Desde el primer minuto se jugó con una intensidad elevadísima, que evidenciaba lo importante que era conseguir esta victoria, ya que la clasificación de la competición doméstica está muy apretada. El Baskonia comenzó mejor el encuentro, consiguiendo un parcial inicial de 0-8 que desesperó a Pablo Laso, que tuvo que pedir el primer tiempo muerto con tan solo cuatro minutos disputados. Difícil de explicar por qué el Madrid empezó tan atascado en el ataque. En este tiempo, eso sí, destacó la acción defensiva de Anthony Randolph, que realizó dos tapones seguidos, y ambos de una belleza notable.

La primera canasta madridista se hizo mucho de rogar y tuvo que ser Anthony Randolph, que fue de los jugadores más activos en todo el partido. Tuvo que salir Luka Doncic por Sergio Llull para que el Madrid pusiera algo de coherencia a su ataque tan desorganizado. El base balear estuvó muy flojo en la primera parte y Pablo Laso decidió sentar a su estrella. Luka Doncic se puso a aportar calidad desde el primer segundo y su primera jugada fue una gran asistencia que Hunter convirtió en un 2+1.

El Baskonia dominaba el rebote

Al final del primer periodo comenzaron las polémicas decisiones arbitrales. Las defensas estaban siendo muy físicas y los árbitros estaban permitiendo mucho contacto. Larkin cometió una falta antideportiva y fue de lo poco que la afición blanca agradeció a los colegiados. El Madrid seguía muy espeso y solo Anthony Randolph parecía tener un poco de finura, consiguiendo dos mates, que suponían el 11-14 y el primer tiempo muerto de Sito Alonso. El primer cuarto acabó con un triple forzadísimo a una mano de Carroll que puso el 16-18 y el Madrid había conseguido maquillar un primer cuarto muy gris. El Baskonia estaba siendo superior y no paraba de coger rebotes ofensivos.

Empezó el  segundo cuarto y el Madrid volvió a enfriarse, al nivel del comienzo del partido. El Baskonia anotó dos triples seguidos (16-24) y el primer punto fue por tiro libre de Othello Hunter. A partir de ahí, el equipo mejoró ligeramente (24-26), aunque el partido se puso un poco tosco, con poca fluidez y muchas faltas. Destacaron varias acciones que devolvieron la magia al partido como un mate de Luka Doncic y un triplazo de Shane Larkin que puso el 28-33 y obligó a Pablo Laso a pedir otro tiempo muerto.

Después del parón, los árbitros volvieron a ser protagonistas por señalizaciones discutibles que poco gustaron al respetable, como un adicional que no debió subir al marcador o una falta a Nocioni que tal vez fue tapón limpio. Difícil de verlo, difícil de arbitrar. Son humanos y se pueden equivocar. A pesar de esto, el Madrid nunca el perdió la cara al partido. Doncic consiguió un 2+1 y otra canasta para poner al Madrid por delante por primera vez en el partido. Y en la última posesión, asistencia entre las piernas para Hunter y ovación para el esloveno al terminar la primera parte con 40-37.

Llull no estuvo acertado

En el tercer cuarto volvió a jugar Llull y anotó alguna canasta, pero siguió muy impreciso, al igual que los árbitros, que encadenaron varias decisiones muy cuestionables. Pasos a Taylor, técnica a Laso y el Palacio abucheó a los árbitros mostrando su indignación. Parece que gracias a esos gritos, los árbitros se debieron de sentir en deuda, y pitaron una técnica a Diop tras un mate que hizo sobre Doncic. A pesar de dicho mate, el Madrid se encontraba mejor, llevaba el ritmo del partido y consiguieron anotar sobre la bocina para irse al último cuarto con 65-59.

El Madrid nunca se rinde

El último cuarto fue una montaña rusa de emociones, con intercambios de canasta constantes en los primeros minutos, luego siguieron unas posesiones muy imprecisas con malos tiros y pérdidas absurdas. A cuatro minutos del final, comenzaron las alternancias en el marcador. Los vitorianos consiguieron ponerse por delante gracias a que seguían siendo superiores en el rebote ofensivo. Entrados en el último minuto del partido, Adam Hanga consiguió anotar un triple que silenció el WiZink Center. 77-80 y tiempo muerto del Real Madrid.

El partido estaba muy cuesta-arriba pero Budinger regaló una falta antideportiva que Jaycee Carroll no desaprovechó y anotó los dos libres y, después, Anthony Randolph volvió a ser el héroe con un triple. El público enloquecía porque, nuevamente, el Real Madrid había hecho lo imposible: remontar en apenas unos segundos.

El Baskonia ya no pudo hacer nada y se tuvo que resignar a ver como perdía un partido que tenía ganado. Euforia madridista por la victoria, pero el juego dejo mucho que desear.