Gran final de la Copa del Rey entre los dos mejores equipos a nivel nacional. El Real Madrid y el FC Barcelona se medían para disputarse un nuevo título copero. Se reeditaba la final del 2015, última a la que llega el conjunto de Pesic, en el mismo escenario, un por entonces recién estrenado Gran Canaria Arena.

El Real Madrid llegaba con la confianza de haber hecho bien las cosas durante este torneo, pero la ambición del conjunto blanco no se quedaba ahí, ya que los jugadores querían levantar su quinto título copero consecutivo y para más inri, derrotar al eterno rival.

El FC Barcelona tenía ganas de demostrar el gran equipo que son y es que gracias a Pesic, tienen una confianza totalmente distinta que a la que tenían hace dos semanas con Sito Alonso. Thomas Heurtel se muestra como el base al que se fichó en verano, aparte de ser un anotador compulsivo, dirige al equipo y hace que éste juegue muy bien y lo hace jugando a lo que quiere el entrenador.

Viviendo del tiro libre

El FC Barcelona no conseguía convertir los tiros y en defensa estaban más lentos de lo normal debido a un inicio más despacio de a lo que nos tenían acostumbrados. Eso, sumado a las distintas faltas hizo que entraran bonus demasiado rápido.

Luka Doncic lanzó en este cuarto un total de 9 tiros libres y se fue hasta los 16 al final del partido.

Con el partido un poco frío para ser una final, salieron los termómetros de ambos equipos. Al final de este cuarto salieron Rudy Fernández, que consiguió meter a su equipo en el partido y Pau Ribas que hizo que sus chicos se enchufaran en el partido gracias a un clave tapón de Hanga sobre Rudy.

Resurrección del Barcelona

Pese a que el Real Madrid movía muy bien el balón en ataque y conseguía tiros liberados, no los anotaba y hacía que el FC Barcelona se acercara en el marcador. Todos los tiros liberados del Real Madrid se convertían en fallos.

El FC Barcelona empezó a sentir cómodo en el juego y en la pista y eso se notó en la construcción de sus ataques. Movían el balón a las mil maravillas y eso hacía que la defensa del conjunto blanco se descolocase y los de Pesic encontraran tiros liberados que sí que anotaban. En los últimos minutos de cuarto la ventaja aumentó hasta los seis puntos de ventaja con los que llegaron al descanso

Hecatombe madridista

Con la inercia del partido cayendo del lado del FC Barcelona, el Real Madrid debería salir del vestuario muy centrado para intentar cerrar esa ventaja cuanto antes y no permitir que su rival se marchara en el marcador. Sin embargo, el FC Barcelona empezó el cuarto con un 1 – 11 de parcial y ventajas que se iban hasta los 18 puntos de ventaja.

Los rebotes ofensivos de Adrian Moerman hicieron que cualquier atisbo de remontada blanca fuera cortada de raíz con los puntos tras las segundas oportunidades y permitiendo a su equipo tener el control de la posesión durante más tiempo.

Nadar para morir en la orilla

Los chicos de Pablo Laso no bajaron en ningún momento la cabeza y seguían en sus trece de darle la vuelta en el marcador, y lo consiguieron.

No fue una remontada de parciales y de recortar mucha distancia en poco tiempo. Fue una remontada trabajada desde la defensa para construir un buen ataque. Tiros fallados del Barcelona, presión a la salida de balón y pases precipitados, cerrar y asegurar el rebote defensivo, todo ello para que los chicos de Pesic no se pensaran que tenían el partido ganado tan pronto.

Tanto es así, que tuvieron dos tiros para ganar el partido o empatarlo, pero los erraron haciendo que el FC Barcelona levantara su primer título en tres años y acabara con una sequía en la Copa del Rey que duraba desde el 2013.