En estos cien primeros encuentros ACB, Alberto Corbacho no ha dejado de crecer como jugador. A su talento innato como tirador de larga distancia (acumula más de un año anotando al menos un triple por encuentro) ha sumado un sacrificio en defensa y una generosidad como asistente que le han llevado a estrenarse como MVP de la jornada, y especialmente, a enamorar a la afición de Santiago.

Un ídolo cercano

Hay muchas virtudes en Corbacho más allá de los triples desde 8 metros, que le han hecho ganarse el corazón del público del 'Obra' durante estos años. Su sentido del humor marca de la casa, con sus camisas extravagantes, sus tenis color ¿pistacho? y su pasión por los disfraces son ya famosos en Compostela. Se presentó en la cena de Carnaval con la afición caracterizado como Mario Vaquerizo, y regaló a los presentes una impagable actuación musical que será recordada mucho tiempo. Su cercanía y la de sus compañeros con la afición compostelana, especialmente con los más jóvenes, es uno de los activos más valiosos del equipo, un sello que ni el meritorio Playoff de 2013, los récords acumulados o las estatuas de cera a la entrada del Fontes do Sar han conseguido cambiar hasta ahora.

"El cariño de la gente es lo más bonito, no tiene precio"

En las distancias cortas, Alberto sorprende por su sencillez y por la madurez de sus reflexiones. El jugador nos atiende para hacer un repaso a su trayectoria profesional y personal. Experiencias por media España que le han hecho crecer a todos los niveles. El paso por Málaga dejó ese toque "andaluz" en su carácter que tanto sorprende y hace sonreír a su entorno. De su contacto con los seguidores malagueños aprendió grandes valores: "Ser cercano con la afición, dedicarles tiempo, atenderles y ayudar en lo que pueda; yo soy una persona normal y corriente, como todo el mundo… no por jugar al baloncesto soy especial". Así, pese a definirse como "tímido y reservado", Corbacho mantiene contacto directo con los aficionados en las 'cañas obradoiristas' de las que es habitual, a través de las redes sociales, y aprovecha entrenamientos y hasta descansos entre actos publicitarios para jugar con los más pequeños y enseñarles a tirar a canasta. Reconoce que "el cariño de la gente es lo más bonito de todo esto, no tiene precio". Y es que la estrella del Rio Natura Monbus comenzó a jugar al baloncesto para poder jugar con sus hermanos mayores. Quizás eso explique muchas cosas.

Primeros pasos

Cuando se le pregunta por el centenario ACB, Corbacho echa la vista atrás y recuerda sus comienzos: "Estoy contento, pero no por los 100, si no por el primero, por haber tenido la oportunidad de llegar a la ACB".

Todo empezó en Palma de Mallorca, allá por octubre de 1984. Como todo niño, practicó y jugó a muchos deportes, pero hubo uno que le enganchó de forma especial: fue el baloncesto. Con apenas 4 años esa pelota le acompañaba a todas partes. Y fue un día, como tantos otros en los que iba a ver a sus hermanos al entrenamiento, cuando le cambió su vida. El entrenador de un grupo de chicos de su edad, que estaban en su horario de actividades, al verle en una pequeña canasta, se acercó a él, y le ofreció jugar. El pequeño Alberto aceptó encantado. Esa tarde, en el Sant Josep Obrer, acababa de 'nacer' el mito.

"Se me da bien apuntar al centro en todos los deportes"

Corbacho fue jugando y mejorando, pero por encima de todo, disfrutando. Admite que le parecía bastante fácil meter desde debajo de la canasta, y por eso, se fue alejando. Le dio igual quedarse corto, fallar y tener que correr a por la pelota. Siguió trabajando, probando, de cualquier manera, incluso de gancho, hasta que vio que entraban: "Desde entonces siempre me ha gustado la distancia. He ido mejorando con el paso de los años, perfeccionando la técnica, sobre todo, sabiendo que tenía puntería". El alero destaca que lo ha trabajado, pero sí que reconoce que él ha nacido con ese ‘don’: "Se me da bien, pero no sólo en baloncesto, también en fútbol, en los bolos, o en los dardos, lo de apuntar al centro". No obstante explica que "se mejora con la rutina diaria y la experiencia, aprendiendo a colocarte, a medir distancias" y añade, con una sonrisa, que "el aro siempre está ahí, no se mueve". Una vez más, el mallorquín vuelve a tirar de su fino sentido del humor para esconder su timidez. La humildad y normalidad con las que habla y actúa el alero son dos de sus grandes virtudes.

Por aquel entonces, Alberto veía el baloncesto como un entretenimiento, y nunca dejó al margen los estudios. "Al acabar las clases, me iba a entrenar. Con esa edad uno no se para a pensar si se va a dedicar a este deporte", comenta. En este caso, el balear fue un alumno ejemplar, y afrontaba el baloncesto como una actividad a mayores.

En una familia en la que el baloncesto corre por las venas, sus hermanos, Marco Antonio y Miguel Ángel, ambos jugadores, el segundo actualmente en Liga EBA, se muestran tremendamente orgullosos por todo lo que ha conseguido el pequeño de la saga. Reconocen que ha sido fruto de mucho trabajo y esfuerzo, después de una dura etapa en LEB, y que aunque cuando se marchó se sintieron tristes, ahora "es tiempo de disfrutarlo, con orgullo, y también sufriendo con y por él". Recuerdan el montaje que tenían en su casa, una canasta hecha con una percha y un saco de patatas como red, en la que tiraban triples, hacían mates, y jugaban partidos. Ambos coinciden en destacar la satisfacción que les produce que Alberto haya alcanzado los 100 partidos, circunstancia que ninguno se imaginaba cuando tenía 19 años, y desean que puedan ser muchos más.

Corbacho destaca a uno de sus primeros entrenadores, Tolo Berrocal, que prácticamente le llevó seis años: "Era muy exigente, nos preparaba como si fuéramos profesionales, y me enseñó muchos valores: disciplinarios, solidaridad, compañerismo y por supuesto conceptos básicos del baloncesto, en ataque, y defensa". "En ese momento te vas dando cuenta de que te gusta, lo conoces, y aprendes", añade el mallorquín. Señala como clave el verano en el que pasó de cadete a categoría junior, ya que dio estirón físico y pasó de algo menos de 1,90 a 2 metros, lo que le permitió dar un salto muy grande, también cualitativo. Su calidad, jugando de base, y el excelente manejo del balón del que hacía gala, le llevaron a  fichar por una cantera ACB.

Comienza la aventura profesional

La oportunidad se la brindó el Unicaja de Málaga. Tras participar en la Vilagarcía Basket Cup, el club decidió contar con sus servicios, y el veinteañero mallorquín, puso rumbo a Andalucía. Admite que salir de casa por primera vez, independizarse, le hizo sentirse diefrente: "Nervioso y con mucho miedo, porque no sabía lo que me iba encontrar, y pese a tener 19 años, fue difícil". No obstante, pasado el susto inicial, Corbacho la califica como una "gran experiencia". Explica su vida en una residencia estudiantil, con universitarios, siendo él el único que jugaba en el Unicaja. Pese a que se matriculó en Económicas, pronto entendió que la exigencia de la etapa malacitana hacía incompatibles los estudios, y sus paseos entre Los Guindos y el Martín Carpena, alternando entrenamientos con el equipo EBA y el ACB, le hicieron darse cuenta de que su camino iba vinculado a la pelota naranja.

Fue convocado para el Europeo sub-20 de Brno en 2004

Cuajó excelentes números en los 27 partidos que disputó, en los que enchufó 108 triples, con prácticamente un 50% de efectividad, y promedió 16,8 puntos por encuentro,  que le llevaron a la Selección sub-20 para el Europeo que se disputó en Brno (República Checa). De ese torneo, Corbacho comenta que "deportivamente no fue muy bien", pero coincidió "con grandes jugadores como Víctor Sada, Marc Gasol o Saúl Blanco, entre otros". "Era una buena selección, pero las cosas no salieron bien", afirma.

Estuvo dos años en Huelva, en los que volvió a asombrar a propios y extraños con su eficacia desde más allá de la línea de triple. El primero, lo recuerda como un gran año, en el que su equipo luchó para ascender, pero perdieron el quinto partido, mientras que del segundo, no guarda tan buenos recuerdos. Fichó por el CAI Zaragoza, "con la opción de subir, era el equipo más favorito", pero otra vez en el quinto partido, contra el León, del 'Tuky' Bulfoni, se torció su sueño. Admite que a pesar de haber firmado con ilusión, por un proyecto ambicioso, que ya en LEB llenaba el pabellón, "no fue un año demasiado bueno". Posteriormente, jugó una temporada en el CB L’Hospitalet, un equipo en el que compartió vestuario con José Ángel Antelo, Quino Colom o los ahora jugadores de la NBA Serge Ibaka y Chris Copeland. Alberto no duda en bromear, y comenta que "pese a que ahora podríamos ser un equipo de Playoff, ese año descendimos”.

Aterrizó en Galicia, enrolándose en las filas del CB Breogán, de la mano de Chete Pazo. Comenta que llegó a Lugo igual que como lo había hecho cuando firmó por el CAI: con el firme propósito de ascender, para poder jugar en ACB. Recuerda que "en aquella época tenía la etiqueta de tirador, y eso no le interesaba a ningún equipo de ACB. Así que la única forma de llegar, era subiendo con un equipo". En el segundo año ganó protagonismo, pero el infortunio se cebó con él y le obligó a guardar reposo tras romperse la muñeca.

Corbacho completa el Camino… de Santiago

En el verano de 2010, Alberto Corbacho, volvió a cambiar de aires. Otra vez Chete Pazo, y en este caso, Moncho Fernández apostaron por él como pieza importante del perímetro en un ambicioso proyecto diseñado para volver a la mayor brevedad posible a la ACB. Pazo confiesa que encajaba perfectamente en el perfil ideal para el puesto, y le califica como "un ¡súper! tirador, con un gran bagaje táctico y conocimiento del juego", al tiempo que incide en la calidad humana del jugador, a su entender, "un tipo extraordinario". Para el mallorquín, la idea volvía a ser, la misma que cuando se unió a CAI y Breo. Admite que con el Obradoiro gastaba "la última bala para llegar a la élite, porque ya iba teniendo una edad, con experiencia en LEB, eso sí, pero empezaban a despuntar jugadores muy jóvenes, como Ricky Rubio, con sólo 17 años". La primera temporada del bautizado 'cañonero de Sar' ya le sirvió para ganarse al público. En la Liga Regular promedió 8 puntos, y dos triples por encuentro.

En las eliminatorias de ascenso a ACB, Corbacho dio un paso al frente

Sin embargo, fue en las eliminatorias por el ascenso donde Corbacho dio un paso al frente. Con 15 puntos, casi 3,5 triples y una efectividad del 50% (38/76) terminó de encandilar a una afición que vibra cada vez que el mallorquín arma el brazo. El Obradoiro consiguió el ascenso en Burgos, y Alberto Corbacho veía que, en menos de 4 meses, se cumpliría su sueño: debutar en la máxima categoría del baloncesto español, la Liga ACB. El alero reconoce que le causó una gran satisfacción conseguirlo: " Fue una temporada muy bonita, en la que descubrí que aquí hay una alegría, y un optimismo muy diferente al de otros lados; un ambiente muy familiar y cercano”.

El sueño de la ACB se hace realidad

Y, tras mucho tiempo deseándolo, con 26 años recién cumplidos, Alberto Corbacho de la Cruz obtuvo el merecido premio a su gran trayectoria: enfundado en la vestimenta del Obradoiro, saltó al ruedo en Illumbe, e hizo su primera gran faena como jugador de élite. Fue el 9 de octubre de 2010, ante más de 5.500 espectadores, donde disputó 21 minutos, anotó los primeros 10 puntos de los más de 1.000 que hoy en día acompañan su nombre en los ránkings ACB, con un 50% en triples, y certificó la primera victoria de la temporada. "Estaba muy nervioso, y con cierto temor, porque quería jugar, pero era algo que no conocía. Sigue siendo baloncesto, pero es una situación desconocida", recuerda.

Corbacho siguió creciendo según pasaban las semanas. Asegura que le costó arrancar y asumir su rol en el equipo, en un año de altibajos, en el que fue mejorando, y acabó siendo una pieza importante. Sus triples se sucedieron, con cadencia perfecta y efectividad incuestionable. El Obradoiro selló la permanencia, y él, en la celebración tras el partido, se sacó su camiseta y rindió su particular homenaje a Tonecho Lorenzo. Con la elástica con el 12 a la espalda, se fundió en un emotivo abrazo con su mentor. El alero explica que el histórico jugador, por el cual siente una profunda admiración y respeto, siempre le ayudó, estuvo con él, y supo guiarle y aconsejarle. El internacional español cuenta además la anécdota de cómo surgió todo: "Estuve buscando en Internet camisetas retro, del estilo de su época, pero fue un día en Coruña cuando encontré una muy similar, e hice el montaje".

Por su parte, el que fue jugador del Obradoiro explica que hay una relación de amistad, en la que él aconseja a Corbacho en los aspectos de la vida cotidiana "como lo puede hacer un padre con un hijo, y también le comenta qué cosas cree que el centenario alero puede hacer mejor en cancha. Tonecho califica al balear como "un jugador muy listo, que lee el muy bien el juego", y subraya que le parece el mejor triplista de la ACB. Sobre el homenaje que su pupilo le brindó en la tarde de la permanencia, admite que se emocionó y que le llegaron a salir lágrimas: "Que un jugador de élite se acuerde de ti, un veterano de 62 años, en un momento tan importante, es otro indicador de la grandeza como persona de Alberto".

Durante ese año Corby demostró tener un futuro muy prometedor. No en vano, opositóal premio de Jugador Revelación de la Competición, y entró en los planes de la Selección Española 2014. Una inoportuna lesión en el dedo en un campus de verano, le privó de disfrutar de ese premio. Sin perder la sonrisa, Alberto, con la naturalidad y humildad que le caracterizan, afirma que "sí que me hacía ilusión, indudablemente es una experiencia, pero no pasa nada, el destino no quiso, el dedo se recuperó bien, que era lo importante, y sirvió para ser mejor".

Lejos de arrugarse y de esconderse, siguió creciendo, constituyendo uno de los pilares básicos en la temporada 2012-13, que acabaría con el equipo gallego debutando en unas eliminatorias por el título. El mallorquín avanzó de exhibición en exhibición durante los primeros meses de competición, promediando alrededor de 4 triples por encuentro, con especial mención a sus memorables actuaciones contra el Cajasol y Unicaja. Destaca la importancia del inicio de un curso que afrontó con muchas ganas, al que la 'Vieja Guardia' —formada por Levon Kendall, Andrés Rodríguez, Oriol Junyent y él— llegó en excelente estado de forma: "Sabíamos que el equipo tenía que empezar bien, después de la experiencia del año anterior, y teníamos claro que debíamos asumir responsabilidades y ganar los primeros partidos".

"El Playoff fue un premio para la ciudad, para el equipo y para la afición"

También valora el excelente rendimiento que mostró el Obradoiro contra los grandes equipos de la competición: "Nos crecíamos y nos venían bien, por el estilo de juego, nos sentíamos cómodos, con ganas de competir, y conseguimos ganar en las cuatro canchas más difíciles de España", haciendo referencia a un hecho prácticamente sin precedentes, como fue vencer en los pabellones de equipos de Euroliga: el Buesa Arena, el Martín Carpena, el Palau Blaugrana y el Palacio de los Deportes. En la temporada en la que el equipo se quedó a las puertas de la Copa, circunstancia que califica como "un poco frustrante", el Obradoiro se levantó pese a la derrota contra Unicaja a tres jornadas para el final, y se clasificó para los Playoff tras vencer al Bilbao Basket. Lamenta "no haber entrado sextos o séptimos, porque hubiera sido otra cosa, pero nos tocó el Madrid, y no nos dio opción", aunque se muestra satisfecho, ya que "para la ciudad, para el equipo y para la afición, fue un premio, un fiesta, y una oportunidad de ver y de jugar contra este Real Madrid, que también da gusto".

Con 111 triples en su cuenta, que supusieron una media de más de 3 por partido, superó a Chicho Sibilio, como jugador nacional que más tiros de tres anotó en una temporada regular. Admite que no conocía esa estadística hasta que empezó a aparecer en las redes sociales, pero declara que fue un orgullo, y se muestra ambicioso de cara a batirlo de nuevo. Su trayectoria le llevó a la Selección en verano, para preparar el Eurobasket de Eslovenia, experiencia que valora positivamente, y la revista Gigantes le premió como el jugador que más había progresado de una temporada a otra.

En la actual, más maduro y convertido en referencia absoluta de una plantilla muy joven y renovada, 'Corby Bryant' dio un paso al frente y asumió el rol de líder. El jugador franquicia, ascendido a capitán, mejoró en todos los aspectos del juego, y los números así lo reflejan. Más asistente, más reboteador, e imparable para las defensas que no saben cómo evitar que el alero bombardee su aro. Una de sus recetas para alcanzar el éxito es "intentar hacer las cosas lo más fáciles posible". En esa línea, añade que no es un jugador que arriesgue mucho, y que le gusta aprovechar la situación de ventaja: "Si la tengo, no lo dudo". Consciente de que aporta muchos ‘intangibles’, situaciones que no recogen las estadísticas, se siente contento con su juego.

Su madurez y mejora, más allá de los números, también se puede apreciar en el apartado táctico: "Tengo la idea de lo que quiero hacer en mi cabeza, y trato de tener controladas todas las situaciones en pista, como saber quién cubre a quién, y qué ventajas hay, y a partir de ahí, hacer lo que toque de la forma más espectacular y bonita posible, pero siempre sencillo”.

Para el recuerdo quedarán sus partidazos contra el Barcelona de Navarro, o una vez más, contra el Unicaja, así como la histórica racha de seis victorias consecutivas, sólo truncada por la espiral de mala suerte que se cebó con el Río Natura Monbus, en forma de lesiones, y con la salida de Muscala a la NBA. "Nos ha fastidiado mucho, pero se ha podido lograr el objetivo", manifiesta Corbacho resignado. 

Mención especial requiere su inolvidable exhibición la noche del 29 de diciembre de 2013. Baskonia fue la víctima de la exuberancia de Alberto Corbacho. Con 7 triples en 10 intentos, 31 puntos y 37 de valoración, completó el mejor partido de su vida: "Fue un partido muy físico, donde en la primera jugada me dieron golpes por todas partes, y me mosquearon, y a partir de ahí me centré en lo que tenía que hacer, y quise ganar como fuera". Una noche en la que se divirtió jugando y mostró su gran peligro. El jugador centenario en ACB, confiesa el último secreto: "Era la primera vez que jugaba contra Scariolo –que fue su entrenador en Unicaja– y aunque no era nada personal ni rencor, siempre gusta demostrar. Es curioso que cuando estaba a su disposición jugara un par de minutos, y que ese día me tuviera bastante temor”.

"Siempre intento estar al mejor nivel posible, dar lo mejor de mí"

Otra mañana que Alberto, ni la afición obradoirista jamás olvidarán, será su última visita al CID. Con el Obradoiro mermado por las bajas, el balear cargó con la responsabilidad y ejecutó a los de Pedro Martínez, con 7 nuevos triples, cada cual más increíble, que le coronaron, por primera vez en su carrera, como MVP de la Jornada. Afirma que fue un partido en el que "no había nada que perder, no daban ni un duro por nosotros, y gracias a salir muy concentrados, con mucho acierto, la renta del primer cuarto nos permitió llevarnos la victoria". A nivel personal destaca que acostumbra a dar el máximo: "Siempre intento estar al mejor nivel posible, dar lo mejor de mí", y comparte una anécdota con un aficionado del Gran Canaria, que siempre le dice: "Corbacho: hoy no eh, hoy tranquilito", a lo que le respondió: "Me lo dices siempre, algún día me tocará. Y al final se lo reproché de broma, incluso nos hicimos una foto".

Y es que por mucho que el apellido Corbacho lleve ligados adjetivos como "tirador" o "triplista", lo cierto es que Alberto es un jugador en permanente evolución, inteligente tácticamente, sacrificado en el repliegue defensivo, superlativo en la ejecución. Un chaval atento, agradable y cercano con quienes le rodean. Una perla que está marcando una época en el Obradoiro, ascendido a los altares de Leyenda, y con el eco de su apellido coreado por speaker y afición, resonando en la mente de todo el obradoirismo. Dentro de varios años, los actuales seguidores que acompañan al equipo gallego contarán a sus nietos que ellos vieron jugar en Santiago a Alberto Corbacho. El mismo jugador que batió en una temporada el récord de triples encestados por un jugador nacional. El máximo anotador de la Historia del Obradoiro. Ahora también, un jugador centenario en ACB.