Como si viejos fantasmas aparecieran en Estambul, el Real Madrid vivió un comienzo de partido para olvidar, en los que sumaban más minutos que puntos. La precipitación, la falta de ideas y la poca resolución cerca del aro era una constante en el equipo de Pablo Laso, que formó de inicio con Campazzo, Caseur, Yusta, Thompkins y Tavares. 

Fenerbahce -que presentó con Sloukas, Wanamaker, Nunnally Thompson y Melli-, lejos también de desplegar un gran nivel, lo hacía más práctico, con Nunnally y Wanamaker como principales artilleros. Práctico y efectivo, sin conceder errores graves. Algo que el Madrid no podía presumir: hasta tres pérdidas sumaron en menos de tres minutos. Así, Fenerbahce ya marcaba distancias (13-6 min 5)

El quinteto no había funcionado como Laso esperaba, y más pronto que nunca introdujo las primeras modificaciones. Doncic y Maciulis ingresaron a la pista. Por un momento no funcionó, ya que los turcos se marcharon hasta con once de ventaja, pero pronto la máquina empezó a carburar. Desde la defensa, el Madrid cambió de cara y transmitió mucha más confianza en sus acciones.

Doncic mejoró algo la dirección, pero fue Maciulis el verdadero revulsivo. El lituano robó dos balones clave que iniciaron el parcial blanco. En ataque, el club madrileño había acabado el primer cuarto (17-10) con 0/4 desde el triple. Hasta que Carroll pisó parqué. El americano ofreció su enésima lección de puntería y descaro. Dos triples confirmaron que estaba en Estambul dispuesto a enfrentar los múltiples problemas que afronta el Madrid a lo largo de esta temporada.

Sufrió uno añadido: la doble antideportiva de Tavares a Vesely, que llevó al último fichaje blanco a abandonar el encuentro. Un momento en principio importante, pero que no cambió las tornas en lo que restaba de primera mitad. Incluso fue al revés: el Madrid se creció. Taylor y Maciulis optaban a sobresaliente en defensa, anulando a Nunnally y Wanaker. Solo Ali Muhammed se escapó del radar visitante, y fue quien sostuvo al Fenerbahce cerca del Madrid. El cabreo de Obradovic iba en aumento porque eran los suyos los que ahora sumaban pérdida tras pérdida. El equipo español, con todo en contra, se fue al descanso un punto arriba (36-37) con un 69% de acierto en tiros de dos y 27 puntos anotados en el segundo cuarto.

Felices los cuatro

Los dos equipos subieron el nivel en el tercer cuarto, aunque la igualdad siguió siendo la tónica dominante. Y eso que el Real Madrid erró sus primeros cuatro triples de la segunda mitad. Laso hizo coincidir a Campazzo y Doncic en pista, y el equipo lo notó: la circulación de balón y las decisiones con y sin él fueron mejores. Doncic, por ejemplo, acabó el tercer cuarto con 10 pases de canasta.

Faltaba puntería y el Fenerbahce no tardó en sacar partido de ello. Wanamaker subió la intensidad en la primera línea defensiva, y con cuatro robos acabó por cimentar el buen hacer del Real Madrid. Los turcos volvían a tener el mando del partido.

Porque al bueno de Brad se le sumó Luigi. Saliendo desde el banquillo, Datome anotó siete puntos, con su protagonismo siempre especial. 14 puntos dieron al Fenerbahce entre los dos en el tercer periodo. Por fortuna, el Madrid también encontró a su pareja de oro. Felipe y Luka.

El capitán era el único referente merengue de la pintura y no se escondió. Con ventaja física ante Melli, los balones al poste fueron numerosos. Y si no, la magia de Luka, capaz de anotar cinco puntos dificilísimos que se colaran entre los highlights de la jornada. Total, que el partido seguía sin tener dueño, y todo quedaba por decidir para el último cuarto (61-62).

El niño

Los diez minutos finales de un partido así son para los valientes. Y Doncic se mueve como pez en el agua en estas situaciones. El futuro número uno del Draft volvió a multiplicarse, omnipresente en todas las tareas de juego.

Puro derroche de inteligencia, si Felipe cometió la cuarta personal y se tuvo que sentar en el banquillo, Luka capturaba hasta tres rebotes defensivos para asegurar los ataques. Fenerbahce fallaba más de la cuenta, sobre todo tiros liberados sin oposición. Algo que Carroll es incapaz de hacer. Una vez más, el norteamericano impulsó al Madrid cuando más lo necesitaba.

Con la mitad del cuarto ya consumida, la igualdad seguía patente. Doncic, otra vez Doncic, impidió dos ataques turcos con sendos robos. Pero los focos no solo apuntaban al esloveno. Datome, otro de finales, activó el factor público con un triple a poco más de dos minutos para el final.

Un día de acierto: 71% de éxito en tiros de dos para el Real Madrid

Sin embargo, su compañero Vesely se encargó de tirar el trabajo del italiano. Una falta antideportiva a Doncic -quién si no- muy parecida a la de Tavares significó una corta pero cómoda ventaja para el Real Madrid, que andaba cuatro arriba a falta de dos minutos (75-79).

Llegaron los nervios y los dos equipos precipitaron sus ataques. Con Nunnally pendiente de Doncic, a Campazzo le vino grande los últimos ataques. Wanamaker esta vez sí fallaba pero Melli hizo suyo el rebote ofensivo. Al final, Fenerbahce tuvo la última posesión desde banda a seis segundos del final. Y otra más a dos segundos, tras un tapón de Thompkins al propio Wanamaker. Éste tuvo el tiro final para forzar la prórroga, pero lo falló

El Madrid certificó su cuarta victoria consecutiva en la Euroliga en su mejor momento de la temporada. La adaptación a un competición tan brutal con tantas lesiones alrededor es de alabar. Hoy, ante el campeón en su ferviente cancha, el Madrid recupera el prestigio entre los grandes. Y Luka Doncic alimenta su leyenda.