Aquella noche de lunes se quedará en la mente de los aficionados al baloncesto durante un largo tiempo. Acabando de cenar, informaban de una noticia triste, de última hora. Las imágenes de fondo que aparecían detrás del presentador eran balones de baloncesto. Irremediablemente, el primer destello en las mentes de la familia baloncestística se trasladaba a Zaragoza. E irremediablemente, la peor noticia se confirmaba: José Luis Abós nos dejaba, un 20 de octubre, tras perder la mayor de sus luchas.

La muerte de Pepelu, como le conocían sus más allegados, no hizo más que agrandar la pequeña e importante leyenda que, a base de duro trabajo e ilusión, forjó en la capital aragonesa. Las cinco temporadas en las que José Luis Abós dejó su sello en el primer equipo del CAI Zaragoza fueron más que suficientes para ganarse el cariño de aficionados, rivales, jugadores y seguidores del baloncesto. El minuto de silencio que se guardaba en el primer partido tras su ausencia, el Montakit Fuenlabrada-CAI del 26 de octubre, fue el primero del camino sin el maestro, sin la piedra angular de un CAI que había crecido a pasos de gigante en las últimas tres temporadas (vídeo: canal de YouTube de ACB).

Lágrimas, palabras de recuerdo, apoyo a la familia rojilla… Éstas eran algunas de las reacciones que despertaba el adiós de Abós: desde el mismo presidente de la Federación Española de Baloncesto, José Luis Sáez, que se despedía con un “Que Dios te bendiga”, pasando por rivales con los que acabó siendo más que compañeros, como Luis Casimiro (“Me hubiera gustado verte en el banquillo el próximo partido con tu CAI del alma”) y, cerrando el círculo, jugadores que compartieron con él equipo, como Henk Norel, que le dedicaba un “Gracias COACH”, Pablo Aguilar, que reconocía que le costó encajar la noticia y definía a Abós como uno de los entrenadores que más le ayudó en su vida, o Álex Mumbrú, quien, siempre como rival del entrenador maño, expresaba la “tristeza máxima” que sintió aquella noche.

En los cinco años en los que dirigió al CAI Zaragoza, José Luis Abós sumó 109 triunfos y 88 derrotas

La victoria que su equipo logró en Fuenlabrada y el triunfo en Zaragoza ante UCAM Murcia en las dos jornadas siguientes a su pérdida fue la mejor manera de homenajear a un grande, a uno de esos líderes silenciosos, que buscan, por encima de todo, el crecimiento de sus jugadores. El pabellón Príncipe Felipe recogía el guante del equipo maño, y respondía, con creces, a todo lo que Abós había regalado a los seguidores, siempre expresado en forma de baloncesto.

La Basílica del Pilar sería el lugar elegido para rendir el último adiós a Pepelu. La presencia de representantes de los clubs de ACB, de la Federación Aragonesa de Baloncesto, de la misma Euroleague llenaba el Pilar; acompañándoles, los ciudadanos y aficionados al baloncesto, que no dudaban en acercarse al templo para acompañar a la familia y rendir su particular homenaje al hombre que devolvió la ilusión al baloncesto aragonés. Y sería aquella tarde del 23 de octubre cuando, por enésima vez, a la capital maña se le erizaba, con algo tan sencillo como una carta:

"AMIGOS

Como por responsabilidad mía, ya que en ningún momento os quise alarmar acerca de mi estado, estoy seguro que a muchos os habrá sorprendido el inesperado desenlace de mi enfermedad. Aun sabiendo que la operación no fue lo bien que hubiéramos deseado, siempre fui optimista pensando que podría haber una solución alternativa; todo ha sido mucho peor y más rápido de lo que hubiéramos podido sospechar.

Quiero mediante estas líneas mandaros un gran abrazo, ya que debido a lo anteriormente mencionado no he podido hacerlo uno a uno con todos los que me habéis animado con vuestros mensajes de apoyo. Por ese motivo os agradezco a todos las muestras de cariño y ánimo que me habéis mandado por cualquier medio y que me han servido para animarme, no sabéis de qué manera. Es muy reconfortante sentirse tan querido y respaldado por tanta gente, lo cual significa que algo hemos hecho bien en esta vida.

Yo peleé mucho tiempo por ser entrenador y por poder llegar a ACB, y al final lo conseguí, pero no sin mucho esfuerzo previo, por supuesto. Saber que en este camino he ido acumulado tantos amigos y tanta gente que me aprecia ha sido muy reconfortante en estos momentos difíciles.

Siento que me voy demasiado pronto, que me quedan muchas cosas por hacer pero también me voy con las alegrías que me ha dado la vida, que han sido muchas.

En lo personal he tenido la suerte de tener a mi lado una mujer maravillosa. Eva, mi amor. Y unos hijos fabulosos a los que adoro y de los que me siento muy orgulloso, Javier y Paloma.

En lo profesional he podido dedicarme a lo que ha sido mi sueño. EL BALONCESTO. He podido entrenar en el equipo de mi corazón. El CAI. Y he vivido los mejores momentos de mi vida en el Príncipe Felipe. Me he sentido querido allí y el calor que me dio su afición me acompañara allá donde vaya.

Cuando pensaba que la vida de los demás seguía mientras yo tenía que apartarme y que poco a poco me olvidarían, me llenó de felicidad y de emoción el día de la presentación ver la ovación, las pancartas, las camisetas de ánimo. Me emocioné como no lo he hecho en la vida.

Me voy con el corazón lleno de ese sentimiento. Lleno de agradecimiento a todos los que estabais ese día en el Príncipe Felipe y a los no pudisteis estar pero también os sentíais así. Gracias a mi CAI por tanta felicidad y gracias al Felipe, donde estará mi corazón para apoyar a mi equipo.

Me gustaría poder daros las gracias a todos, uno a uno, pero espero que todos sepáis que este agradecimiento genérico es para cada uno de vosotros.

Gracias a la vida porque lo he tenido todo".

La misiva, leída por la esposa de José Luis Abós, Eva Bosch, había sido escrita por el mismo Abós. Consciente de que su final no quedaba muy lejos, y dispuesto a hacer balance de su trayectoria, el técnico aragonés resumía con un sentido “gracias a mi CAI por tanta felicidad” su paso por el club maño, y no dudaba en explicar, en primera persona, lo que estaba viviendo. “Siento que me voy demasiado pronto, que me quedan muchas cosas por hacer, pero también me voy con las alegrías que me ha dado la vida, que son muchas”, leía Eva Bosch en palabras de su marido, encogiendo el corazón de los presentes en el Pilar. Un aragonés más se marchaba, y el templo maño por excelencia le despedía como era debido.

IMAGEN: Esther Casas, Basket Zaragoza

Helios, El Olivar o Boscos fueron los primeros santuarios de José Luis Abós, que empezaba, con equipos de escuelas, a escribir los capítulos de lo que sería su vida. Antes de dar el salto a equipos de ámbito nacional, la Federación Aragonesa confiaba en él para encargarse de la Dirección Técnica, en la que establecía un método de trabajo basado, por encima de todo, en la disciplina y la búsqueda de la perfección, algo que se dejaba entrever de su carácter, detallista hasta el extremo.

Mario Pesquera, que definía a José Luis Abós como una persona fiel y honrada, le abría la puerta a la máxima competición española, eligiéndolo como su mano derecha al mando del Natwest Zaragoza, en la temporada 1992-1993.

Otro peso pesado en el mundo del baloncesto español, Alfred Julbe, sería su segundo maestro, también en la capital aragonesa (en ese momento llamado Amyway Zaragoza). Su ciudad le hacía crecer día a día, pero veía, también, cómo decidía dar el paso de tomar el mando de nuevas naves, las de Cajabilbao y Breogán de Lugo, en LEB. Estos destinos le abrían la puerta a uno de los sueños más deseados de José Luis Abós: de la mano de la Universidad de Wake Forest, y como entrenador auxiliar de Dave Odom, debutaba en la NCAA, en la temporada 1999-2000.

El Bàsquet Inca se fijaba en él para liderar la aventura en LEB, y le daba carta blanca para formar el equipo que compitiera en la segunda división del baloncesto español. Allí fijaría su segundo hogar tras un fugaz paso por el CB Girona, como ayudante de Juan Llaneza y Edu Torres, y esta isla sería, precisamente, el trampolín para iniciar el viaje más deseado por Pepelu.

Willy Villar, más que un amigo

Hacía 15 años que el entrenador maño empezaba su camino en el baloncesto, empezando, como la gran mayoría de compañeros de profesión, desde abajo, con muchísimas ganas y dispuesto a aprender de aquellos locos bajitos. Y Willy Villar, hombre clave en la ascensión de José Luis Abós, le ayudaba a cumplir la meta que todos querríamos, la de ser profeta en nuestra tierra. En la temporada 2009-2010, Villar daba las riendas del primer equipo de Zaragoza al que fuera su entrenador en el Bàsquet Inca, devolviéndole, a su manera, la relación que ambos habían forjado durante más de 20 años.

La dupla Villar-Abós se basaba, ante todo, en la franqueza y lealtad que se tenían el uno con el otro. Más que amigos, casi hermanos, el trabajo que desarrollarían en el Basket Zaragoza les llevaba a saborear las mieles de la élite del baloncesto español. Tras un descenso al haber conquistado la ACB, , el CAI se sumaba a la lista de equipos que disputaría la campaña 2010-2011 en el techo del baloncesto en España. Desde entonces, el sitio del conjunto maño en ACB quedaría más que fijado, e indiscutible en los playoff de Copa del Rey y Liga, se convertía en uno de los referentes en la Liga Endesa.

Lo habían conseguido, lo habían hecho juntos, y ahora tan sólo les quedaba disfrutar del premio a la constancia y esfuerzo. Juntos, como siempre, habían puesto los cimientos de lo que ya era una realidad en Zaragoza, ver jugar a su equipo en ACB. Los siguientes objetivos, ambiciosos, con la diana en Europa, se los planteaban yendo de la mano, dispuestos a escribir más capítulos en la historia rojilla.

En el primer equipo de CAI José Luis Abós daría con un viejo conocido, Pedro Carrillo. Zaragozanos ambos, Abós y Carrillo compartirían cuatro temporadas en el banquillo del equipo de su ciudad. Pedro Carrillo cuenta a Vavel que la experiencia fue “magnífica”, y apunta más allá. “Aprendí cada día de él, y ya no solo de baloncesto, si no como afrontar la vida, y como desenvolverte en un mundo tan complicado como es el deporte profesional”, resume Carrillo.

IMAGEN: Basket Zaragoza

Tras cuatro años juntos, Carrillo destaca la manera de trabajar de Abós como uno de los motores del ascenso del CAI hacia la élite del baloncesto español. “Serio, con todo muy claro y con una metodología conseguida durante muchos años de trabajo, él estaba abierto a que nosotros (sus ayudantes, director deportivo….) le dijéramos siempre lo que pensábamos y él siempre era receptivo”, destaca. Además, opina que Abós no fue tomado en la consideración que merecía, “era un entrenador fantástico al que, sinceramente, pienso que no se le valoró en su justa medida, como quizá se valora a algunos otros”.

Pedro Carrillo, que actualmente dirige el cadete A del CAI Zaragoza, es coordinador adjunto de la cantera y tutor de los jugadores becados del club maño, hace balance de la experiencia al lado de José Luis Abós y destaca dos momentos importantes para él: “la victoria en el Palau el primer año o la victoria en Málaga el año pasado en cuartos de copa son quizá los más relevantes a nivel deportivo”, además de los “innumerables” momentos a nivel personal. Carrillo llegó hace ocho años a la disciplina caísta, de la mano de Benito Doblado, y destaca que, sin duda, el peor momento de su trayectoria con José Luis Abós fue cuando les comunicó la enfermedad que sufría.

De manera sincera, otro de los compañeros de viaje con los que Pepelu compartió horas y, por encima de todo, baloncesto, reconoce que trabajar con Abós fue muy cómodo, hacía que sentirse uno más en su equipo fuera muy fácil, algo que ambos aprovecharon para crecer y sumar experiencias juntos.

Temporada 2012-2013, la culminación

La campaña 2012-2013 se grababa en la retina de la afición rojilla como la primera de muchos sueños cumplidos. La Copa del Rey de aquella campaña era la primera para el CAI, y cómo no, llegaba de la mano del maestro, del fabricante de sueños, como al mismo Willy Villar le gustaba llamarle . La suerte del debutante no jugaba a su favor, y el anfitrión, Laboral Kutxa, le apeaba de esta competición.

Pero si hay un episodio recordado en esa temporada era el del el partido de las tres prórrogas. El “Yo vi las tres prórrogas del CAI ante el Valencia Basket” empezó a correr como la pólvora por Zaragoza, y es que los rojillos, que debutaban en el playoff liguero derrotando a los taronja tras un mal inicio de serie, se habían ganado a pulso su presencia entre los ocho mejores equipos de la Liga Endesa. El imbatible Real Madrid se interponía en el camino de los maños por la gran final, pero las ganas por volver a conseguirlo en la siguiente temporada se mantenían intactas.

Un año más tarde, la leyenda del CAI dirigido por José Luis Abós seguía creciendo. La fortuna quería que fuera, otra vez, el anfitrión de la Copa (esta vez Unicaja de Málaga) el que midiera sus fuerzas en los cuartos de final. Y ahora sí, Abós metía a los suyos en las semifinales, dónde se encontraría con el Real Madrid en su pelea por el título, un enfrentamiento que reeditaba la semifinal de la pasada liga. Los blancos acababan con el sueño copero de los maños, pero su buen papel en esta competición les concedía prestigio y autoridad en el territorio español.

Si la campaña 2012-2013 era el año en el que el cometa maño, dirigido por el capitán Abós, echó a volar, la 2013-2014 tocaba techo, con un episodio histórico a orillas del Ebro. Su debut en la Eurocup implicaba a jugadores, cuerpo técnico y seguidores de igual manera, una primera experiencia con la que acababa de convencer hasta a los más incrédulos. El CAI se clasificaba para el Last 32, y aunque caía derrotado en esta segunda fase, se había ganado la plaza para la siguiente temporada, además de crecer a pasos agigantados en el panorama europeo. Toda una ciudad implicada, una afición voraz y un entrenador constante y seguro de sus piezas sumaban la ecuación perfecta. ¿El resultado? Un camino más largo de lo previsto, duro, pero con la satisfacción por bandera, todo ello de mano del arquitecto de sueños, José Luis Abós.

El llanto por su marcha fue recogido en las redes sociales, pero hubo una propuesta que dio voz a la afición caísta. Jorge Lambán, un aficionado maño (de Zuera, Zaragoza) de 21 años, tiró adelante una de las iniciativas que más firmas han movido en los últimos años. La petición por cambiar el nombre del pabellón Príncipe Felipe a pabellón José Luis Abós empezó en Twitter, donde el joven aragonés propuso el cambio. “Nada más escribir el tweet leí más tweets diciendo lo mismo y se me ocurrió abrir una petición de firmas para ver cuanta gente pensaba lo mismo. El resultado todos sabemos cuál fue, 15.000 firmas en una semana”, explica Lambán a Vavel. El portal www.change.org fue el sitio dónde se materializó el deseo de Jorge Lambán, y la petición, que empezó a correr a una velocidad inesperada, ya cuenta con más de 15.000 firmas a día de hoy. Paloma Abós (hija del fallecido entrenador del CAI), Sam Van Rossom, Pablo Aguilar, Jon Stefansson (todos ellos, ex jugadores de CAI), Queralt Casas o Luis Arbalejo (director de la cantera del CAI Zaragoza) son algunas de las personas que ya se han unido a esta iniciativa.

A pesar del gran apoyo que ha contado la petición en las redes sociales, el Ayuntamiento de Zaragoza rechazó el cambio de nombre. La Chunta Aragonesista, el partido que trasladó la propuesta a la Junta de Portavoces del Ayuntamiento, vio cómo los votos en contra del PP y del PSOE frenaban la ilusión de ver al fortín del CAI con el nombre del entrenador que más partidos ha dirigido al mando del primer equipo. Las esperanzas, ahora, son menores, pero Lambán confía en que la afición acabe llamando el “José Luis Abós” al pabellón de los suyos, y que el nombre acabe calando en la capital maña.

Discreto, serio, José Luis Abós prefería quedar en un segundo plano en las celebraciones y festejos de su equipo, pero su trayectoria como entrenador, además de dura, acabó con recompensas de las que no se olvidan. Medalla de plata en el europeo sub-21, campeón de LEB Oro en la campaña 2009-2010, premio al mejor entrenador del año 2013 según la revista Gigantes, Insiginia de Oro de la Asociación de Clubes de Baloncesto, a título póstumo... Todos ellos, reconocimientos a una trayectoria que el mismo protagonista llevaba con la discreción que le caracterizaba. Una trayectoria que se acabó demasiado temprano, una marcha que dejó un vacío en el club de su Zaragoza querida, dónde todos le llamaban Pepelu.

(Agradecimientos: Adria Alonso, Pedro Carrillo, Jorge Lambán)

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Sobre el autor
Maria Cerezuela
Licenciada en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, aquí intento unir, lo mejor que puedo, mis 2 pasiones: el baloncesto y el periodismo.