El público del Fernando Buesa Arena dictó ayer sentencia tras contemplar la cuarta derrota de su equipo en los siete partidos que ha disputado hasta ahora en el Buesa Arena. El principal y único damnificado fue Dusko Ivanovic, entrenador y cabeza visible del proyecto azulgrana. El motivo no se resume exclusivamente a la derrota de ayer, si no a la facilidad con que el rival se la apuntó. Este Baskonia ya no es el que fue. Por ello se ha producido un cambio de timón.

Lo cierto es que el guion del partido sorprendió a propios y a extraños. El Caja Laboral, enrachado en la competición doméstica, presuponía deseos de resarcir a su público de la derrota frente a Olympiacos; mientras que el Monbus, derrotado en sus tres últimos compromisos, apuntaba a ser la cabeza de turco perfecta para equilibrar el estado de ánimo local.

Nada más lejos de la realidad. De los cuatro, tan sólo el primer cuarto fue de un Caja Laboral demasiado agarrado a Nocioni. Al descanso, el argentino contabilizaba el 47,2% de los puntos de su equipo (17 de 36), todo lo contrario que el rival, cuya anotación estaba mucho más repartida. Del 20-14 del primer cuarto al 36-39 del descanso se distinguió a un Caja Laboral excesivamente errático y concesivo en la captura de rebotes y a un Blusens Monbus con más seguridad en defensa y sabiendo aprovechar los errores de su rival cuando atacaban.

Los primeros compases del segundo tiempo fueron el fiel reflejo de lo que acabaría sucediendo al final del partido. AL Caja Laboral le pudieron demasiado los nervios, las pérdidas eran una constante destacada y el desacierto generalizado un muro en el que siempre chocaba. Poco tenían que hacer los de Moncho Fernández para ganar el partido mas que mantener su buen hacer general y aprovechar el estado de alarma activado en el Baskonia.

Los gallegos encontraron la clave de la remontada en el segundo parcial, ya que pasaron de anotar 14 puntos en los primeros diez minutos a encestar 25 tantos en la segunda decena de minutos. Fue el momento que les dio alas, cuando se fraguó su victoria. La guinda estuvo en el inaceptable tercer cuarto local, donde el parcial de 12-21 refleja ventajas visitantes que alcanzaron los 14 puntos (46-60; Min. 29). Nocioni pasó de anotar 17 puntos en la primera mitad a tan sólo cuatro en la segunda, Ivanovic se olvidó de Pleiss y Milko Bjelica y Lampe dejaron, con su actitud, un vacío destacable en la pintura. El desenlace estaba cantado.

No hubo atisbo alguno, ni el más mínimo, de remontada alavesa. Los de Ivanovic saltaron al último cuarto pareciendo aceptar la derrota. Ni rastro del famoso Carácter Baskonia. Ivanovic, presa de la desesperación, pasó de ignorar a Heurtel durante los primeros 30 minutos y jugársela con él en el último cuarto. La falta de intensidad y la cadena de errores cometidos desataron la ira del público, que centró su enfado en la plantilla y el entrenador a partes iguales. Con el partido sentenciado, el Blusens Monbus se permitió un margen para la relajación, con parcial de 8-3 incluído, que acabó maquillando el resultado respecto a lo realmente visto sobre la cancha. Se pudo suavizar el marcador, pero no el impacto de la guillotina sobre la cabeza de Ivanovic. Llegó el final de una era.

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