Instantes antes de comenzar el partido ya se podía sentir lo que sería el partido, un auténtico espectáculo. Dos aficiones que se dieron cita un domingo por la mañana, juntas en el mismo espacio, el bello pabellón de Miribilla. Los aficionados locales coreaban el "Jo ta ke irabazi arte", mientras que los blaugranas desplazados a Bilbao entonaban su particular "i si tots animem". Entre todo esto estuvo presente  Vavel.com para contarlo.

Comenzó el partido con un FC Barcelona muy acertado desde la línea de tres puntos, lo que sería una declaración de intenciones para el resto del partido. Por otro lado, las opciones ofensivas del Bilbao Basket eran muy distintas: intercalaban momentos en los que elaboraban jugadas utilizando los postes, y cuando encontraban tiro librado lo efectuaban, pero el resultado no era el mismo. No obstante, la efectividad de los catalanes los puso por arriba en el marcador.

Baloncesto con nombres propios

En el segundo cuarto llegó la reacción local ante el dominio inicial del Barcelona. El encuentro fue igualado por el Bilbao Basket y un nombre en concreto: Alex Mumbrú, que apareció para poner por delante en el marcador a su equipo ante un rival que variaba momentos de eficacía y buen juego con otros de falta de ideas y acierto. Navarro consiguio poner a su equipo por encima en el marcador al término de los 20 primeros minutos con una gran canasta.

Tras el descanso, El Barcelona volvió a anotar un par de triples con la firma de Papanikolau que consiguieron distanciarse de los locales.

La dinámica del partido entró en un tira y afloja de canastas por parte de ambos equipos que impedía que el partido se rompiera.

Navarro fue el mejor para el FC Barcelona, mientras que Mumbrú se echó el equipo a la espalda una vez más para buscar la valiosa victoria.

Oficio, trabajo y victoria

En el último cuarto, "los hombres de negro" consiguieron frenar la anotación "blaugrana" y liderar el encuentro a base de buen juego y acierto desde todas las zonas de la cancha.

El pequeño demostró al grande que no hay partido fácil, y que con grandes nombres, también puedes perder.

El partido podía llevarselo cualquiera, el electrónico reflejaba un 74-72 a menos de un minuto, pero entonces apareció Raúl López. El veterano base anotó un triple con el que el pabellón estalló de alegria, pues certificaba un triunfo que necesitaba todo el equipo, la afición y la ciudad.