La NBA vuelve a finales de julio y ya empiezan a sentirse las ganas de ver de vuelta a la máxima competición del baloncesto mundial. Había muchas dudas acerca de cuál sería el protocolo sanitario a seguir por la NBA dentro de la burbuja creada en Disney World, pero cuando a principios de semana se envió un manual de 133 páginas, se subsanaron todas.  

Entre todas las medidas tomadas, una destaca con creces. Los jugadores, voluntariamente, podrán llevar un anillo inteligente que medirá patrones tales como la temperatura corporal, el ritmo cardiaco o funciones respiratorias. Este accesorio, hecho de titanio, según la compañía que lo fabrica, Oura, podría predecir síntomas de COVID-19 tres días antes con hasta un 90% de acierto.  

Es en cierto modo polémico que estos anillos obtendrían información privada de los jugadores, almacenada en sus teléfonos móviles, gracias a la conexión Bluetooth entre ambos. Las franquicias tendrán acceso a estos datos únicamente en el supuesto de que un jugador esté en riesgo o presente síntomas del virus. Además, la Universidad de Michigan estudiará y evaluará los datos para crear una evaluación general de cada uno de los portadores.  

Yendo aún más lejos, la NBA está buscando la manera de implementar una alarma que se active en el momento en el que se incumpla el distanciamiento social, minimizando así las posibilidades de contagio entre jugadores o miembros del equipo. 

Estos anillos de titanio no son exclusivos para la NBA, están a la venta por un precio que asciende hasta los 400 dólares estadounidenses.  

De esta manera, Adam Silver se asegura de que sean los menos aquellos jugadores que no quieran ir a la burbuja por miedo a contagiarse, o a entorpecer el ritmo de la competición. Dentro de mes y medio, el balón volverá a botar, y habrá en pista más anillos que nunca.