Se antoja complicado describir a toda una entidad en pocas o una sola palabra. Mejor utilizar antónimos: esperanza y frustración; victoria y derrota; apogeo y ocaso; gloria y humillación; caer y levantar. Sobre todo esto último. ¿Por qué? Pregunta muy sencilla aunque no lo parezca. Porque se está hablando de Movistar Estudiantes, una institución que atraviesa fronteras, que derrocha valores por los cuatro costados, que sabe a las mil maravillas lo que es estar en el infierno más oscuro y, a pesar de todo, siempre logra levantarse a base de esfuerzo y sacrificio. Por ello, es el referente de incalculables jóvenes y no tan jóvenes. Porque ir con los que ganan en muy fácil y ser del Estu y sufrir parece siempre mejor.

70 años de demencia incontrolada

Quién le iba a decir al catedrático de latín Don Antonio Magariños que nada más y nada menos que siete décadas después su amado Club de Baloncesto Estudiantes iba ser uno de los equipos más importantes del país. No por fortuna, sino gracias a la continuación de la ilusión y el trabajo que se consiguió desde el mismísimo primer día que se practicó baloncesto en el Instituto Ramiro de Maeztu. Y es que no es un equipo más. Desde la creación ya se supo que estos combativos estudiantes, acompañados por el esqueleto Garibaldi a todos sus partidos, tenían muchas cosas diferentes a los demás por las que sentirse tremendamente orgullosos.

Homenaje de la cantera al 70 aniversario | Club Estudiantes
Homenaje de la cantera al 70 aniversario | Club Estudiantes

Nada ha cambiado aunque casi tres cuartos de siglo hayan pasado en la capital española. El baloncesto ha evolucionado, por supuesto, pero el sentimiento por este deporte sigue siendo idéntico, o incluso mayor. Y los motivos principales son la cantera y la afición, quienes van siempre van cogidos de la mano, pues en el club son plenamente conscientes de que las individualidades sirven de poco si no hay un colectivo que te apoye, tanto dentro como fuera de la pista. De este modo, dejando por un instante a un lado los malos momentos, los colegiales están de celebración.

Cantera inigualable

Hablar del Estu es hablar de juventud, talento, ilusión, y por tanto, de cantera. La mejor del país sin lugar a dudas. Es casi infinita la lista de grandes jugadores que ha producido el club a lo largo de toda su historia: Antonio Díaz Miguel, Gonzalo Sagi Vela, Fernando Martín, Alberto Herreros, Carlos Jiménez, Alfonso Reyes, Pepu Hernández, Aíto García Reneses, Nacho Azofra, Sergio Rodríguez, Felipe Reyes, Jaime Fernández y un largo etcétera que puede alargarse algún que otro párrafo. Nadie puede objetar que durante el tiempo pasado fue toda una fábrica de talentos, pero afortunadamente, el presente se antoja igual de esperanzador, pues Darío Brizuela y Edgar Vicedo, los dos que están disfrutando en estos momentos en el primer equipo, apuntan también a lo más alto.

Creer, crecer, competir y triunfar

No es opinión simple de un servidor, pues el mismísimo presidente del club y de la fundación también piensa y habla de un modo bastante parejo: "Nuestros jugadores están para formarse y estudiar. Tenemos la obligación de mantener un estilo propio mientras competimos, no somos solo baloncesto. El futuro de este deporte está en las canteras, y por ello hay que apoyarlas más que nunca". Otra muestra más de que en este equipo los valores se encuentran  siempre presentes.

Darío Brizuela, la perla vasca | Flickr (Isabel Martínez Méndez)
Darío Brizuela, la perla vasca | Flickr (Isabel Martínez Méndez)

Sin embargo, no todo puede ser color de rosa en Movistar Estudiantes, la mayoría de las veces hay un pero y en esta ocasión tampoco hay excepción, pues el club sigue sin ser capaz de retener a sus jóvenes promesas por un periodo de tiempo suficientemente largo como para dotarlas de un futuro estable. Ese es uno de los problemas a los que la afición ha tenido que acostumbrarse temporada tras temporada. Dolió y mucho la marcha en sus respectivos momentos de Sergio Rodríguez y Felipe Reyes, aunque no es necesario remontarse a hace tantos años, ya que Jaime Fernández, este mismo verano, también ha abandonado la disciplina colegial. En consecuencia, el miedo a perder a los mencionados Darío Brizuela y Edgar Vicedo es mayúsculo. No solo con ellos, pues el EBA y Junior, que tan fantásticos resultados está dando cada campaña, también se ha convertido en el recurso de los mejores ojeadores del continente. Y por supuesto, nadie quiere dejar escapar los increíbles momentos que pueden otorgar los fantásticos Pablo Suárez, Álex Tamayo, Diego Alderete o Pietras Bartlomiej entre otros. Hay sufrimiento, por tanto, hasta por la cantera.

Exilio tras exilio

Quizá algún día se pueda gritar a viva voz que Movistar Estudiantes tiene un lugar fijo para disputar sus partidos. Qué melancolía solo de pensar lo que se podría hacer en el Polideportivo Antonio Magariños. Pero la realidad es bien distinta a lo que se quiere, pues no todo se puede. Y esta temporada se ha certificado. Tras una sesión en la que los azulones se dejaron la piel para conseguir entrar en Europa, no ha sido posible renovar la licencia con el Palacio de los Deportes para poder vivir en dicho emplazamiento la sobresaliente experiencia de la vuelta a la competición continental, en este caso, la Basketball Champions League. Por tanto, ante tal negativa, se intentó regresar a antiguos exilios como el Palacio de Vistalegre, el Madrid Arena e incluso el tan acogedor pabellón mencionado de la Calle Serrano, pero los inconvenientes fueron tan grandes, que un nuevo emplazamiento ha surgido prácticamente de la nada a modo de héroe: Torrejón de Ardoz. Más precisamente el Polideportivo Jorge Garbajosa. Ahí es donde disputan los pupilos de Salva Maldonado las batallas europeas, un enorme coste tanto económico como moral para una afición que aun así, aunque padezca de manera constante, sigue acudiendo allá donde estén los suyos para dar todo el ánimo de forma incondicional.

El Delfín Ramiro animando al Palacio de los Deportes | Flickr (Isabel Martínez Méndez)
El Delfín Ramiro animando al Palacio de los Deportes | Flickr (Isabel Martínez Méndez)

El método del trampolín

Como bien se ha explicado antes, el Estu no consigue mantener a sus mejores jugadores por un motivo u otro, lo cual frustra de un modo inimaginable al seguidor habitual. Este año ha vuelto a ocurrir con Edwin Jackson como protagonista. Uno de los flamantes fichajes del director deportivo Willy Villar en el verano que despuntó más que el resto y se echó el equipo a las espaldas desde el minuto uno. Y de qué manera. Casi 22 puntos de valoración consiguió, siendo el máximo anotador del campeonato doméstico, clasificando a los suyos para la fase previa de Europa y quedando final y discutiblemente como segundo mejor jugador de la temporada. Una auténtica locura que tan solo se pudo disfrutar una campaña en la capital, ya que el francés puso rumbo a China este mercado estival.

Edwin Jackson charlando con el árbitro | Flickr (Isabel Martínez Méndez)
Edwin Jackson charlando con el árbitro | Flickr (Isabel Martínez Méndez)

¿Y ahora qué? Se preguntaron cabizbajos los estudiantiles. Sylven Landesberg fue la respuesta. Sin llegar a alcanzar por no mucho los números del galo, el alero estadounidense está ejerciendo como capitán del barco de un modo muy similar al del anteriormente mencionado. Pero la afición es consciente de que el norteamericano puede ser otro nombre más para apuntar en la lista de jugadores que utilizan como trampolín un equipo a priori menor para destacar y después poner rumbo a otro más competitivo.

Sylven Landesberg, la locomotora | Flickr (Isabel Martínez Méndez)
Sylven Landesberg, la locomotora | Flickr (Isabel Martínez Méndez)

Problema encontrado pero sin solución a la vista

Y es este, no ningún otro, el principal obstáculo que trae consigo los frecuentes altibajos que tan poco gustan en el centro de Madrid. Consiguiendo evitarlo, los colegiales pueden volver a ser grandes de nuevo y porqué no, soñar con volver a clasificarse para una Copa del Rey, unos playoffs a final de temporada e incluso dar la campanada en la Basketball Champions League. Pero todo apunta a que los del Ramiro de Maeztu, están abonados a sufrir eternamente.

Las guerreras piden paso

Se ha avisado al comienzo de estas líneas de que el Club de Baloncesto Estudiantes no es como los demás. Puede estar más que satisfecho con la obra que está creando, puesto que es el único equipo de baloncesto profesional en España que cuenta con disciplina masculina y femenina en todas sus categorías. Desde benjamín hasta junior pasando por alevín y cadete. Se lo han ganado a pulso y además están demostrando con creces que el baloncesto femenino también engancha, y de qué manera. Sino que se lo pregunten a Fito González, el gran artífice del éxito conseguido con las autodenominadas Women in Black en durante este 2017. Año idílico para ellas, logrando 18 victorias seguidas y cuajando una fase final memorable que tuvo su cúspide en León, donde las estudiantiles alcanzaron la gloria ascendiendo a la Liga Femenina 1, la máxima categoría.

Histórico ascenso del Estu femenino | Club Estudiantes
Histórico ascenso del Estu femenino | Club Estudiantes

"La clave de todo lo que conseguimos fue el esfuerzo y el trabajo en equipo", explicó Alejandra Quirante, la mejor jugadora del cuadro femenino de Movistar Estudiantes después de lograr el ascenso. Y es que ese el el único método para completar el camino al éxito propuesto. No hay ninguna receta especial, solo trabajo, trabajo y más trabajo. Da completamente igual si después se gana o se pierde, lo importante es mostrar actitud desde el primer hasta el último minuto. Y esto se ha corroborado en la actual temporada, pues en los primeros tres meses de competición el equipo madrileño aún no sabe lo que es ganar 12 partidos más tarde. Pero nadie tiene absolutamente nada que reprochar. La afición y sobre todo la Demencia, presente siempre junto a los y las jugadoras estudiantiles, son conscientes de las limitaciones existentes, y por tanto, solo demandan sacrificio, algo que no va a faltar nunca en este club. Ni sacrificio ni sufrimiento. Pero qué bonito es entenderlo.