Rusia, ese país gobernado por un jefe de Estado más que polémico cuyo nombre es Vladimir Putin. Esa nación que nada más pronunciar todas sus letras te viene a la mente ese frío helador que tanto le caracteriza. Todos saben de la dificultad que tiene enfrentarse a un ejército ruso, pero en este caso, es un equipo de baloncesto. Y no hablamos de un equipo cualquiera, nos referimos al Khimki de Moscú, la capital del país. Uno de los conjuntos más sólidos del territorio ruso.

Un equipo frente a otro, cara a cara. El contraste del cálido clima mediterráneo de la capital catalana con las bajas temperaturas de la antigua Unión Soviética sirven como ejemplo para diferenciar los diversos estilos de juego que ofrecen ambos clubes. Dos países capaces de formar en sus respectivas canteras a jugadores que acabarán jugando en la NBA. Jugadores como Kirilenko, Shved, los hermanos Gasol, Mirotic... Todos ellos son la muestra del gran nivel baloncestístico que hay en ambas naciones.

Esta gran batalla deportiva no se resume a un simple partido, a una mera victoria o derrota. Este encuentro será parte importante del futuro de ambos equipos en esta competición. Los dos se encuentran empatados en la tabla clasificatoria dentro del grupo F, las cuatro victorias y cuatro derrotas que llevan no reflejan la diferencia que se vio en el partido de ida, disputado en el Palau Blaugrana. Cabe decir, que si la competición acabara hoy mismo el conjunto catalán se clasificaría para los cuartos de final ya que es superior a los rusos en el ámbito de la diferencia de puntos.

Seguir con la dinámica

Se acabaron los malos augurios para el FC Barcelona, ahora solo miran hacia delante y quieren seguir con la buena racha que llevan en estos dos últimos partidos. Saben que si fallan, puede ser una debacle porque se minimizarían sus opciones de pasar a la siguiente ronda. La llegada del pívot Joey Dorsey ha hecho olvidar la lesión de Shane Lawal, además el alegre juego que propone siempre el boricua Carlos Arroyo, hace que el vestuario se llene de optimismo.

La victoria la semana pasada ante el CSKA en Barcelona dio muchos ánimos y volvió a poner las cosas en su sitio tras los duros varapalos que había recibido recientemente. En la competición nacional, los de Xavi Pascual, cumplieron este fin de semana frente al CAI Zaragoza y vencieron lejos de casa por 76-87. Esta victoria les permite colocarse líderes de la Liga Endesa ya que el Valencia Basket perdió contra el Real Madrid con una canasta sobre la bocina desde más de 20 metros. Una de esas derrotas que te dejan la moral tocada ya que te arrebatan el partido en el último segundo cuando ya estabas acariciando la gloria. 

Sabor a revancha

Los rusos siguen acordándose de aquel partido en el Palau Blaugrana en el que no se les quedó un buen sabor de boca ya que no estuvieron a la altura. Los catalanes les pasaron por encima y poco pudieron hacer las grandes individualidades moscovitas ante el gran juego colectivo desplegado por el Barça. En este encuentro, quieren demostrarle a Europa de lo que realmente son capaces y que no son solo un equipo con dinero. En la Superliga de su país, se encuentran en la segunda posición de la tabla por detrás del todopoderoso CSKA que está primero con una diferencia de tres derrotas menos.

El Khimki fue portada durante este verano por haber fichado al exjugador NBA, Alexey Shved. No solo su fichaje fue noticia, también su sueldo. El internacional ruso se ha convertido en el jugador mejor pagado de Europa. Debutó como profesional en 2006 con el CSKA, de ahí fue a parar al Khimki y más tarde, al Dinamo de Moscú. En 2012, fue cuando empezó su aventura americana y fue drafteado por los Minnesota Timberwolves de Ricky Rubio. Tras no acabar de cuajar en el equipo ni disfrutar de los minutos que él deseaba fue cambiando de vestuario. Hasta tres más se dispuso a probar. Philadelphia, Houston y Nueva York lo vieron vestir las camisetas de sus respectivos equipos. Finalmente, no acabó de encajar en la mejor liga del mundo, y volvió a su país para abanderar el proyecto de su equipo actual, el Khimki. Mañana intentará demostrar a sus aficionados, que sí se gana el sueldo.