguido crear buena química en el vestuario. Los jugadores no le ven como el líder de este proyecto y él tampoco ha demostrado serlo. Si quieren avanzar, tienen que hacer cambios ya. Y a partir de ahí, seguir construyendo sobre White, LaVine y compañía.

La temporada NBA está suspendida de manera indefinida y nadie sabe si va a poder reanudarse. La posibilidad más clara que hay ahora mismo sobre la mesa es que se jueguen solo los Playoffs, por lo que la temporada de los Chicago Bulls podría haber acabado. Decepcionante, sí, pero todavía quedan algunos rayos de esperanza de cara a un futuro próximo.

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