Este pasado fin de semana el Real Madrid volvía a conquistar la Copa del Rey. La tercera consecutiva, algo que ningún equipo ha hecho nunca. Sin duda este Madrid marca una época y el hombre con el que empezó todo fue él, Pablo Laso.

Años de sequía y dominio del Barcelona

El técnico vitoriano llegó al club blanco en 2011, probablemente en el peor o uno de los peores momentos de la historia de la sección del baloncesto del Real Madrid. Por aquel entonces Ettore Messina había dejado al Madrid y el Barcelona era el líder indiscutible en territorio nacional. El proyecto merengue daba bandazos, cada temporada nuevos jugadores y nuevos miembros que no permitían forjar una identidad. Todo cambió con la llegada de Laso.

Ya en su primera temporada dejó muestras de su pasión y duro carácter, de su capacidad de motivación.  Laso no iba a tirar la toalla estuviese como estuviese el partido, no se rendiría por dura que fuese la batalla. Y así lleva varias temporadas.

En el curso baloncestístico 2011/2012 tenía la tarea de bajar al Barça del primer puesto del pódium. Mejor dicho, la tarea de Laso era desbancar al eterno rival del trono en el que se sentaba desde hace varias temporadas. La escuadra blanca sumó la Copa del Rey arrasando a los culés en la final. Muy buena forma de empezar. Laso ponía fin a un ciclo negro de 18 años sin levantar la Copa del Rey. Demasiados años para un club tan grande que llevaba años viviendo más de las glorias del pasado que de los triunfos del presente.

No pudieron los blancos rematar la temporada conquistando la liga, ya que el Barca les venció en un ajustado 3-2. Pero el final del Barcelona y el inicio del Madrid llegaban, cada día estaba más cerca el cambio de tornas. En ese momento, Laso no era consciente de lo que llegaría a hacer.

La exigencia de pertenecer al Real Madrid

La siguiente temporada llegaría un éxito más, la Liga. Un hecho importante, ya que el título liguero no pertenecía a los blancos desde 2007. También la Supercopa de España se uniría al palmarés del Madrid. La pena de la temporada fue la Copa. En el recuerdo de todos los seguidores queda ese partido de cuartos ante el Barcelona con doble prórroga que terminaron llevándose los culés. Esa temporada también se alcanzó la Final de la Euroliga que, al igual que la Copa, se perdió de mala manera ante el Olympiacos después de dominar la primera parte.

En la temporada 2013/2014 se esperaba el salto definitivo de un Madrid que llevaba dos temporadas creciendo a gran ritmo. Pero en el Real no se permite ser segundo, por poco tiempo que lleve el proyecto. Una nueva derrota en la Final de la Euroliga, remontada del equipo rival incluida, y un repaso del Barcelona en la final de Liga con una muy mala imagen dada por Laso y su famosa descalificación en muletas no ayudaron. La confianza de los seguidores y directiva en el entrenador atravesó su peor momento.

Ese verano llegarían cambios. A principios de julio todo apuntaba a que Laso no terminaría su contrato con el Real Madrid. Los aficionados, en su gran mayoría, pedían el cambio. La polémica estaba servida. El vitoriano había devuelto la ilusión, con un equipo que desprendía espectáculo y calidad, el mejor ataque de toda Europa. Por otra parte, muchos le acusaban haber tocado techo. Laso parecía, más que nada, un entrenador de transición para desbancar al Barcelona y sacar a la sección de baloncesto del pozo en el que se encontraba en 2011.

Llegaron las no-renovaciones, despidos, de los asistentes de Laso durante esas tres temporadas. Hugo López y Jota Cuspinera recibían un burofax los primeros días de julio de 2014 en los cuales el Real Madrid les comunicaba su decisión. Hugo, más que amigo para Laso, y Jota, actualmente entrenador del equipo revelación, Montakit Fuenlabrada. El despido de Laso era un hecho, solo faltaba la confirmación oficial. Se hablaba de Juan Antonio Orenga o Chris Fleming como sustitutos.

La última oportunidad que desembocó en leyenda

Sorprendentemente Laso no fue despedido, recibía una última oportunidad. El equipo contaba con dos de los mejores bases del continente, Llull y el Chacho; el alero con más talento, Rudy; un pívot dominante, Bourousis; el eterno capitán, Reyes; uno de los francotiradores más fiables, Carroll… Se conocían, había buena química, el sistema se conocía y las debilidades eran claras. Solo faltaba ganar los últimos partidos, las finales. Y eso hicieron.

Una temporada que se abría con la victoria en la Supercopa de España, primer título. Una fase regular, tanto en Liga Endesa como en Euroliga, envidiable, que les conducía a ganar la segunda Copa del Rey de forma consecutiva. Ya iban dos de dos y el equipo estaba en una dinámica maravillosa. Llegó un pequeño bajón, el que tiene el Madrid de Laso justo antes del momento decisivo.

Final de temporada y los dos títulos importantes en juego no podían estar en mejor posición. La Final Four se disputaba en Madrid, en el Barclaycard Center. Esta vez, a pesar de tener, quizás, los rivales más complejos, los blancos no fallaron. Fenerbahce en semis y el eterno Olympiacos en la final como venganza. Con el título continental por fin conquistado, el Madrid iba con un extra de motivación a los playoffs de la Liga Endesa. Tan solo una derrota sumaron los merengues en la fase final, ante el Valencia en semi-finales. La actuación de los de Laso fue mayúscula, especialmente la final y ese 3-0 al Barcelona. La fiesta comenzó y no terminaría en todo el verano. Después hasta cuatro jugadores del equipo ganarían el Eurobasket con España, una temporada llena de éxitos que no había llegado a su fin.

A la vuelta de vacaciones, esos pocos días que tuvieron de descanso en un año frenético, el Real Madrid se concentraba nuevamente para acudir a una nueva cita con la historia. Viajaban a Brasil para jugar la Intercontinental y realizar una hazaña que sólo Olimpia de Milan y Pallancestro Varese habían conseguido, el repóquer.  El Bauru Basket, campeón de las Américas, aguardaba en Sao Paulo para frenar a los blancos. Los cariocas lo consiguieron en el primer partido, aprovechando el cansancio de los visitantes. Pero no pudieron en el segundo y definitivo. La remontada del Real Madrid ponía punto y final a una historia de leyenda que llevaba sin conseguirse desde 1978.

Los datos son muy claros. Desde que llegó Laso al Real Madrid en 2011, los blancos han ganado cuatro de cinco Copas del Rey posibles, además de ser el único equipo en conseguir tres seguidas desde que se cambió el formato al de fase final. De las 19 finales que podrían haber disputado, el Madrid estuvo presente en 15, de las cuales 11 se saldaron con título para los de la capital. La derrota hace unos meses ante el Unicaja en semis de la Súper Copa de España, con un Madrid que había llevado al límite su físico, cortó su racha de 10 finales consecutivas.

El técnico vitoriano llegó al club blanco en 2011, probablemente en el peor o uno de los peores momentos de la historia de la sección del baloncesto del Real Madrid. Por aquel entonces ni Pablo Laso ni nadie sabía lo que se avecinaba. Este Madrid divierte y gana, entretiene y levanta trofeos. Este Real Madrid ya es historia del baloncesto europeo y, lo mejor de todo, es que todavía les queda camino por recorrer.

Fotos del texto: ACB