Como si de una película de Quentin Tarantino se tratara, donde nunca se sabe si triunfarán los buenos o los villanos, en el Palau Blaugrana se rodó uno de aquellos finales de film épicos, a la par que surrealistas, que quedan impregnados en la mente del aficionado blaugrana durante mucho tiempo. Esta vez, no fue una conclusión feliz. El binomio Palau-Barça que tantas alegrías ha dado se vio insuficiente para vencer a la desidia y al bloqueo final de los azulgranas, que sirvieron en bandeja el triunfo a un Real Madrid cargado de fe y que compitió hasta el final consciente de que podían asaltar el templo (86-91).

Las caras de Tomic y Doellman ejemplificaron la estupefacción hacia lo vivido en el Palau

Las caras al término del choque de Ante Tomic o Justin Doellman ejemplificaron la estupefacción hacia lo vivido en un encuentro donde el Barça llegó a ganar de 14 puntos sometiendo una superioridad que recordó a la infringida en Madrid hace unos meses. Pero nada más lejos de la realidad. En la víspera del trascendental viaje a Rusia, donde los hombres de Xavi Pascual se jugarán el todo por el todo para meterse en la Final Four de Berlín, las sensaciones del equipo dejaron mucho que desear y la duda sobre las opciones de lograr el triunfo ante Lokomotiv creció a marchas forzadas. Eso sí, el Palau cerró el duelo con una sonora ovación a los suyos en forma de confianza hacia el gran partido. Fue duro, pero lo importante se juega este martes.

A la misma velocidad que las dudas invadieron el parqué fue con las que impuso el conjunto de Pablo Laso su ritmo para llevarse el triunfo de Barcelona.  Los de Pascual dieron la cara 30 minutos (71-63), pero desaparecieron. Un parcial de 15-28 en el último cuarto fue suficiente para lograr la gesta. Todo con un inspiradísimo Trey Thompkins, que se doctoró en el Palau al anotar 25 puntos y 26 de valoración, junto a la inestimable dirección de Sergio Rodriguez, 31 de valoración al repartir seis asistencias y lograr 15 puntos.

Sin excusas

Tras el encuentro, Xavi Pascual compareció en los medios consciente de que su equipo había dejado escapar la victoria. “No hay excusas, pero he intentado que las cargas estuvieran muy repartidas en el día de hoy porque en 48 horas tenemos nuestra verdadera final, un partido de ser o no ser”, aseguró. 

El Barça se dejó ir en los últimos minutos y no sabía si querer. Y cuando quiso, ya no pudo

Con cara de circunstancia e inmerso en plena búsqueda de cómo mejorar, el técnico atestiguó que cualquier tregua ante los madridistas es condenarse a un desenlace fatal. “Hemos jugado bastante bien unos 35 minutos. Estábamos jugando bien y teníamos buena dinámica y cinco minutos malos te cuestan el partido ante un rival como el Madrid”.

Con el regreso de Lawal, y la confianza del Palau como notas destacadas a tener en cuenta, a los azulgranas no se les pasa por la cabeza caer eliminados en la Euroliga. Pero tocará mejorar. Durante cinco minutos de Clásico, el Barça se dejó ir y no sabía si querer. Y cuando quiso, ya no pudo.