Han pasado ya tres temporadas desde el último título liguero del Barcelona Lassa, otras tres sin ver a los azulgrana en una Final Four de la Euroliga y, lo peor de todo, tres temporadas desde que se vio al último Barcelona Lassa que competía codo a codo con los gigantes europeos por el trono continental.
Apenas ha dado comienzo la cuarta temporada, pero la sequía en el Palau ya preocupa a todo el mundo. La irregularidad que han estado mostrando es el síntoma más claro de que hay un problema en Barcelona. No se trata de un problema irreparable pero hace falta que se ponga un remedio lo antes posible.
Es evidente que, tras la gran revolución vivida el pasado verano, el club ha iniciado el definitivo intento por volver a la élite. Sin embargo, el despegue no está siendo tan placentero como se esperaba y ya se han notado las primeras turbulencias de su largo viaje.
Del cielo a la tierra en cinco partidos
El arranque de temporada de los azulgrana fue por lo menos prometedor, con cinco victorias consecutivas y dejando una imagen esperanzadora para sus seguidores. Pero, como en todo largo viaje, llegaron las primeras turbulencias en forma de cinco derrotas consecutivas.
Cinco derrotas en cinco partidos pusieron sobre aviso al club azulgrana
Esa racha encendía toda las luces de alarma; parecía que todo el trabajo realizado en verano se derrumbaba y no se podía hacer nada. Sito Alonso mostraba su preocupación, pero también su confianza ciega en su plantilla y su proyecto.
La situación se ha vuelto a enderezar y, pese a una derrota ante Efes, los catalanes llevan una racha de tres victorias y una derrota en los últimos cuatro encuentros. El quinto, ante Brose Basket, cerrará los primeros quince encuentros del club.
Una plantilla hecha para competir
En esta travesía por el desierto se han visto varias plantillas en pista pero ninguna tenía las piezas necesarias para competir por los títulos. La revolución del pasado verano terminó con una decena de salidas y otra decena de entradas, jugadores seleccionados por el entrenador y la dirección deportiva para crear una plantilla competitiva.
Se reforzaron todas las posiciones con jugadores que ofreciesen un perfil determinado; algunos son conocidos por su trabajo en defensa, otros por su capacidad anotadora y otros por la intensidad que ponen en los partidos. Todos ellos contratados para encajar en una idea de juego muy concreta.
Sin embargo, la plantilla ha dejado actuaciones inexplicables y fruto de ello han llegado algunas de las derrotas. La temporada justo acaba de comenzar y los altibajos son comprensibles, pero no debe mantenerse esta imagen de irregularidad durante mucho tiempo más.
Un sistema que necesita tiempo
Aún es pronto, pero ya se han visto algunas pinceladas interesantes sobre la línea que quiere seguir el equipo. Sito Alonso lo describió muy bien al decir: "Queremos ser los mejores en aquellas cosas que no dependan de la fortuna". Se refería a que su plantilla debe ser la más intensa, la que mejor plantee los partidos y, con ese trabajo, superar al rival.
En partidos como el de Panathinaikos y Olympiakos se pudo ver esa idea, pero la plantilla aún se encuentra en proceso de maduración y en otros partidos la imagen no se correspondió con esa idea. Un ejemplo claro está en el partido ante UCAM. En dicho encuentro los azulgrana estuvieron 35 minutos a remolque y sólo en la recta final mostraron esa intensidad y cerca estuvieron de llevarse el partido.
Muchos jugadores llegaron este verano y esto sólo significa que necesitan pasar por un período de adaptación al club, a la ciudad o al sistema de juego del entrenador. Algunos parecen haber encajado desde el primer momento, pero otros están necesitando algo más de tiempo.
El sistema permite que el equipo no dependa de un jugador o de una jugada en concreto pero sí que depende de que los cinco jugadores que estén en pista rindan al cien por cien en todo momento. Ese es el objetivo que más tiempo lleva y el que mayor trabajo acarreará, pero no por eso se debe dejar de ser ambicioso y buscar los éxitos lo antes posible.
¿Dónde están los jóvenes?
La cantera del Barcelona es una de las mejores de Europa. El equipo júnior es un habitual participante de la Adidas Next Generation Tournament y cada año aparecen varios jugadores que podrían dar el salto al primer equipo. Sin embargo, apenas se ven jóvenes en la primera plantilla y los que están no cuentan con suficientes minutos para progresar.
Marc García y Rodions Kurucs son los casos más destacados, ambos con potencial para jugar en el primer equipo pero sin las oportunidades necesarias para destacar y demostrar su nivel. También a resaltar el caso de Aleksandr Vezenkov, que cada vez cuenta con menos minutos en la rotación pese a ser un jugador llamado a ser importante dentro de la plantilla.
Esa poca presencia de la juventud ha obligado a jugadores como Moussa Diagne, Marcus Eriksson o Stefan Peno a hacer las maletas y buscar otro equipo en que poder desarrollar todo su potencial. Es cierto que resulta más complicado formar un jugador que traer uno ya hecho, pero es necesario que la afición tenga a ese joven valor con el que identificarse y al que ver crecer hasta liderar el equipo.
Caminante, no hay camino, se hace camino al andar
La ambición ha de ser la base de cualquier plantilla que quiera competir contra los mejores. Sin embargo, el proyecto acaba de nacer y aún es pronto para tener como objetivo el ganar la Euroliga. Sería un error buscar metas demasiado altas con una plantilla que acaba de formarse y un proyecto totalmente nuevo.
Pero el objetivo del Barcelona Lassa ha de ser claro: competir y estar con los mejores. No se pueden repetir las actuaciones de la pasada temporada; tampoco se debe tener como único objetivo ganar la Euroliga. Debe buscarse un término medio en que se compita con los grandes pero no haya urgencia por ganar si o si un título.
El espejo en que mirarse puede ser el trabajo que ya hizo este club en 2008, cuando Xavi Pascual cogió un equipo descompuesto y, en menos de tres años, lo hizo campeón de Europa y campeón de todo. Ese éxito se logró a base de trabajo, intensidad y sin querer llegar a cimas inalcanzables.
Aunque también será importante mantener un bloque que se haga más fuerte año a año y compita con la élite de nuevo. Suele decirse que lo difícil no es llegar, sino mantenerse; pero no por eso es fácil el camino que debe seguir el Barcelona para volver a ocupar el sitio que merece en el baloncesto europeo.